Quienes me inspiran a seguir

viernes, 20 de enero de 2012

Diamantes


Hay cosas que uno quiere decir muchas veces, pero siente que las palabras no alcanzan para darlo a relucir. Hay veces que uno conoce diamantes, pero unos diamantes tan brillantes que tienes la obligación de tenerlos contigo entre tus manos para siempre, porque su luz de piedra preciosa es todo lo que tienes para alumbrar tu camino.

Una vez leí que los seres humanos, las personas, tenemos un número de perlas con las que nos topamos en esta vida, y son muchas, pero tenemos un número reducido de diamantes, que son esas personas que cambian nuestras vidas por completo.

Esta entrada es para ustedes, mis diamantes, y aunque diré cosas de lo más cliché [de seguro y por firmado lo acepto], les digo que aún así salen desde el fondo de mi corazón.

A mis diamantes:

F.: Ay hermanito, ¿qué puedo decir? Me has enseñado tanto en este corto [o largo] tiempo en el que hemos compartido. Tanto me has enseñado que me faltan palabras para agradecer lo que haz hecho por mí. Me has devuelto parte de lo que una vez fui, me mostraste que el mundo es más allá de lo que quiero ver, que la vida es más de lo que aparenta, que las personas son más que máscaras. Mi diamante, el primer diamante de esta lista, eres tú. F., ahora puedo decírselo con toda la sinceridad del mundo: Sí, vale la pena ser feliz.

M.: ¡Corazoncito! ¿Qué te digo que no te haya dicho antes? Es que ya no sé, ahora sí me quedé sin palabras. Solo puedo repetir los agradecimientos, mi diamante en forma de corazón, porque no sé que más decir. Gracias por estar cada día junto a mí, gracias por estar allí, al pie del cañón cuando me sale todo el lado EMOcional de la vida, gracias por no rendirte conmigo, por perseverar, por tratar de mostrarme que el espejo está más empañado de lo que yo aparento que está. M., gracias por recordarme que sí soy valiosa.

An.: ¡Mío de mí! Mi tercer diamante, aquel que no se rinde cuando de levantarme los ánimos se trata. Me animas, desde hace meses [desde que nos conocemos] me demostraste que siempre serás el pilar que soportará las paredes que quieren caer sobre mí. Y solo puedo decir que sin su alegría, sin sus ganas de mostrarme que la vida no es tan mala, no podría sobrevivir. Siempre diciéndome que soy fuerte, tanto que pareces a veces un disco rayado. An., ahora te lo digo: Te creo, solo que se me olvida, pero sí te creo.

N.: Ay cielo, tan parecidos nosotros dos. Siempre velando por la felicidad de los demás, aún a costa de nuestra propia felicidad y de nuestra propia cordura. Hoy de nuevo he aprendido la lección al hablar contigo. Un poco de egoísmo de vez en cuando no es malo, cielo, no es nada de malo. Me gustaría que hablaras un día con F., M., y An., que ellos seguro te mostrarían esto que te digo de la misma manera en la que yo trataré de enseñártelo, aunque no sea buena en eso. N., tómate las cosas con calma, a veces solo hace falta respirar. Eres un diamante, que nadie te diga lo contrario.


J.: Aunque no hemos hablado por mucho tiempo por diversos factores, pondré aquí a este diamante que eres tú porque te mereces este espacio. J., siempre me mostraste la calma luego de la tormenta, con tus palabras me mostrabas un océano de posibilidades que yo no quería ver porque estaba demasiado ocupada peleando con F. sobre mis propias inseguridades. Gracias por insistir, porque gracias a esa sabia insistencia y gracias a ese consejo [Just Breathe] hoy me siento muchísimo mejor conmigo misma y con el mundo. J., gracias por devolverle paz a mi alma.

Ab.: ¿Qué decir sobre este diamante perdido? Porque sí, Ab., estás más perdido que un barquito de papel en el océano, pero quiero que sepas que te recuerdo cada día. Gracias a ti pude encontrar el valor en el fondo de mis entrañas para decir basta a aquella situación absurda. Gracias a ti pude mirar a mi alrededor y ver que destruía a otros sin querer solo por culpa de mi temor. Aunque no estás aquí para ver el cambio, quiero dejarlo plasmado, porque para mí es importante dejarlo por si un día, se acaso, entras a este Blog y te encuentras con estas palabras. Ab., a ti, simplemente, un beso.

L.: Mi diamante de hielo, así te he bautizado en secreto. Debo decir que al principio me asustabas [aunque creo que aún me asustas un poco] pues tu comportamiento es tan... Sí, es frio, pero sé que no es a propósito o porque te caiga mal o algo así, es que tú eres así. Si J. es la calma luego de la tormenta, tú L., eres la calma antes de la tormenta. Esa calma fría y calculadora, que es el aviso de lo que se viene pero no es dañina per sé. Gracias a esa calma fría aprendí de ti, pero eso me gustaría decírtelo a la cara. L., a ti también, simplemente, un beso.

E.: Querida linda mía, mi pequeño diamante de fuego que se pierde por meses y luego vuelve sin saber cómo hacer las cosas en R. ¡Y encima con novio! Jamás me lo hubiera esperado, o tal vez sí, no lo sé. E., eres la personita más especial que he conocido en este último tiempo. Llenas los minutos de risas y color, tienes esa personalidad que anhelo, que me encandila, que me llena, que me encanta ver. Me gustaría aprender un poco de esa espontaneidad de la que posees, eso sería lindo. E., eres la chica más grossa que he conocido, nunca cambies.

Ja.: ¡Guapa hermosa de mi corazón! A pesar de que tú y E. son más bien parecidas en muchos aspectos, ambas son tan diferentes que me encantas de la misma manera en la que me encanta ella, pero de manera diferente. Mi diamante que es más estrella que otra cosa, porque eres tan inalcanzable que llega a dar miedo. Linda hermosa Ja., me has enseñado que sí, hay que tener ovarios para algunas cosas y tú definitivamente los tienes. Te envidio, envidio de manera sana tu fortaleza. Ja, prométeme que jamás vas a cambiar, que no dejarás jamás que alguien te cambie.

L. & I.: Mis diamantes siameses, tan lindos. Ustedes siempre juntos, es primera vez que veo a una pareja tan linda y tan unida en toda mi vida. A ustedes no puedo ponerlos por separado porque, a mi parecer, sería mutilarlos, así que para ambos va esto. L., I., muchísimas gracias por acogerme en su enorme familia cuando me sentía desvalida, muchas gracias por darme tanto cariño sin siquiera conocerme, gracias por estar allí hasta en mis peores momentos. Siempre serán diamantes hermosos, porque juntos brillan más que una estrella.

Mn.: ¡Tío! Suena tan raro esto en esta entrada, pero eres el diamante que tomó el lugar del tío sobre protector en mi vida, y me encanta. Puede que las personas lo vean como una estupidez y que no lo entiendan, pero gracias a que L., I., y tú me han acogido en su círculo enorme de gente linda, me siento viva, aunque nos veamos poquito. Mn., solo quiero decir que aunque las cosas a veces se vean raras, no lo son tanto, porque seguro ya aprendiste que el amor todo lo puede, ¿no?

Fe.: Último diamante pero no por eso menos importante. A tí, mi querido Fe., solo tengo que decirte una cosa porque lo demás siempre nos lo reafirmamos en las charlas que siempre tenemos. Fe., tú y yo estaremos juntos siempre, pase lo que pase, y siempre tendremos el apoyo incondicional del otro, ¿cierto?

Y lo último que debo agregar en esta entrada, que va para todos es...

Me siento súmamente afortunada de tenerlos como mis diamantes, no podría pedir nada más para ser feliz. Gracias a todos por dejarme ser el acero que los una, aunque algunos de ustedes ni se conozcan. De alguna manera encontré la manera de juntarlos a todos por una vez aunque sea, y es en este Update. Gracias a todos mis diamantes, por enseñarme todo lo que me han enseñado y por continuar enseñándome lo que falta mientras la vida y el destino nos quiera juntos.

Los amo a todos.

miércoles, 18 de enero de 2012

Despertar


¿Creíste acaso que podrías deshacerte de mi, mujer?

La voz resonó como un trueno, proveniente de todos lados a la vez. Ella tembló en el suelo, hecha un ovillo, sintiendo los latidos de su corazón casi en la cabeza, en los oídos, como si la estuvieran golpeando con un martillo. Un golpe en las costillas la hizo soltar un gemido de dolor mientras las lágrimas no dejaban de rodar por sus mejillas.

Le habían tendido la peor de las trampas y ella... Ella había sido lo suficientemente ingenua para caer.

—¡Lo siento! —sollozó ella, con la voz desgarrada cuando él, sin pena ni gloria, la asió de los cabellos— Solo... No lo lastimes...

Un golpe de revés la envió de cara al piso, dejando su mejilla pegada a las frías baldosas de aquel pasadizo adoquinado. Ciega, ingenua y tonta, esos eran sus mayores defectos y, aunque había querido cambiar, nada había cambiado. Había abierto los ojos para salir del sueño, y se había encontrado de frente con la pesadilla.

Harás todo lo que yo ordene si quieres que esté completo, ¿comprendes?

Despegó el rostro del suelo y sacudió la cabeza de manera afirmativa sin alzar la mirada solo por el terror que le causaba el tener que enfrentarse a esos ojos de nuevo. Pensó que todo había acabado antes, pero ahora su alma por fin del todo destrozada le decía que ella jamás conocería la libertad...

Ni el amor...

Era hora de colgar los guantes, de dejar de pelear, de volver a mirar el suelo. Al final de todo, solo allí pertenecía, ¿cierto?

Se levantó del suelo con un gemido de dolor por su costado y escuchando los débiles sollozos de la habitación contigua. ¿Cómo podía acaso existir una mente tan enferma para causarle tal dolor a una criatura tan pequeña y frágil? No lo sabía, pero sí sabía que si se atrevía a alzar la mirada ambos lo pagarían muy caro. Tragó saliva con dificultad, sentía que su garganta era más que eso un desierto seco.

—Sí, señor —susurró suavemente ella, de una manera tan sumisa que él sonrió.

Me gusta cuando comprendes, mujer...

Por un segundo ella pensó, imaginó, soñó despierta que él iba a irse por donde vino para nunca más volver, pero no fue así. Él volvió a asirla de los cabellos y la arrastró por el pasillo hasta la habitación, sentándola con rudeza frente a su instrumento de trabajo. Fue entonces que ella sintió pánico, un terror horrible por lo que fuera a suceder a continuación. Su respiración se ralentizó hasta que solo fue un suspiro, casi como el último suspiro de un alma que se va, solo que este era eterno. O casi eterno.

Disfruta tu última noche de libertad con el bastardo, mañana vuelves a ser toda mía.

Y sin decir más, salió de la habitación dejándola sola con su miseria y su dolor. Y lo que era peor, ella comprendía que él no lo hacía por caridad, sino para mostrarle que él volvía a mandar allí, que ella volvía a estar a su merced, que todo estaría como estaba antes y que, si quería un poco de libertad a su manera de carcelero otra vez, tendría que lamer sus zapatos para conseguirla. Recordar el concepto que él tenía de "buena chica" le devolvía las arcadas casi olvidadas a su apretado estómago.

Con un último suspiro encendió su instrumento de trabajo y se dijo, muy a su pesar, que ese sería el paso al adiós de su libertad y su amor. Y por un segundo, en el fondo de su alma, deseó no encontrarse con él porque eso sería romper su corazón de nuevo a cada palabra escrita.

Ahora volvía a ser una mujer sin sentimientos, con un corazón de hielo y con su alma marcada por un señor...

~

Al amanecer, cuando las gotas de agua helada la obligaron a abrir los ojos, ella suspiró.

¿Estas despierta?

Como si no lo supiera. Soltó un suspiro suave antes de levantarse del suelo frio, cerrar la llave de la regadera y comenzó a quitarse la ropa con cuidado y algo de vergüenza.

¿No dirás nada poético, para sellar este bello momento?

Se estaba burlando con todo de ella. Estaba dejando escapar su odio visceral, aquel odio puro y duro que había tenido tiempo para cosechar. Y ella lo iba a dejar. Y le iba a dar incluso razones para que la destrozara de una vez y para siempre.

—Abrí los ojos y desperté... —susurró, arrojando la ropa mojada al suelo a sus pies. Él la observó, con los labios apretados en una macabra sonrisa— Y me di cuenta que había despertado del sueño solo para entrar en la pesadilla...

Aplausos suaves pero lúgubres se alzaron en la pequeña estancia y ella, mirándolo por primera vez a los ojos luego de tanto tiempo logró ver la maldad, el odio, el rencor. Y esos sentimientos estremecieron su alma tanto como el frio que le calaba los huesos, haciendo que su cuerpo se desplomara en el suelo.

domingo, 15 de enero de 2012

Matisyahu - One Day

Porque a veces las palabras sobran y nos olvidamos de lo primordial, de lo que de verdad es importante. Para todos los que lo han olvidado, y también para los que no, un mensaje de esperanza.

Gracias Marki, gracias por recordarme que SIEMPRE hay esperanza, aunque no queramos ver que está allí.


A veces me pongo bajo la luna
agradezco a Dios que respiro y rezo...
No me tomen pronto
la causa, de que estoy aquí por una razón

A veces en mis lágrimas yo me ahogo
nunca le deje que me deprimiera
Abajo mi reacción negativa
se rodea, sé que un día todo girará

Porque...

Toda mi vida he estado esperando
he estado rezando por la gente
para decir que no, no queremos luchar más
no habrá más guerras, que nuestros niños jugarán

Un día, un día, un día
Un día, un día, un día...

No es sobre ganar o perder
porque todos perdemos
cuando se alimentan las almas de los inocentes.

El dolor mojado de la sangre
mantenerse en movimiento
aunque la estadificación del agua en este laberinto
se puede perder del camino.

[Su camino], que puede volverse loco
pero no deje que le perturbe de ninguna manera
[De ninguna manera]

A veces en mis lágrimas me ahogo
pero nunca dejo que me deprima
Abajo mi reacción negativa
se rodea, sé que todo girará

Porque...

Toda mi vida he estado esperando
he estado rezando para la gente
para decir que no, no queremos luchar más
que no habrá más guerras, que nuestros niños jugarán

Un día, un día, un día
Un día, un día, un día

Un día todo esto cambiará
tratar a la gente de igual
terminar con la violencia
terminar con el dolor

Un día todos seremos libres y orgullosos
de ser de la misma manera
cantando canciones de libertad

Un día, un día...

Toda mi vida he estado esperando
he estado rezando para la gente
para decir que no, no queremos luchar más
que no habrá más guerras, que nuestros niños jugarán

Un día, un día, un día
Un día, un día, un día...

sábado, 14 de enero de 2012

Im... Just a toy for you...


Siempre se había preguntado qué era ella para él...

Y al fin había llegado a una conclusión...

Era su juguete personal.

Y lo que era peor es que no le importaba...

miércoles, 11 de enero de 2012

Princesa de Porcelana


Porque una palabra es importante, pero muchas... Muchas palabras hacen la diferencia.

Él creía firmemente en que ella valía la pena ser salvada, por eso tendía sus brazos hacia ella, para que se decidiera a saltar con confianza.

No puedo, me romperé... —sollozó ella, mirando el precipicio. No quería mirar al otro lado del mismo, porque temía alzar la mirada y darse cuenta que la voz no era más que una ilusión.

Mi princesa de porcelana... —la llamó él, viendo aquel cuerpo tembloroso de ella dudar en suaves espasmos, como si el frio viento le causara dolor— No te preocupes, si te rompes siempre podemos pegar las piezas de nuevo. Ven, salta...

Ella alzó la vista y lo vio, sintiendo el peso de la duda en su frágil corazón...

Y saltó.

Y él la aferró desde el otro lado en un abrazo tan cálido, que el hielo y el frio que la envolvían se desvaneció.

¿Ves que no fue tan difícil? —susurró él, contra su oído, escuchando esos mudos sollozos casi con su propio corazón en la mano.

Pero estoy rota ahora —gimió ella, mirando sus pedacitos regados por el suelo.

Podemos hacer algo con esto —él tomó el rostro de ella entre sus manos cálidas y le besó la punta de la nariz, arrancándole un sonrojo—. Tengo tiempo, mi princesa de porcelana...

viernes, 6 de enero de 2012

Amar[te] Duele


Más sencillo no puede ser.

Amar te duele, pues el significado del verdadero amor se ve en el dolor que el mundo provoca en esos corazones que tratan de ser uno. Más jamás podrán separarse porque luchan contra ese dolor.

Amarte duele, pues mientras más me pierdo en tus ojos, más se reafirma aquel sentimiento de no pertenencia, de que somos y estamos así y que nada jamás cambiará.

jueves, 5 de enero de 2012

Visita



Deja de llorar... Por favor, deja de llorar...

No importaba cuantas veces ella dijera aquellas palabras, él no la escuchaba. Y le desgarraba su muerto corazón la impotencia que pesaba allí dentro.

Ángel se arrodilló frente al altar, como cada día, acariciando su fotografía, y en su muerta garganta se formó un nudo que la dejó sin el aliento que necesitaba para poder continuar en el limbo entre la cordura y la pérdida total de su razón.

Sentía tanto haberlo abandonado, tanto...Pero ya no había vuelta atrás, porque ella estaba muerta y él moría en vida a cada segundo que pasaba. ¡Oh, cuanto anhelaba devolverle su felicidad!

Lo vio tumbado en la hierba, entre las flores, y se largó a llorar con él, con sus lágrimas etéreas, irreales, lágrimas que no existían pues no eran físicas, eran del corazón. Su corazón lloraba, y gritaba, y estaba en pena por él... Por la persona a quién más había amado y a quien más había lastimado.

Te amo, Ángel...

Edén se inclinó sobre el cuerpo dormido de Ángel, de SU Ángel y besó su frente, haciendo que él se removiera en sueños, en pesadillas. Acarició con una de sus inexistentes manos los cabellos de él, sus mejillas y, con el dolor de su alma, emprendió el vuelo.

Ese era el adiós definitivo, ahora solo esperaba que pudiera encontrar la felicidad y... Olvidarla.

martes, 3 de enero de 2012

Reflejo


Miré el reflejo que me devolvía el espejo y sentí lástima de la chica allí reflejada... Porque esa no era yo, no podía ser yo, no concebía que esa imagen fuera la mía.
Pero de manera horrible debo admitir que sí lo era, y no veo nada peor que esa pelirroja con los ojos nublados por un velo de tristeza y agotamiento que aún lleva los residuos de las lágrimas de toda una noche secas en las mejillas.
Y una nueva lágrima escapó de los ojos color chocolate de ella y rodó por su mejilla sonrojada, arrebolada por el frio de la madrugada. Y  supe que mi reflejo estaba haciendo lo que yo jamás podría hacer, así que lo golpee con todas mis fuerzas antes de derrumbarme frente a mí misma, porque no sería capaz de soportar esa patética imagen de mí misma.
Mi reflejo demostraba lo que yo jamás podría...

lunes, 2 de enero de 2012

Catarsis


¿Quieres sinceridad? De acuerdo, te daré tu sinceridad...

Termina de romperme, por favor. Mírame y dime que me odias, que me aleje, que no me quieres, que solo te molesto. Mírame y dime que deje de ir tras de ti, que deje de insistir, que deje de sonreír. Mírame y dime que me vaya a la mismísima mierda, que no quieres saber más nada de mí, que soy asquerosamente patética por continuar en una carrera donde siempre, SIEMPRE voy a perder.

Toma mi corazón, termina de aplastarlo. Quémalo, retuércelo, hiérelo hasta que no quede nada reconocible de el. Deja que las palomas le arranquen pedazos, que el hielo lo consuma, que se rompa en mil pedazos luego de caer contra el pavimento como la reliquia de cristal que es. Tenlo, no lo quiero, no lo necesito. Esa baratija de nada me sirve ya.

Acércate y zarandéame, grítame, hazme ver que esto no esta bien, que jamás estará bien y que por mucho que te quiera [ame], las cosas jamás cambiarán porque no soy nada, NADA para ti. Y haz que tus palabras sean duras y afiladas como un cuchillo carnicero, por favor, porque creo que solo así, terminando de asesinar a mi corazón, podré darme cuenta que de nada sirve quererte [amarte].

Ven frente a mí y mírame con tus ojos oscuros y estrellados con la misma frialdad que envuelve ahora mi corazón. Termina de consumirlo en fuego y hielo, termina de matarlo, de asesinarlo para que jamás vuelva a latir otra vez. Arráncale todo el combustible, toma toda la sangre de mis venas y arrójala como lluvia sobre el océano para que este se la lleve, pues de nada me sirve a mi.

¿Falta más? Claro que sí, claro que falta mucho más... Pero sé que no vale la pena continuar porque este corazón roto, fallado, moribundo y sin valor ya está en la basura...

Y espero que nadie lo saque de allí, por mi propio bien.

domingo, 1 de enero de 2012

Alucinación


Cerré los ojos y desapareciste como por arte de magia. Cuando los abrí de nuevo allí estabas, entre brisa, estrellas y color. Volví a cerrarlos y desapareciste, así haciendo desaparecer tu voz también. Al abrirlos por segunda vez ya no estabas allí y, desesperada, te busqué dando vueltas entre la confusión.

Y entre vueltas y más vueltas parpadee y, al cerrar solo ese segundo los ojos, pude verte otra vez. Decidida me senté en la esquina, sobre las cerámicas frías y cerré los ojos, suspirando y corriendo hacia ti en aquel mundo donde nada era real. Sé que no eres real, pero por lo menos así puedo tenerte conmigo.

Brazos Abiertos


Como jamás se había sentido en aquella situación común... Estaba aterrada. Su cuerpo no podía dejar de temblar en espasmos suaves pero, a su vez, también era incapaz de responder ante los pedidos de su mente. La parálisis era igual de potente a los temblores, y estaba sumamente asustada por ello. No podía terminar de comprender qué era lo que le pasaba, pero sabía, en el fondo de su ser, que tenía que ver con él.

—No, tienes que sacarlo de tu cabeza —se ordenó, tratando de que su voz no saliera temblorosa.

Fracasó horriblemente en aquel intento, por lo que soltó un gemido ahogado que quiso ser susurro y cerró los ojos, buscando en su mente aquella calma previa a la tormenta de emociones que solían dominarla [para bien] cada vez que se encontraba a punto de hacer lo que iba a hacer.

—Salimos ahora —susurró una voz en su oído, haciéndola dar un pequeño saltito de sorpresa.

Sacudió la cabeza ligeramente, sus cabellos rojos cuidadosamente alisados para aquella ocasión especial moviéndose de un lado a otro de manera grácil, como un suave manto de seda al viento de primavera. O como el fuego que crepita en medio de la noche culpa de la brisa marina. Suspiró una vez más, se ajustó la cazadora de cuero que escondía apenas la ajustada blusa de volantes que llevaba y se miró los zapatos de tacón alto, buscando en ellos la respuesta. De pronto notó en sus pantalones rojos una extraña mancha, vino quizás, pero no pudo pensar más en la manera en la que habría llegado la mancha a ese lugar, pues el brazo del bajista la asió suavemente de la cintura, dirigiéndola al escenario y susurrando en su oído.

—Cambiamos la primera canción —le dijo con calma y suavidad, más ella sintió ahora mucho más pánico del que antes había sentido—. La uno por la ocho, ¿de acuerdo?

No le dio tiempo de reaccionar, pues ya se encontraba subiendo los peldaños de la escalera que daba al escenario, una pequeña tarima de madera maltrecha y apolillada. Los aplausos se alzaron a su alrededor y sintió cómo su corazón se aceleraba cuando, luego de unos pasos eternos, ella se plantó frente al micrófono. Despegó suavemente los labios y saludó de manera tímida, haciendo que los gritos de énfasis de los asistentes repletaran el pequeño establecimiento antes que, como al calor de la chimenea, las notas la envolvieran suavemente, lentamente. Cerró los ojos y se concentró un segundo eterno antes de volver a abrirlos y...

Acostada a tu lado, aquí en la oscuridad
Sintiendo tu corazón latir con el mío
Suavemente susurras, eres tan sincero
¿Cómo podría nuestro amor estar tan oculto?

Allí estaba, en primera fila, entre el público. Alucinación o no, estaba allí, era real o solo un producto de su imaginación, pero estaba allí y, si las fuerzas le aguantaban para soñar despierta por más tiempo, podría llegar a ser algo tangible. Su rostro con aquella radiante sonrisa en los labios. Sus ojos como dos pozos oscuros de cielo abovedado pero con el brillo de un millón de estrellas en su interior.

Navegamos juntos
Nos distanciamos
Y aquí estás a mi lado

Sintió la tentación de bajar del escenario e ir a su lado, pararse frente a él y mirarlo a los ojos, perderse en esos pozos oscuros para simplemente estirar sus manos y tocar su rostro, sentir su calor, sentir lo tangible y real que era allí frente a ella, en aquel lugar en el que jamás pensó verlo. Y su corazón dio un vuelco espeluznante cuando le vio cerrar los ojos y suspirar, como si fuera un espectro, como si su alma solamente hubiera viajado desde aquel lugar lejano para verla a ella en ese momento especial.

Así que ahora vengo a ti
Con los brazos abiertos
Nada que ocultar
Cree lo que digo
Así que aquí estoy
Con los brazos abiertos
Esperando que veas
Lo que tu amor significa para mi
Abre los brazos...

Tomó el micrófono entre sus manos con fuerza, arrancándolo del pedestal y con una lágrima rodando por su mejilla cuando se dignó a cerrar los ojos para no ver esa imagen, ese juego de su mente por tenerlo allí con ella, a su lado, viéndola, sintiéndose orgulloso de ella. Porque no podía soportar aquello, no podía pensar en que aquello no era real, porque eso sería... Mucho dolor para su corazón detenido en el tiempo.

Viviendo sin ti, viviendo sola
Esta casa vacía parece tan fría
Queriendo abrazarte, queriéndote cerca
Cuando quería que estuvieras en casa

Su voz se desgarró de una manera alta, fuerte, segura... Pero destrozada. Y las lágrimas no pudieron ser contenidas por más tiempo cuando, al mirar hacia el lugar en el que antes él había estado, solo se encontró con un lugar vacío entre dos personas que estaban inusualmente separadas. Eso fue suficiente para que su canto se impregnara de todas las emociones que le faltaban, ¿o no? No, no es que faltaran, es que ella las suprimía con demasiada eficiencia por temor a que la máscara se cayera de su lugar y luego no tener la entereza para devolverla a su rostro repleto de dolor y lágrimas.

Pero ahora que haz vuelto
Volviendo la noche al día
Necesito que te quedes... Sí...

Recorrió el escenario con pasos lentos, tambaleantes, como si al no verlo de nuevo allí su mundo, su ser, todo lo que tenía o las esperanzas que podía tener hubieran desaparecido. Y eso era demasiado para ella, porque ya no podría volver a ver ese cielo de madrugada, como sueño de domingo en la mañana. Ya no podría verlo más porque su rostro, porque sus ojos como cielo abovedado lleno de estrellas ya no estaban allí... Y con eso su voz se había perdido en el dolor de la agonía y en los gritos ahogados en la garganta, como besos muertos a flor de labios.

Así que ahora vengo a ti
Con los brazos abiertos
Nada que ocultar
Cree lo que digo
Así que aquí estoy
Con los brazos abiertos
Esperando que veas
Lo que tu amor significa para mí
Abre los brazos...

Los aplausos se alzaron en el lugar y ella bajó del escenario casi arrastrando los pies en su recorrido a la barra. Apenas estuvo sentada en el taburete pidió la bebida más potente de la noche y encendió un cigarrillo, con las lágrimas aún recorriendo su rostro sin parar, completamente incontenibles. Y cuando el líquido pasó por su garganta, quemándole, tampoco fue suficiente para que ella dejara de sentir ese ahogo seco como senderista perdido en el desierto.

—Feliz Año Nuevo —le susurró alguien y ella, llorosa, le miró a los ojos con aquella expresión desolada.

—Sí, como sea —fue todo lo que dijo antes de volver a lo que quedaba de su bebida y a su cigarrillo.

Porque en ese momento no tenía ganas de sonreír por la felicidad de otros, cuando su alrededor se veía tan oscuro... Y aún le quedaban catorce canciones más por delante.

Esa sería una noche definitivamente larga.