Quienes me inspiran a seguir

sábado, 30 de abril de 2011

Furia... Y algo más





Patee la silla con todas mis fuerzas mientras las palabras "Faceta Nueva" (con tu maldita sonrisa a la que soy TAN vulnerable de fondo) aparecían en la pantalla. Me sentí tentada a contestarte que podías irte a la mismísima mierda, que podíamos mandarlo todo al carajo en ese preciso segundo más las manos de mis amigas me retuvieron, alejándome del ordenador y apurándome para que les ayudara a subir el librero al camión. Soy demasiado impulsiva cuando me enfado, demasiado para mi propio gusto por eso me controlo y trato de no hacerlo seguido, llevándome la rabia a ese rincón de la casa, ese rincón que ahora tiene mi nombre por todos lados junto a la palabra "Desastre" escrita con rabia y tinta roja en la pared.

Subimos el maldito librero al camión junto a todo lo que faltaba, recorrimos cada rincón vacío de la casa con nostalgia y cerramos la puerta, sabiendo que sería la última vez que pisáramos ese lugar lleno de recuerdos preciados, buenos y malos. "Tantas emociones por un día le van a hacer mal a mi corazón...", pensé mientras me acomodaba en el asiento del copiloto encendiendo un cigarrillo y mirando por la ventana abierta, dejando que el viento refrescara mi sofocada cabeza y alejara mis pensamientos de destrucción masiva.

Al final llegamos en pocos minutos a nuestro nuevo hogar, el cual compartiríamos Anna, Kari y yo, nuestro rincón desolado, nuestro nuevo comienzo. Mis mejores amigas a mi lado pusieron cada una su mano sobre mis hombros, tratando de calmarme con la mirada más sabiendo que solo podía quedar tranquila con un poco de música y minutos de paz para enfriarme. Antes de bajar las cosas del camión pusimos la radio a todo volumen, dejando que la música de Disturbed llegara hasta afuera, atrayendo las miradas de todos los vecinos ante las "nuevas escandalosas de turno". Uno de ellos me dijo desubicada cuando choqué con él y no me disculpé, aún me hervía la sangre por las palabras en el maldito ordenador... Lo miré fulminante arrojando la colilla del cigarrillo al suelo, pisándola con rabia y levantando el dedo medio al tiempo que unas palabras no muy decorosas salían de mis labios. Se fue mirándome mal.

Bajamos las cosas del camión y las entramos en cosa de minutos, despedimos al hermano de Anna, el conductor buena onda cuando acabamos y nos dispusimos manos a la obra para repartir las cosas de la enorme casa de mi amiga alta y rubia. Anna compartiría habitación con su novia, por supuesto, tenían toda la tercera planta para ellas solas (malditas casas de ricos, los odio). Yo quedaría en la segunda planta, donde habían tres habitaciones desocupadas, una de ellas con baño incluido. No la había visto hasta el momento por lo que cuando entré quedé simplemente maravillada con la imagen que tenía. Estaba desocupada probablemente por eso me pareció inmensa, las paredes estaban pintadas de un bello azul eléctrico, el techo blanco e inmenso... Kari me palmeó la espalda diciéndome que subiéramos la que sería ahora mi cama (antes era de ella, vamos, que llegué aquí sin nada).

A pesar de todo quedé con una habitación generosa. No había mucho, un armario, la cama y una pequeña televisión en blanco y negro cortesía de la difunta abuela de Anna que le había dejado PEDAZO de casa para ella sola como herencia. Poco a poco iríamos llenando los rincones vacíos de la casa con pequeños retoques personales para darle algo de vida al abandonado lugar. Transformamos otra de las habitaciones vacías en un estudio. Trasladamos el escritorio que antes había en la sala hacia allá, el ordenador de Kari quedó allí junto al librero a mi entera disposición veinticuatro horas siete días a la semana. Llenamos el librero en ese mismo momento con todas las cajas de libros de la abuela de Anna (muchos también cortesía de su padre, Rodrigo) y quedé más que satisfecha con el resultado. Una habitación solo para la creatividad, había que decirlo.

Me sorprendí de lo rápido que habíamos trabajado, en tres horas habíamos hecho todo. Estábamos exhaustas, hay que reconocerlo sobre todo porque los días sin dormir me estaban pasando la cuenta en demasía. Nos sentamos en la sala, en el primer piso y encendimos las tres un cigarrillo mientras bebíamos pepsi. Me dio rabia entonces, la ira volvió a mi de un plumazo. Miré el vaso y quise gritarle, por muy estúpido que eso pareciera pero me contuve con todas mis fuerzas. No me considero una persona orgullosa pero debo admitir que esta vez estoy... Estoy simplemente ENRABIADA.

-Cálmate -me susurró Kari, casi con miedo a mi reacción mientras sonaba Flag in the Ground de Sonata Arctica de fondo.

-No quiero -respondí como una niña chiquita.

-¡Pendeja! -exclamó Kari revuelta en un abrazo con su novia-. Vamos, que no es tan terrible, además, fue tu culpa, tú dejaste que Linc te besara, tú le dijiste cuando podías haberte quedado callada.

-Karina... -le advirtió Anna en un susurro mientras se llevaba el cigarrillo a los labios.

-Karina nada, amor -refutó Kari mirándome severamente-. Mira, sé que estás enfadada pero desquítate con él y no contigo o con nosotras, no nos lo merecemos.

Esas palabras fueron una verdadera bofetada verbal, por primera vez desde que la conocía que sentía se estaba comportando como una persona madura. Encendí el último cigarrillo que le quedaba al paquete que compré durante la mañana y me sentí fatal, sencillamente fatal. Kari tenía demasiada razón, siempre me guardaba todo para mi hasta el reviente pero ahora simplemente algo me había hecho desatar toda mi furia, esas dos sencillas palabras me habían hecho perder la cabeza... "Nueva Faceta".

Negué mentalmente. No, yo no soy así, yo no tengo "facetas", yo soy como soy y punto. ¿Será por eso que siempre que alguien descubre algo nuevo sobre mi me asusto? Yo, que siempre ando repartiendo a los cuatro vientos que me muestro tal cual soy, yo... Me acabo de dar cuenta que soy una verdadera farsa. Soy una farsante... ¿Porqué? Porque tengo miedo, estoy sencillamente aterrada.

¿Aterrada de qué? No tengo idea, solo sé que estar así de asustada me hace actuar como un animal herido, que no quiere recibir las manos que tratan de ayudarle, que solo causa lo mismo que le hicieron. Más aterrada todavía me levanté hecha un huracán del sillón y comencé a caminar por la sala de un lado a otro, dejando pisadas duras contra la madera perfectamente encerada del salón. De un lado al otro me moví, llevándome el cigarrillo a los labios con dedos temblorosos mientras en mi cabeza aparecían palabras que mis labios querían escupir. Nightwish comenzó a sonar y yo no pude evitarlo más, miré fijamente a mis amigas que se mantenían expectantes ante mi estado y sonreí con malicia, casi como una desquiciada.

-Lo logró -escupí con desdén hacia la nada-. El muy desgraciado lo logró... ¡Pero ya me las va a pagar! ¡Eso lo van a ver!

-Emmm... Tranquila pendex -susurró Kari, algo acobardada. Jamás me había visto así, eso seguro, siempre me guardo esto para mi.

-Tranquila nada. ¡Esto se acabó, en cuanto lo vea le voy a escupir TODO en esa cara suya que me trae loca! ¿Y quieren saber porqué? ¡Porque el muy...! -me guardé el insulto para mi, llevándome el cigarrillo a los labios, tratando de calmarme. No lo logré- ¡Porque logró hacerme salir de mis cabales con solo dos palabras! ¡DOS PUTAS PALABRAS!

Silencio... Mi día de furia se había acabado con eso.

Solté mi cabello que se había mantenido atado en una nada favorable cola de caballo, aplasté la colilla del cigarrillo contra el cenicero y me dejé caer de nuevo en el sillón, respirando agitadamente. Anna se levantó de su lugar y se sentó en el reposa brazos, abrazándome con fuerza y acariciando mi cabello mientras lágrimas mudas de rabia e impotencia bajaban por mis mejillas. Kari se sentó en el suelo frente a mi y me tomó una de las manos, acariciándola entre las suyas con extrema delicadeza. Volví a sentirme como una niña pequeña y necesitada de los brazos y caricias de su madre cuando las lágrimas acudían a ella sin remedio.

Entonces, en ese momento decidí que definitivamente me haces bien...

Sin sueño ni dolor (Extracto de "Del Amor y Otros Delirios")





02/04/2006

Querido diario:

Hoy me levanté con las ganas de lanzar todo por la borda, otra vez.

Ahora estoy escuchando a The Beatles, pensé que me haría bien dejar un poco lo "fuerte" para poder calmar mi alma el día de hoy pero al parecer me equivoqué como siempre y una vez más.

Bueno, no estoy escribiendo ahora solo para contarte que estoy escuchando música, sino más bien para hacer un descargue extremo de lo que siente mi alma, mi corazón y mi mente, que son tres entes dentro de mi con sus propios ideales, sueños y promesas rotas que se desbordan por las manos llenas de ilusión. Sabes que soy una artista, diario, lo sabes mejor que yo, tus páginas están llenas de mis versos, mis cuentos y mis lágrimas, sabes mejor que yo lo que siento pues cuando lo escribo te lo dejo, te dejo la comprensión y yo me quedo en la duda y no en el entendimiento cuando debería ser al revés. Mucho dirían que entonces me hace más mal que bien escribir en tus páginas que están repletas de mi, de mi amor y desamor, de mis sueños rotos y de esos sueños que nacen como estrellas fugaces o tal vez como simples estrellas. Yo digo que me haces bien diario, eres mi única compañía.

Acabo de mirar el reloj, son casi las tres de la madrugada. Ha sido un día largo para mi, diario, no en la cantidad de horas sino más bien en los acontecimientos que lo llenaron. ¿Recuerdas a Linc? Claro, como no saberlo, las últimas cincuenta páginas de este gran tomo que eres tú están llenas de él, de sus ojos color avellana, de sus labios finos y sonrojados, de su sonrisa, de sus manos de tacto frío que de vez en cuando acarician mis cabellos, de sus abrazos conciliadores, de sus "te quieros" que solo son enviados hacia mi persona como una simple señal de amistad y compañerismo. Cuantas lágrimas no he derramado mientras escribía "Tu retrato en mi pared", cuantas sonrisas no he dejado escapara junto a cada suspiro y cada nuevo verso amoroso que sale desde esta pluma para él.

Hoy diario, he hecho algo terrible y eso me tiene sumida en... No, no es tristeza lo que siento, tampoco es alegría. Hoy, en este minuto me siento sumida en NADA cuando debería estar celebrando o llorando por lo acontecido. Hoy Linc, ese Linc al que le dedico cada momento me ha besado... Y luego de hacerlo me dijo que comenzaría a salir con una de mis mejores amigas. Al principio me gano el estado de "pasme", no sabía que hacer ni que decir así que solo opté por encender un cigarrillo y mirar su bellos ojos avellana como si fuera la primera o la última vez que lo hiciera. Sus ojos estaban tristes, a saber porqué, pero no tenían ese brillo habitual de cada día, fue entonces cuando todo cayó sobre mi como un balde de agua bien fría, como una bofetada dada por el entendimiento. Las palabras salieron de mis labios sin pensarlo dos veces...

"La embarazaste..."

Los había visto coquetear en muchas ocasiones, la atracción entre ellos era inmensa a pesar de que nosotros, Linc y yo somos como un imán, nos atraemos de la misma forma imperante en la que nos repelemos porque nos amamos tanto como nos odiamos. Porque sí, yo odio a Linc, lo odio por ser un idiota, lo odio porque me mira, lo odio porque me toca con ese tacto suyo que me hace estremecer, lo odio por haberme besado hoy, lo odio con la misma intensidad con la que me odio a mi misma en este momento. Y me odio yo en este momento por no haber sido capaz de hacerle un berrinche, de haberle condenado con mis palabras. Quise decirle tantas cosas y gritarle otras más cuando lo vi asentir quedamente, afirmando mi afirmación, valga la redundancia. No lo hice, me guardé como siempre cada gota de sentimiento adentro, muy al fondo, como enterrando la estaca que no me mataría pero que sí estaría allí por mucho, mucho tiempo.

Solo opté por decirle un escueto "Felicidades" antes de dar media vuelta e irme por donde había venido. En el camino de regreso a casa me encontré con mi mejor amiga, quien solo me miró antes de abrazarme, un abrazo conciliador que trataba de hacerme sacar esa tristeza antes de que estallara en un arrebato estúpido de intento suicida. No lloré, no quise hacerlo por mi propio bien. Si lloraba iba a darle rienda suelta a mis sentimientos y no iba a permitir eso en público, ni siquiera en mi misma. Una vez escribí, unas páginas más atrás que si Linc me besaba por la razón equivocada yo iba a olvidarle, por mi propio bien iba a olvidar este amor desgarrador, este que me carcome por dentro en noches como estas, llenas de insomnio y bohemia.

Esta es la última página que habrá de Linc, el último sentimiento, el último cigarrillo que fume por su causa y el último suspiro que lance por él. Cuando esta página acabe no habrá más de él en mi vida, mis cuentos volverán a ser de Caballeros de brillantes armaduras, mis tardes las pasaré sumida en mis libros, en los versos de Neruda y el terror de Poe. Miraré el océano con los mismos ojos que lo hacía antes de conocerlo, suspiraré de cansancio y no por él, porque me he dado cuenta que Linc no lo merece, no merece mis suspiros ni mis lágrimas, ni mis sonrisas... Ni nada de lo que puedo darle u ofrecerle. Hoy Linc será borrado de mi sistema como borras un virus de tu computador...




30/04/2011

Querido diario:

Hace cinco años prometí no escribir sobre una persona nunca más, ¿lo recuerdas?

Hoy he visto a Linc después de mucho tiempo, tanto que hasta CASI lo había olvidado. Fue un encuentro fortuito, casi tan improbable como que saliera el sol luego de tantos días abochornados. Salió el sol y Linc decidió que era un buen día para pasear cerca de la casa de mi mejor amiga. Yo fumaba, venía de la tienda, un paquete de cigarrillos para mi y otro para Kari cuando sentí una mano cerrarse en mi hombro suavemente. Di un respingo asustado, lista para gritar de ser necesario cuando me encontré de lleno con esos ojos avellanas que hace mucho tiempo y durante un largo tiempo más me arrebataron el sueño.

Dijo mi nombre casi en un susurro y yo me negué a decir el suyo, decirlo era hacerle notar que lo recordaba, así que solo solté un escueto "Hola". Me preguntó si lo recordaba y asentí quedamente... Luego comenzó a preguntar de mi, de lo que había hecho en estos años, de si estaba bien y recalcó que los años no habían pasado en vano. Me sentí mal durante un segundo, como si estuviera haciendo algo malo mientras todos mis sentidos me gritaban que me fuera de allí, que lo dejara atrás como la última vez que lo vi. No lo hice.

Charlamos largamente, me acabé casi la mitad del paquete de cigarrillos por lo que me devolví a la tienda con él pisando mis talones y sin dejar de intercambiar palabras vanas, sin importancia, hablando de que el clima estaba bonito. Compramos, volvimos, me dejó en la entrada de la casa de Kari y mi móvil comenzó a sonar. Un mensaje de texto que decía "Aléjate de él y sube inmediatamente", sonreí ante la cara que debía tener mi amiga, que de seguro me miraba por la ventana. Le dije a Linc que había sido un placer hablar con él nuevamente y que esperaba siguiera bien. No pregunté por Rose, no quise hacerlo.

Y aquí viene lo peor... Cuando puse mi mejilla para despedirme de él, súbitamente tomó mi rostro entre sus manos y me plantó un beso. Lo dije hace cinco años, nosotros somos como un imán solo que ahora yo no le amo, incluso, en este minuto lo odio más que antes y eso me molesta pues debería serme indiferente completamente. Cuando miré sus ojos avellanas noté que brillaban y me sentí FATAL, casi como si estuviera traicionando algo muy importante y preciado. No pregunté, no dije nada, solo hice que mi mano soltara el cigarrillo y le planté senda cachetada. Le dije que esperaba no volver a verlo en mi vida y luego entré hecha un huracán a la casa, comiéndome senda bronca de mi mejor amiga y por defecto de su novia.

Debo decir que ahora me estoy riendo, pero hace treinta minutos no lo hacía, claro que no. Se me quitó todo el sueño y traté de ahondar en mi corazón para ver si había quedado algún residuo de él, encontrándome solo con una sonrisa que se habría paso entre la bruma de mis pensamientos y emociones. Me sentí una cualquiera, más no había dolor ni amor para ese hombre olvidado y eso me hizo sentir mejor.

Ahora me voy, diario, no quiero llenar estas nuevas páginas de él, esta, lo juro, esta será la última vez...

viernes, 29 de abril de 2011

Cantarle al aire desde lugares lejanos

Una lechuza me dijo que en el bar que cruza la calle ibas a estar tú, por lo que me levanté de la cama de un salto, antes de eso fumaba un cigarrillo y me acariciaba la panza. Me calcé las botas, esas con remaches que tanto te gustan. También me puse los aretes largos y púrpuras, esos que te dije había hecho hace mucho tiempo. Antes de salir revisé que el paquete de cigarrillos estuviera en su lugar, dentro del bolsillo de mi chaqueta de cuero junto al encendedor y las llaves. Caminé pausadamente con un nudo en la garganta, tan grande como lo diminuto de mi pasita. Extraña comparación.

Entré en el bar, estaba viciado el ambiente gracias a la bohemia, una tranquilidad colectiva mitad culpa del humo de cigarrillo mitad culpa de los acordes que llenaban el lugar. Me senté en una de las primeras mesas y pedí un jugo de naranja, raro en mí cuando el lugar y mi estado de ánimo pedían algo con alcohol urgentemente. Alguien dijo algo de noche de karaoke y sonreí, era tal vez mi noche de suerte. Con algo de éxito podría pisar el escenario y mostrarles a todos mi voz, de la que me enorgullezco tanto. Encendí un cigarrillo mientras miraba mi vaso y escuché que las personas aplaudían al primer arriesgado de la noche. Alcé la vista y te vi. Vestías una camiseta verde, una camisa negra abierta para dejar ver la camiseta y unos jeans azules. Ni me fijé en tus zapatos, mi mirada viajó a tu rostro, recordándolo, sabiendo, pensando que aunque pasara un año sin verte podría dibujarte a la perfección.


Un sueño dentro de la vivienda
Solos venimos y solos nos vamos
¿Y quien soy yo para saber lo que siento?
¿La simpatía que aparte me desgarra?
¿Atracción de la distancia al corazón de afinidad?



Tu voz sonó desgarradora para mi más que para todos los demás. Tu mirada se encontró con la mía durante una fracción de segundo y temblé, temblé como gelatina así como lo hago ahora mientras plasmo lo que pasó. Recordé que esa parte de la canción era cantada por una mujer y que más de una vez soñé en cantarla a tu lado, tú en el piano o en la guitarra, yo dejando que mi voz llegara hasta ti a pesar de todo.


¿Y si el amor te deja en el corazón una llaga abierta?
¿Y no puedo revelar lo que aún no sé?
El amor que sientes lo desperdicias lejos de mi
¿Que clase de amor te deja sangrar a distancia?
Ninguna clase de amor te deja sangrar a distancia



¡Oh! ¡Que desgarrador fue escuchar eso! Miré a la izquierda y una muchacha-mujer te observaba, le brillaban los ojos. Sentí celos, celos de que tú la miraras a ella más que a mi, celos de que los acordes fueran para mi un adiós y para ella un bienvenida a mi corazón. Me llevé el vaso a los labios y sentí agrio el jugo de naranja, así que lo dejé a un lado y pedí una pepsi. Sonreí cuando recordé las comparaciones con la pepsi y tu belleza que, para mi, es devastadora.


Si solo pudieses ser
Con una mirada hacia adentro
Me siento tan incompleto
Estoy sufriendo en silencio
Y nadie quiere ver...
Y solo Dios esta viendo como sangro
Por encima de una estrella
Mi pieza se ponga en venta



Y eso fue lo que más dolió hasta el momento. Perderme en tu figura, tus manos sujetando el micrófono con fuerza, tus labios finos moviéndose lentamente para mi o para ella, un desgarro en mi corazón marchito, la pasita volviendo a latir de manera frenética, con miedo a todo y nada a la vez. "Nunca te perdí... No puedo perder algo que no tuve", pensé mientras encendía otro cigarrillo, el anterior se me había caído al suelo, así que lo pisé con saña.


¿Y si el amor te deja en el corazón una llaga abierta?
¿Y no puedo revelar lo que aún no sé?
El amor que sientes lo desperdicias lejos de mi
¿Que clase de amor te deja sangrar a distancia?
Ninguna clase de amor te deja sangrar a distancia



Sí... Notabas mi mueca de enfado, rabia contenida hacia mí misma ante tu canto y eso te encantaba. Eres malo, eres desquiciado, eres malévolo y lo sé, tal vez por eso te amo como te amo o te quiero como te quiero... O siento lo que siento por ti en este maldito milisegundo. Me ahogué en el trago, la espuma de la bebida me hizo rejoder la garganta, me escocía y me picaron los ojos. Notaste que iba a comenzar a toser, estabas jugando conmigo y yo te estaba dejando.


Sentir - Es todo lo que tienes que hacer
Y es que sanará
Siente el dolor para llevar a casa la paz de la mente
Moran dentro



Me levanté hecha una furia, dispuesta a demostrarte que no eres el único que puede jugar ese juego. Yo también puedo, cariño, así que para demostrártelo caminé con toda decisión hasta el tipo que esperaba que alguien se apuntara, solo iba una persona antes que yo así que, con una sonrisa fugaz y un coqueto movimiento de cabello le pedí ir antes que una persona... Su nombre comenzaba con C o con X, no recuerdo y no lo quiero recordar.


Sentir - Es todo lo que tienes que hacer
Y es que sanará
Siente el dolor para llevar a casa la paz de la mente
Moran dentro



Terminaste de cantar y bajaste del escenario envuelto en aplausos. Mi orgullo, mi casi nulo orgullo esta vez se hizo presente y yo no me digné siquiera a mirarte, solo sonreí mientras anunciaban la siguiente canción, que era mi señal para entrar. Le di una profunda calada al cigarrillo antes de tomar el micrófono con rudeza, con esa seguridad mía que sé te gusta, porque yo no miento y sabes que cuando quiero hacer las cosas bien me salen bien. Una vez fui tonta, una niña, una pendeja... Eso quedó atrás, ya te dije una vez que yo mis batallas las peleo y las gano de otra manera, soy decidida cuando quiero serlo.

Te vi sentarte en la mesa en la que yo había estado, la misma silla inclinada hacia la derecha, hacia esa muchacha-mujer a la que mirabas y de la que sentí celos, sabiendo que no tengo nada que celarle más ella a mi sí. La música comenzó a sonar y tomé un profundo suspiro antes de sentirme yo, sentirme bien conmigo misma pues iba a hacer algo que me encantaba y porque sabia mi voz era capaz de hechizarte si así yo lo quería y lo requería.


Hey cielo ven...
Continúa sujetándome
Y yo te mantendré despierto esta noche



Las primeras notas salieron con tanta dificultad y es que habías decidido no mirarme justo cuando mis labios se habían separado para soltar la primera palabra, la palabra que era la que debía invitarte y hechizarte. No me rendí, tomé aire y dejé caer la colilla al suelo de madera de la pequeña tarima que hacía de escenario. Cerré los ojos y continúe, dejándome llevar por los sentimientos que ponía en esa canción.


La palabra de cuatro letras sigue clavada en mi cabeza
La palabra más sucia que he dicho
Me hace sentir bien



Y abrí los ojos, notando una expresión de asombro en tu rostro. Tu mirada fija en la mía, así, como si solo existiéramos los dos en un campo de lirios, lavandas o lo que fuera. Sí... lo estaba consiguiendo y me estaba gustando demasiado comportarme como tú. Sentirse bien es adictivo, cariño...


Por si sirve de algo,te amo
Y lo que es peor es que lo hago de verdad
Oh lo que es peor voy a correr
Hasta que la dulzura te alcance
Y lo que es peor, te amo!



Recordé con esas lineas las noches en las que las sábanas de tú cama (o tal fue de la mía, no recuerdo bien) nos cobijaron hasta el amanecer. Que disfrute, que gozo fue aquel hasta que te dije que te amaba. No sé si reaccionaste de buena o mala manera, tal vez fue la borrachera, la cosa es que me excusé con la sobriedad de un mendigo y las palabras de un filósofo, como la cantante que soy.


Hey porfavor cielo,vuelve
No habrá más ataques amorosos
Y lo conservaré fresco esta noche.
la palabra de cuatro letras está fuera de mi cabeza
vamos,vuelve a mi cama
continua haciendome sentir bien.



Con tu expresión supe habías recordado lo mismo que yo, cuando en la cama te dije con mi voz de cantante, suave y aterciopelada que volvieras junto a mi, que lo pasáramos bien otro rato, que nadie nos ponía prisa. Tú te negaste un par de veces, no muy convencido pero luego me soltaste de esa típica frase tuya "Solo lo hago por ti". No sabes como me derrite esa frase... En serio no lo sabes...


Por si sirve de algo me gustas
Y lo que es peor,de verdad
Las cosas han ido peor
y nos hemos divertido
hasta que te dije te quiero
y lo que es peor es que lo hago de verdad!



Dejé que mi esencia como gotas de lluvia saliera de mí, como si yo misma fuese una nube. Hoy había sido un día especialmente efusivo, tranquilo, hasta este anochecer donde todos mis sentimientos comenzaron a desbordarse. Cuando la lechuza me anunció que estarías en el bar que cruza la calle donde vivo, a solo unos pasos de mí y no tan lejos como el viento pasa susurrándome al oído.


Por si sirve de algo,te amo
Y lo que es peor es que lo hago de verdad



Y bajé del escenario mientras la música sonaba todavía, dejando la última parte inconclusa pues había perdido contra tu terquedad... Otra vez. Me senté junto a ti, impidiendo que vieras a la muchacha-mujer que estaba a la derecha y que, al parecer me miraba con mueca de fastidio, podía sentir su mirar taladrándome la espalda y tuve el impulso de levantar el dedo medio hacia atrás. Me reí de mi misma, eso había sido divertido.

-Hey -te dije y tú me miraste, asombrado, casi festivo.

-Hey -contestaste y yo tomé tu mano, depositando un beso en ella.

-¿Vienes? -susurré y me levanté de mi asiento sin mirar atrás pero sabiendo, estando segura que tus pasos me seguían hasta la puerta de mi casa, que había quedado abierta.

miércoles, 27 de abril de 2011

Libertad





Miré el reflejo de mi cuerpo desnudo que me devolvía el espejo. Mi cuerpo magullado, amoratado... Mis ojos rojos de tanto llorar, mis mejillas, toda la piel que no estaba enrojecida estaba más pálida de lo normal. Desvié la vista a mis labios y noté que sonreía, sonreía ampliamente, grande, una sonrisa divertida, torcida y fugaz...

-Así se siente la libertad...

Y cerré los ojos dejando que el suspiro cansado de la última hora, el suspiro de alivio que por tanto tiempo quise soltar escapara de mis labios trémulos y sonrojados.

Era hora de comenzar desde cero.


T.K.

lunes, 25 de abril de 2011

Sola





Y no quiero que el mundo me vea...

Porque no creo que ellos entiendan...

Cuando todo está hecho para ser roto...

Solo quiero que veas quien soy...



Los sueños solo sirven para ser soñados, al final terminan siendo solo eso, sueños... Sueños que se desmoronan lentamente, que caen como la bruma de invierno, como un falso ocaso pintado con malos colores y pinceles deshechos.

Siempre sola, siempre triste y siempre inerte...


Lizzy

domingo, 24 de abril de 2011

¿Que tal si...?





Me pregunto que pasaría si dejara de escribir, de plasmar mis sentimientos en páginas infinitas e interminables, dejando de lado las tintas de colores y los papeles amarillentos, desgarrados de tanto uso, olvidando las esquinas dobladas, olvidando que esto es (según mi corazón) para lo que nací...

Me pregunto que pasaría si dejara de derramar estas lágrimas mías, dejando que mis sentimientos dejaran de desbordarse, tratando de que todo fuera monocromo y no una vida cual arco iris deslumbrante o tormenta devastadora, dejar simplemente que mis sentimientos se resguardaran en aquel cajón bajo siete llaves arrojadas al Mapocho.

Me pregunto que pasaría si dejase de cantar, enmudeciendo para siempre, olvidando que es una de las cosas que me libera y parte de mi pasión contenida por las palabras escritas escapan de mi boca, olvidándome que el mundo existe más allá de estos labios marchitos y que no son capaces de dar más que versos cantados de amor decadente.

Me pregunto que pasaría si dejase de leer, adentrándome en esas páginas interminables de libros que repletan cada metro cuadrado de pared de mi habitación, dejando de lado esos versos, estrofas, rimas y demases para volverme un simple mortal sin imaginación, sin que las hojas sean volteadas por mis manos trémulas.

Me pregunto que pasaría si dejara de fotografiar, plasmando en imágenes estáticas y mudas aquellos sentimientos que con palabras no puedo expresar pues me es casi imposible hacerlo en aquellos estados de psicótica debilidad.

Una palabra, un gesto o un soneto, lo que sea le viene bien a esta pobre alma que lucha contra su tormenta de confusión, contra este caos que me llena y me deshace, que me hace nacer bruscamente y morir en calma, como agua, como brisa, como mar...

¿Que tal si dejase de ser un artista?

martes, 19 de abril de 2011

Invencible





Aferré tu mano con fuerza, dejando caer la maleta al suelo mientras tus ojos se perdían en las lagunas negras de ese hombre que nos observaba iracundo, a punto de saltar sobre nosotros. Diste un paso adelante, sin soltar mi mano y lo encaraste con rudeza, tus ojos fijos en los suyos y yo allí, junto a ti, haciéndome la fuerte, tratando de no temblar ante lo que se venía.

-Suéltala -rugió aquel hombre, mi carcelero. Tú negaste firmemente con la cabeza.

-No la soltaré -susurraste con una voz suave pero gruesa, un tono firme y seguro-. No la dejaré y mucho menos contigo.

Mi carcelero, quien nos había encontrado alzó la mano con fuerza y yo, en un impulso estúpido pero muy racional para mi te halé hacia atrás y me interpuse en la trayectoria de esa mano, que impactó contra mi mejilla con rudeza como tantas otras veces, haciéndome voltear la cabeza mientras soltaba tu mano para llevarla al lugar herido. Sentí tus brazos rodearme, tratando de sujetarme. Tus ojos buscaban los míos, que estaban escondidos bajo la cascada de cabello oscuro que caía sobre mi rostro, mis ojos firmemente cerrados.

Volví a erguirme rápidamente, recuperándome en un segundo y enfrentando esa mirada oscura con mis ojos brillantes debido a las lágrimas que pujaban por salir y al valor que de pronto había tomado. Dí un paso firme hacia adelante, tomando una gran bocanada de aire antes de gritar con todas mis fuerzas. Te grité cuanto te odiaba, cuanto había sufrido y cuanto había perdido por tu causa. Amigos, libertad... Pero eso quedaba hasta allí, era hora de que acabara y yo iba a dar el primer paso. Iba a salir de la prisión, no sola como siempre esperé, pero salir aferrando la mano de quien de verdad me amaba era un gran paso para mi, uno en el que se definiría todo.

Tú volviste a aferrar mi mano, prestándome tu fuerza y mi carcelero pareció empequeñecer ante la imagen que frente a sus ojos se presentaba. No sé como nos vimos en ese momento, pero lo que si sé es que, viésemos como nos viésemos estábamos allí, juntos. Yo enfrentaba mis miedos, enfrentaba a mi carcelero, al responsable del desgarre de mi alma y tú estabas junto a mí, ayudándome a enfrentarlo, ayudándome a levantar, ayudándome a extender mis alas rotas para poder volar otra vez como una mariposa... A pesar de que la comparación no es de mi completo agrado.

Vi como mi carcelero alzaba una mano y yo puse la mejilla con rudeza, incitándolo a que lo hiciera, diciéndole que sus golpes, por muy fuertes que fueran ya no podían lastimarme más. Ya no más.

Lo siguiente fue muy aprisa, una mancha borrosa en mi memoria. Solo recuerdo que estábamos sentados sobre la arena, viendo las olas recogerse en la orilla, un amanecer hermoso junto a ti. Estabas sentado detrás de mí, tus brazos me rodeaban aferrando mi cintura mientras tu cabeza reposaba sobre mi hombro, yo apoyando el peso de mi cuerpo contra tu pecho, respirando en calma, observando fijamente como los colores cambiaban, aclarándose.

-Gracias -susurré besando tu mejilla cariñosamente, sonriendo juguetona.

-No hay nada que agradecer -dijiste en un suspiro, abrazándome más fuerte-. ¿Te dije que me gusta estar contigo?

-¿Te dije que te amo? -contesté a modo de pregunta, sonriendo.

-No en los últimos cinco minutos...

Reímos como dos niños, abrazados, sintiendo la calidez del sol de la mañana sobre nuestros cuerpos entumecidos pero felices. Fue cuando me di cuenta que estando contigo, teniendo conmigo la fuerza que me brindas soy simple y sencillamente invencible.

Mariposa



Esto es un:

LO QUE HACE LA DEPRE

Niños, no se comporten así jamás no sigan mi ejemplo, es malo para la salud, piénsenlo, es un sano ejercicio.


Alice







La otra noche vi una mariposa.

Era una mariposa muy hermosa, volaba haciendo contraste con la luna, haciendo piruetas elegantes como florituras de una espada esgrimida por un príncipe...

Luego me dije a mi misma: "Liz, tú eres como una mariposa, te dicen que eres bella pero no puedes creerlo, te dicen que eres frágil pero tu apariencia dista mucho de serlo, te dicen muchas cosas, más de las que alcanzarás a durar en el tiempo. Porque tú, al igual que las mariposas, morirás pronto."

Entonces pensé que, de ser una mariposa querría solo vivir un momento...

El momento del final, cuando las llamas me consumiesen...

Ese es el momento que quiero vivir...



viernes, 15 de abril de 2011

¿Puedes verme?





Muchas veces he dicho esas dos palabras, muchas veces quise recibir una afirmación más allá de un asentimiento de cabeza que ahogaba un grito de terror. Muchas veces mi alma se desgarró ante aquellos sentimientos tan bellos, tan hermosos, tan humanos y tan inalcanzables para mi. Porque sí, esta alma desgarrada que soy yo no es merecedora de esos sentimientos, porque esta alma mía solo puede observar en los humanos lo que pudo ser y no fue.

A veces, la mayoría de las veces me daba tristeza, rabia, impotencia de pertenecer a la raza humana. ¿Porqué? Sencillo... Los humanos somos tan increíblemente estúpidos que no podemos distinguir aquellos puros sentimientos. Siempre tratando de comprender algo que no puede ser comprendido, siempre tratando de ver aquello que de por sí se ve. Tan ciegos, tan estúpidos, tan maravillosamente humanos.

Y otra vez planteo la pregunta...

¿Puedes verme?

Y entonces noto ante esa frase que lleva la brisa de la madrugada que tú sonríes, posando una mirada suave y tierna sobre mi cuerpo magullado, transparente para ti, para el mundo, mostrándome tal cual soy. Asientes, corroborando que puedes escucharme, que puedes verme... Que sabes que estoy allí.

Una lágrima invisible recorre mi mejilla y tu mano se posa sobre esa mejilla mía pálida pero sonrojada, una expresión arrebolada que puedo mostrarte solo a ti. Sonrío ahogada en estas emociones. Puedes verme, puedes tocarme, me alcanzaste. Eres la primera persona que ha alcanzado mi alma, que ha arrastrado mi corazón inexistente hacia sus brazos para hacerlo latir. Y yo, como ida, como boba, como soy ante ti, sumisa me dejo arrastrar, sintiendo la brisa de la madrugada llevada por el mar.

Entonces pienso que nuestras reuniones siempre son en la madrugada, siempre pasando de la oscuridad de la noche a una amanecer agobiantemente placentero, como si cada mañana volviéramos a nacer. Tú me vez así de nítida como ves cada cosa que rodea tu mundo y yo te veo tan irreal como el sueño que no quiero que acabe, un sueño que se sueña despierto, un sueño que comienza sin cerrar los ojos.

-Puedo verte -escucho que dices, tu aroma rodeándome cuando tus brazos me llevan a ti.

Sí, puedes verme y ese abrazo, esa caricia, ese beso me demuestra que eres real y que, en cierto sentido yo también lo soy. Y me dejo hundir en esa laguna de sensaciones que me presentas, en ese mar de sentimientos que me agobia, que me llena plenamente con un deseo desesperado de más, más de ti, más de mi, más de nosotros, más de este amor.

Puedes verme... Y eso es todo lo que necesito para saber que puedo ser feliz junto a ti.



Lizzy

jueves, 14 de abril de 2011

Esperando





Nada, solo esperando.

Los párpados se cierran, apenas y puedo juntar un pensamiento con otro... Tengo sueño y cansancio, estoy agotada de todo y nada a la vez, pero aquí estoy, esperándote, esperando verte antes de partir a aquel inevitable destino mio, nada más ni nada menos. Esperando llevarme una última palabra de amor que me de fuerzas antes de perder la conciencia, esperando que me digas, que me asegures que todo va a estar bien...

Porque solo puedo creerte a ti...

Lizzy

lunes, 11 de abril de 2011

Sueño de la Madrugada del Domingo





Me abracé a mi misma más por instinto que por otra cosa, pasando mis manos de manera insistente por mis brazos, tratando de darles así el calor que la delgada prenda no les proporcionaba. Te vi sonreír antes de pasar uno de tus brazos por al rededor de mis hombros, acercándome con posesión a tu pecho y yo simplemente dejándome hacer con aquel gesto protector. Dejé mi cabeza reposar sobre tus hombros allí, muy quieta, respirando el aroma que desprendía tu cuello, un aroma como a fresno mojado, como a bosque frondoso con la lluvia recientemente dejándolo estar en paz, un aroma a árbol suave pero a la vez con un toque de... ¿Vidrio? Tal vez era demasiado para describirlo, simplemente oler tu perfume ya me ponía de cabeza, dejando mi parte razonable en algún lugar.

Traté de acomodarme mejor entre tus brazos, más mi cuerpo acalambrado parecía no querer obedecerme a esa hora de la madrugada. Sonreí nostálgica, esto no sucedía cuando estaba sola, cuando dejaba que el frio me invadiera y me dominara, eso jamás sucedió cuando no tenía nada ni nadie a lo que apegarme, cuando era, como me habían dicho muchas veces, una perra sin sentimientos. Claro, en ese tiempo me encantaba ser así, en ese tiempo hasta me hacía sentir mejor el ser una persona tan... Tan mierda de ser humano, tan malvada, al final así evitaba que me lastimaran, siempre es mejor evitar que te lastimen adelantándote a lo que aún no ha ocurrido, siempre es lo mejor porque así no sufres o por lo menos sufres en menor cantidad.

Cerré los ojos lentamente, dejándome llevar por el sopor que me generaba el calor de tu cuerpo, que ya comenzaba a afectarme en serio, que ya comenzaba a ser demasiado para mi amargado corazón. Te sentí acariciar mis cabellos suavemente, tus manos apenas y rozando mi cabeza, un movimiento tan mágico como etéreo. Me gustó eso, me gustaba sentirme así de vulnerable contigo, por alguna loca y extraña razón me gusta depender de ti. Me acomodé mejor entre tus brazos, sentándome en tu regazo y dejando que tu calor me envolviera allí, dejándome llevar por todo y por nada, dejando que tu sola presencia me absorbiera y me opacara. Tú eres la estrella brillante, yo solo soy la mancha oscura, el lienzo en el que debe brillar, un lienzo nada... Como decirlo... ¿Decente? Creo que esa es la palabra adecuada.

De pronto todo a mi alrededor pareció detenerse. Tus brazos me aferraron con más fuerza, una fuerza que no alcanzaba a lastimarme pero si un agarre constrictor que hubiera podido arrebatarme el aire en un segundo. Yo por inercia me aferré a ti, mis brazos rodeando tu cuello, mis manos sujetas a mis antebrazos, un agarre poderoso y eficaz. También se jugar ese juego de no dejarte ir, no eres el único, cariño.

-Sé fuerte, Liz -me susurraste al oído. Tuve deseos de abrir los ojos, más supe que no debía hacerlo, que lo mejor era no hacerlo.

-¿Cuando nos veremos otras vez? -pregunté con labios temblorosos, dejando que una lágrima rodara por mi mejilla siendo apenas perceptible.

-No lo sé bonita -te aferré más a mi, sin querer dejarte ir, sintiendo como el sopor dejaba de invadirme, siendo reemplazado por un pánico estremecedor-. Calma...

-¡Stein! -gemí tu nombre de pila sintiendo como poco a poco mi mente comenzaba a trabajar de manera normal, igual que siempre- Te amo...

-Y yo a ti...

Fue lo último que pude escuchar salir de tus labios antes de sentarme en la cama de manera veloz, sintiendo mi corazón latir a mil por segundo, mi cabeza dando vueltas, un sentimiento de vacío en mi corazón y el frio comenzando a acecharme otra vez, ahora sin la protección de tus brazos cálidos. Pasé una mano por mis mejillas, notándolas húmedas, por lo que rápidamente sequé los residuos de las lágrimas de mi rostro antes de acercarme a la ventana, cigarrillo en mano.

Sonreí de manera nostálgica, ya estaba amaneciendo...

domingo, 10 de abril de 2011

Jen y Lizzy





Mi corazón dio un vuelco cuando con manos trémulas acerqué las cartas hasta mi pecho, llorando desconsolada. No era por ti, era por mi... Siempre fue por mi.

Sentí una mano apoyarse sobre mi hombro y voltee a mirar de quien se trataba. Pensé que eras tú, más me encontré con la imagen de mi no tan amiga, de una persona en la que jamás confié allí a mi lado, sin sonreír pero mostrando una expresión tan serena que parecía irreal que fuera proveniente de ella.

-No estés así, Jen, no lo vale -susurró acariciando mis cabellos rubios, limpiando con sus dedos frios los residuos de las lágrimas en mis mejillas.

-Claro... Para ti es fácil decirlo, Alice -mascullé soltando el agarre y separándome un par de pasos-. Tu eres la gran Alice, ¿no? ¡A ti jamás te lastimarían porque eres una perra sin sentimientos!

Traté de provocar su furia para enfrascarnos en una pelea, algo que me haría sentir mejor que su lástima. Pude ver como una sombra pasaba por sus ojos de manera fugaz antes de ver como su mano se alzaba. pensé que me golpearía pero en vez de eso pude ver que me extendía un cigarrillo. Lo tomé lentamente, con desconfianza y pude notar que ella encendía uno tranquilamente mientras se sentaba en aquella banca frente a mi, que permanecía de pie en medio del jardín...





Sonreí cuando se sentó junto a mi. Parecería estúpido, en otro momento la habría pateado hasta cansarme por el solo hecho de meterse conmigo pero hoy no, ya no más.

Le di una profunda calada al cigarrillo mientras miraba como los matices del cielo comenzaban a adoptar colores nuevos, más apagados pero igual de deslumbrantes. Miré como se llevaba el cilindro a los labios y recordé el juego de los dados, sonrojándome por completo. Jeane posó su mirada grisácea sobre la mía, oscura, dándome a entender con su expresión facial que estaba más que confundida. Suspiré, era hora de sincerarse.

-No soy de hierro, Jen -dije antes de arrojar la colilla al suelo-. Puede que no seamos amigas, apenas hemos hablado un par de veces, sé que me odias y me lo merezco, hice tanta estupidez junta en el pasado... Bueno, ese no es mi punto. Sé que estás dolida por lo que supuestamente te hizo pero no sabrás la verdad hasta que hables con él, por lo menos esa es mi opinión.





Miraron juntas la puesta de sol, o lo que podían apreciar de ella en el cielo que comenzaba a amenazar tormenta. Nunca se habían hablado más allá de un escueto "buenos días", pero aquello al parecer había sido más que suficiente para unirlas al nivel que habían alcanzado en tan poco tiempo. Al mismo tiempo vieron una estrella en la lejanía, la primera estrella de la noche como solía decir una amiga de Jen que había tenido un trágico e inevitable final. El amor solía destruir a personas como ellas, pero al parecer Lizzy no se cansaría de intentarlo, eso era algo de apreciarse.

Se levantaron sin mirarse, sin despedirse. La rubia volvió al interior de la casa lentamente, meditando en lo que debería hacer de allí en adelante, en si valdría la pena hablar sobre aquellos sentimientos que la desgarraban con él. Por su parte, la de oscuros cabellos encendió un nuevo cigarrillo y partió rumbo a la plazoleta que visitaba más frecuentemente de lo que cualquiera que la conociera creería, nada más y nada menos que para ser ella misma como nadie la conocía.

sábado, 9 de abril de 2011

La Razón





-¿Necesitas ayuda?

Esas palabras en aquel momento de profundo dolor me llenaron de una paz y un sentimiento de esperanza tan grande que no dudé en preguntarle si no era molestia. Sí, normalmente soy una persona fria, arisca, llena de resentimiento y todo por culpa de aquel pasado tormentoso que me llenó de rabia contra el mundo y contra los seres humanos.

Me tendió su mano, me escuchó y yo... Yo no dudé en confiar en él al primer momento.

Quise negarme, mi cabeza me gritó que no confiara con esa facilidad apabullante en un desconocido pero me levanté, limpié las lágrimas de mi rostro y traté de sonreír con todo el corazón, a pesar de que está congelado por su causa.

Caminamos juntos, riendo, charlando, contándonos cosas y yo lloré silenciosamente, dejando que mi cabello cubriera este rostro mio con vergüenza, negándome a que me viera en aquel momento de terrible debilidad, más no pude engañarlo, a él no puedo engañarlo. Tomó mi rostro entre sus manos cálidas y sonrió, dándome a entender que estaba bien y que no tenía que seguir guardándome este dolor tan grande pero tan estúpido. Sonreí, volviendo a secar las lágrimas mudas que resbalaban por mis mejillas sin cesar, tratando de que quedara allí, de que ese sentimiento se fuera con la brisa de la noche.

Y se fue como si nunca hubiera existido cuando mi mirada se encontró con la suya en un choque que me puso la piel de gallina. Quise alejarme cuando besó mi mejilla, más el sonrojo y una nueva sensación de profunda timidez se apoderó de cada molécula de mi ser, dejándome estática y tartamudeante mientras él me explicaba que no lo había podido evitar, que no me enfadara con él. Sonreí bajando la mirada a mis manos, que se apoyaban en su pecho como tratando de alejarlo pero sujetando su camiseta con fuerza, sin dejarlo ir. Un gesto tan contradictorio como bello.

Continuamos la marcha, tratando de olvidar aquel sentimiento que comenzaba a implantarse en mi corazón de manera terrible pero hermosa, asustándome pero llenándome de calma a la vez. Nos sentamos en medio de una plazoleta iluminada por la luz de las farolas, único testigo de este extraño encuentro y entonces uno de tus amigos llegó junto a nosotros. O tal vez ya estaba allí, no logro recordarlo con claridad, estaba absorta con tu presencia justo a mi lado, que aferraba mi mano como si el mundo fuese a acabarse y esa fuera la última acción que pudiésemos hacer. También aferré tu mano, más yo, al contrario de tu calma extremadamente ilógica estaba temblando. No de frio, sino más bien de terror. Terror ante lo que pudiese suceder.

Retomamos la marcha hacia no recuerdo donde, yo solo los seguí, dejando que en un impulso las palabras alegres salieran como nunca de mis labios sellados e incultos de aquello. Rieron, rieron a carcajada limpia ante mi sonrojo y ante la estúpidamente adorable frase que había escapado de mis labios. La secundaron, coreándola conmigo y yo sonreí feliz mientras caminábamos. Pasaron miles de cosas en el trayecto, cosas que nos hicieron reír cada vez más fuerte hasta que llegamos a nuestro destino... Cosas que en este momento de lapsus no podría describir en el orden adecuado. Lo que si recuerdo bien es que cuando volvimos a quedar solos por unos segundos volviste a besarme, esta vez más cerca de mis labios temblorosos y yo, nuevamente entorpecida por la vergüenza te devolví el beso también más cerca de la comisura de tus labios antes de salir corriendo, huyendo como la cobarde que soy.

Volvimos a reunirnos y te miré abochornada, tratando de bajarle el color a mis mejillas mientras... No recuerdo que pasó después, actué tan por inercia que solo recuerdo que tuve que marcharme rápidamente, sin saber cuando nos volveríamos a ver otra vez.

La noche siguiente me hice de tiempo y regresé al lugar en el que nos habíamos separado, sin encontrarte. Me senté absorta en mis pensamientos, encendiendo un cigarrillo y tratando de comprender esta sensación, este sentimiento que se acrecentaba con cada segundo de tu ausencia hasta que, volteando una esquina te vi aparecer. Saludé desde la distancia con una media sonrisa y tú gritaste mi nombre con tanta fuerza que me sentí morir, empequeñecida por tu felicidad. Nos saludamos con un beso en la mejilla y retomamos la charla pendiente de la noche anterior hasta que nos vimos de nuevo saludando y ayudando a muchas personas. Porque sí, te gusta ayudar a la gente y eso es algo que yo hacía solo de manera esporádica, mientras que ahora no dudo en hacerlo pues me recuerdas como soy en verdad. Creo que esa es una de las razones por las que te quiero tanto, a pesar de apenas conocerte...

Lizzy

martes, 5 de abril de 2011

Solo una más...





Ingenua, esa es la palabra para describir la forma en que este amor me domina. Me controla haciéndome tonta, ingenua y estúpida, crédula a tus palabras, a tus besos y caricias, haciéndome caer siempre un poquito más en esta que es tu mentira.

Cada vez que me miras a los ojos y me dices que me amas yo noto que es extraño, que puede que no sea cierto, pero aún así te creo, aún así termino de lastimarme siempre un poquito más mientras la cadena con tu nombre tira de mi cuello, arrastrándome, quitándome lo poco de dignidad y orgullo que no lograste remover con tus falsas palabras de amor, con tus falsos versos y poemas.

Quisiera no creerte, no creerle al mundo y no creerme a mi misma. Quisiera saber que es una mentira, una dulce y agria mentira, algo que es solo un sueño fugaz como pesadilla intermitente. Jamás lo sabré, esta es solo una palabras más antes de irme. No sabrás más de mi, nadie jamás volverá a oír mi nombre, será como si nunca hubiera existido.

Lo peor de todo es que yo jamás te olvidaré, siempre te protegeré...

Déjame, esto es solo una más. Solo una más...

Una palabra más de este amor ingenuo, estúpido y fugaz...



Jeane K. Halsahalf

lunes, 4 de abril de 2011

Palabras





Normalmente las personas nos recuerdan por el resto de sus vidas relacionándonos con las palabras que una vez dijimos.

Yo recuerdo a Fatima por su frase histórica de "Si lloviera mañana sería una iguana", a saber a qué se refería con eso, pero siempre que la recuerdo me dan ganas de sonreír.

A Marianela la recuerdo por aquella frase motivante y estúpida de "Tienes piernas, camina, si no las tienes te impulsas con los brazos y si no tienes extremidades arrástrate como gusano". Cuando recuerdo eso me dan ganas de correr como ella lo hacía.

Ichi... Siempre la recuerdo por aquella frase de "El mundo no basta, jamás nada es suficiente". Ella era una luchadora de verdad.

Ahora me pregunto... ¿Porqué recordamos con más intensidad a los muertos que a los vivos? Digo, a los vivos los tenemos a nuestro lado, acompañándonos, siendo capaces de crear bellos recuerdos todos juntos, pero siempre olvidamos a nuestros vivos para llevarnos el recuerdo amargo del funeral del muerto, al ver como la tierra se los lleva para jamás volver a mostrarnos su alegría deslumbrante y sus sonrisas.

Sabemos que jamás sus palabras volverán a ser un bálsamo para nuestras heridas y que lo mejor siempre sería buscar refugio en los brazos y en las palabras vivas de nuestros vivos, valga la redundancia. Refugiarnos en esas palabras que son como música decadente cuando lloran y como ruido ensordecedor cuando ríen nos podría llenar de un sentimiento pleno de verdad, pero los humanos somos tan estúpidos que ni eso podemos hacer bien.

Ahora recordemos aquellas palabras que siempre quisimos escuchar y que terminan siendo al final las que nos comienzan a asesinar...

"Te amo"

El amor cuando es posesivo es como acero. Rompe, arroja, desgarra y destroza, te destroza para transformarlo en nada más que amargura y hiel que se instala para siempre en el fondo de tu ser, cambiando lo que alguna vez fuiste.

"Te odio"

Duele menos cuando lo escuchas de alguien que siempre supiste te quiso. ¿Porqué? Pues fácil, porque te conoce, porque sabe como eres y porque sabes que tiene razón cuando recalca todos tus errores y defectos.

Entonces te das cuenta que sufres más cuando sientes que cuando no lo haces, por eso a veces, solo en ocasiones como la mía es mejor transformarse en una cáscara vacía. Así no hablas y las personas no tienen como recordar tus palabras.



† Edén †