Quienes me inspiran a seguir

domingo, 23 de noviembre de 2014

Condena


Estaba condenada a continuar caminando entre las estrellas fugaces que no se detenían, todas ellas brillando con los colores del arcoíris. Estaba condenada a correr en busca de lo inalcanzable, sin ser capaz de brillar otra vez como una vez antes lo había hecho. Porque su centro lleno de arte estaba quebrado y no encontraba la manera de pegar los pedazos.

Estaba condenada a vivir con la sombra de Rigel a su zaga. Estaba condenada a sentir eso en su pecho, como si se enfriara y se rompiera a cada minuto, a cada segundo mientras ella avanzaba con la lluvia de estrellas fugaces.

Y quisiera solamente transformarse en una supernova, para así no tener que pensar más, para así no tener que sentir más. Para así no estar condenada al amor impuro de Rigel, ese amor sádico que siempre la había hecho caer y caer.

Estaba condenada a ser una masoquista y, seguramente, como una masoquista terminaría. Convertida en un profundo agujero negro lleno de pena.