Quienes me inspiran a seguir

miércoles, 13 de enero de 2016

30 días, 30 relatos - Día 8

8.- Elige el título de una de tus canciones favoritas y escribe una historia sobre eso. Dale un sentido a la letra eligiendo una historia para ella.



You before me (Tú antes que yo) - Hoobastank

Dime todo lo que necesitas
todos los secretos que guardas
Incluso si toma todo el día,
incluso si toma toda la noche.

Tomó su mano suavemente, tan fría. Podía ver cómo sus labios temblaban, la forma en la que apretaba los ojos mientras dormía. Cualquier persona que la viera despierta, nunca podría imaginar que alguien tan radiante como ella estuviera tan atormentada al caer la noche.

Pero él sí. Él podía verlo. Podía sentirlo, como si sus pesadillas fueran propias, como si el dolor estuviera también cargando en su corazón.

Puedo poner al mundo en espera
así podemos estar tú y yo a solas
Incluso si toma todo el día,
incluso si toma toda la noche.

Despertó con un grito, y él estuvo inmediatamente abrazándola. La apretó entre sus brazos con toda la fuerza que tenía, rogándole a quien estuviera escuchando que por favor la salvara, que la liberara de esa horrible tortura que era soñar.

Podía sentir los espasmos de terror que la estremecían, meciéndola como una muñeca de trapo atada al asta más alta de un barco pirata. Y odiaba eso. Odiaba verla así, sentirla así. Y daría lo que fuera por quitarle esas pesadillas, por espantar sus demonios, por ser él quien tuviera esos horrendos sueños, esos terribles recuerdos pesando en su mente y corazón.

Haría cualquier cosa por ti
Siempre te pondré antes de mí,
tú antes que yo.
Y todo lo que pediré de ti
Siempre te pondré antes de mí,
tú antes que yo.

La vez que se lo había planteado, que le había dicho lo que anhelaba hacer por ella, la muchacha había sonreído con esa sonrisa tan suya, tan despreocupadamente culpable antes de decirle, con su voz de trino herido:

"No tienes que hacer nada más que lo que ya haces por mí. Tu compañía... eso es todo lo que necesito para sentirme feliz otra vez."

Y la amaba por eso, por ser tan noble, tan fuerte, tan completa. Por eso nunca era capaz de decirle aquello que lo aquejaba y atormentaba. Porque ella era más importante para él que su propia vida. Porque si no podía verla sonreír, su mundo sería destruido.

Recuesta tu cabeza junto a la mía
a tu lado me siento vivo.
Dime que te quedarás todo el día,
dime que te quedarás toda la noche.

Pasaron largos minutos hasta que ella dejó de llorar y de luchar contra sus brazos. Siempre que despertaba de una pesadilla estaba así, luchaba contra todo. La primera vez que se había quedado despierto para cuidarla, casi lo había golpeado con la guitarra. Estaba tan absorta en sus miedos, tan desorientada y alerta que no se había percatado que era él quien estaba a su lado, y había olvidado que nunca le haría daño.

Nunca había vuelto a pasar algo así, al extremo de lanzarle por la cabeza lo primero que encontrara, pero siempre luchaba ante sus brazos. Quizás fuera la costumbre.

–¿Ya te sientes mejor? –consultó, mirando su rostro pálido anegado por las lágrimas. Ella titubeó un segundo antes de asentir con la cabeza– ¿Quieres contarme?

Un suspiro. Ella nunca se lo decía, nunca le contaba lo que soñaba, pero no era necesario. La conocía tan bien que, según la magnitud de su respuesta al despertar, podía adivinar cuál había sido el temor que la había acechado durante sus sueños.

–¿Quieres recostarte otra vez? –ella le miró nerviosa, sus manos aferrándose a las mantas– No me iré. Si quieres te abrazo hasta que te vuelvas a dormir, ¿si?

Ella sonrió, soltando un suspiro de alivio antes de decir:

–¿En serio harías eso?

–Por supuesto que sí.

Y la besó en la frente antes de recostarse con ella entre sus brazos.

Haría cualquier cosa por ti
Siempre te pondré antes de mí,
tú antes que yo.
Y todo lo que pediré de ti
Siempre te pondré antes de mí,
tú antes que yo.

A veces se sentía culpable por no decirle nunca lo que sucedía, por no ser completamente sincero con ella. Pero sentía que si le decía lo que pasaba, ella ya no querría más tenerlo a su lado para descansar bien, y no podía permitirse eso. No podía dejarla sola en la oscuridad. Nunca se perdonaría que ella le rechazara en una noche tormentosa sólo porque él tenía un pequeño problema a veces. Nunca le haría eso a ella.

Di la palabra y yo estaré allí.
Di la palabra y yo estaré allí.

Un trueno resonó en la distancia y ella tembló, por lo que la abrazó con más fuerza y le susurró al oído cuánto la quería.

–No me dejes sola... –gimió la muchacha, apretándose contra él.

–Nunca te dejaré sola. Nunca, nunca, nunca.

Dime todo lo que necesitas
podemos guardar todos los secretos
Incluso si toma todo el día,
incluso si toma toda la noche.

Las noches parecían interminables cuando las pesadillas la aquejaban, sobre todo cuando esas noches estaba repletas de truenos y relámpagos. Era como si el mundo se empeñara en hacerla llorar. Pero a él no le interesaba cuánto tiempo le tomara calmarla, hacerla dormir, siempre y cuando pudiera ayudarla. Y que cuando despertara, abriendo sus grandes y hermosos ojos a un nuevo día, la sonrisa se extendiera por sus labios sonrojados y le diera las gracias. No necesitaba más que esa sonrisa y esa miraba para sentir que todo servía, que todo bastaba, que todo tenía sentido.

Haría cualquier cosa por ti
Siempre te pondré antes de mí,
tú antes que yo.
Y todo lo que pediré de ti
Siempre te pondré antes de mí,
tú antes que yo.

Se percató que había caído rendido ante el sueño sólo cuando abrió los ojos, alterado al sentir un vacío entre sus brazos. La buscó por la habitación, pero estaba solo. Ya era de mañana, y la tormenta había cesado en algún momento.

Se levantó de un salto de la cama justo cuando ella entraba en la habitación, con el cabello revuelto y una sonrisa tímida pero juguetona.

–Lo siento, ¿te desperté? –dijo ella, llevándose una mano a la boca de manera adorable.

–Para nada –sonrió, encongiéndose de hombros–. Me despertó el no tenerte entre mis brazos –un sonrojo furioso la asaltó, haciendo que bajara la mirada. Adoraba eso de ella, su timidez cuando se encontraban solos–. ¿Pudiste dormir algo?

–Sí... gracias a ti.

–Fantástico.

Se miraron un largo momento. Ella se balanceaba sobre sus pies, de un lado a otro, nerviosa. Él sabía lo que ella preguntaría, y tenía la respuesta preparada siempre. Siempre para cuando ella preguntara.

–Uhm... tú crees que... –se detuvo. Alzó su mirada color chocolate y él se perdió en esos hermosos ojos, esos ojos que lo habían hechizado desde el primer instante en que los vio– ¿Crees que podría quedarme otra vez? Sólo... sólo otra noche...

Di la palabra y yo estaré allí.

–Por supuesto que sí.

Y ella corrió a sus brazos, con la sonrisa resplandeciente que él tanto adoraba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario