Quienes me inspiran a seguir

jueves, 7 de enero de 2016

30 días, 30 relatos - Día 2

2.- Abre un libro al azar y elige una línea. Usa esa línea como el comienzo de tu historia y continúa escribiendo. Escribe lo primero que se te venga a la mente y no lo revises.






"Puse las manos sobre las cuerdas y volví a atraer la atención del público. Todos guardaron silencio, y empecé a tocar" - El nombre del viento, Patrick Rothfuss.

Podía sentir la curiosidad en las miradas de la congregación. Hombres y mujeres preguntándose qué era aquello que este pobre bardo podría llegar a decir. Y en realidad, mientras cantaba mi historia, me di cuenta de cuán ignorantes son los seres humanos. Tanta ignorancia en cuerpos tan frágiles y efímeros. Tantas cosas de las que ellos no estaban informados, cosas que sus ojos vivos no querían ver. Ignorantes por decisión.

Y aún así ella los amaba. Aún así dio su vida para mantener las almas de estos pobres tontos apartadas de la oscuridad.

Los antiguos sabios ya habían predicho su venida, ¡y sobre piedra labraron la profecía! "Cuando los humanos dañen a su propia sangre, cuando usen a sus hermanos para pelear sus guerras  —río ante la ironía de mi propia frase, ante mi propio conocimiento de los acontecimientosDespués que los siglos pasen, y el sello en el desierto sea roto..."

Entre la multitud creo ver sus ojos y su sonrisa. Y siento esa mezcla de pasión y desagrado, como la primera vez que la vi. Esos ojos del color del oro, estaba seguro que hubiera podido venderlos en algún mercado negro sin la menor consecuencia. Después de todo, para el mundo esos ojos no eran más que un botín de alguna bestia hasta entonces desconocida. Una bestia que no volvería a caminar por este mundo hasta que el Ragnarok llegara.

Continúo con la canción hasta que el crepúsculo se hubo marchado, el sol oculto más allá de los bastos océanos esmeraldas de ese nuevo mundo. Nunca podría comprender lo que había impulsado a esos traidores de la sangre a hacer lo que habían hecho. Incluso mi propio hermano, ofreciendo su vida como estandarte a cambio de una gloria vaga y superficial.

Guardo mi instrumento cuando la multitud comienza a dispersarse.

Más allá de todo lo que ahora pienso, no logro arrepentirme. Ni de la aventura, ni de los riesgos, ni de las pérdidas o los cambios.

Pero finalmente, lo único por lo que vivo ahora es para que la historia no sea olvidada.

Mi misión es volver a poner las manos sobre las cuerdas, atraer la atención del público y tocar.

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