Quienes me inspiran a seguir

domingo, 7 de abril de 2013

Océano


"Hay demasiada agua aquí y de pronto ya no sé nadar. Simplemente lo he olvidado, así como he olvidado muchas otras cosas. De pronto he olvidado cómo se lucha contra la corriente, cómo se avanza a través del hielo incluso cuando sientes que no vas a ningún lugar.

Así que ahora solo me dejo llevar, a pesar de todo.

Es un poco curiosa la forma en la que algunas cosas simplemente se evaporan mientras que otras, en cambio, parecen magnificarse incansablemente, formando un manto amplio y húmedo de un tela que no puede ser desgarrada.

Se transforman en algo tan insondable como el océano mismo.

¿Todos tenemos un océano así?

Quizás, puede que sí.

¿Quién lo sabe?

Yo no...

Aunque curiosamente, lo sé. Inconscientemente, lo sé.

Es demasiado amplio aquí. Demasiado turbulento. Y ya no me quedan fuerzas para poder continuar con este camino... o con esta maratón a brazada larga...

Pero incluso aquí, a veces... logro escuchar los estallidos de las balas en la distancia..."



¿Qué? ¿Simplemente allí acababa la nota? ¿Ningún pedido de auxilio, ninguna indicación, nada que lo alentara a hacer algo estúpido, ilógico quizá?

Miró la botella que estaba en su mano y luego la nota arrugada y un poco húmeda. Las letras garabateadas en la nota eran lo suficientemente legibles aún, por lo que sabía que el mensaje había terminado simplemente allí, en eso. En ese mensaje no había siquiera un continuará.

Pero de pronto sus ojos enfocaron una letra, una sola letra incluso más legible que todo el contenido de la nota en la botella que había viajado hasta él por ese basto océano. Una simple letra que puso su mundo de cabeza. "V". Eso era todo, no había más... Pero en cierta forma sí lo había.

Renovado en su espíritu sacó un pedazo de papel y un lápiz, garabateando una corta misiva antes de meterla en la botella y arrojarla con todas sus fuerzas de vuelta al océano. Una misiva de esperanza.

Luego se dio la vuelta y comenzó a correr. Tenía que prepararse todo lo rápido posible para encontrar a "V", así ella no quisiera ser encontrada.

jueves, 4 de abril de 2013

Caminos


Lyra le miró directamente, sintiendo que el resplandor de Rigel la llenaba por completo. Incluso él parecía un poco asustado, pero también se le notaba lejos mucho más decidido. Ella no era ni la mitad de valiente que él y eso solo lograba asustarla incluso un poco más.

—Tus palabras son grandes y pesadas —comenzó Rigel a decir, tratando de sonar menos duro. Pero era complicado. Todo entre ellos era difícil y complejo.

—Solo... déjame terminar, ¿si? —imploró Lyra, su voz apenas un hilo. Rigel asintió y ella prosiguió mientras el puente que los conectaba se disolvía en polvo de estrellas— Podemos simplemente seguir nuestro camino como si jamás nos hubiéramos conocido, como si jamás hubiéramos tenido esta conexión, como si jamás... —las palabras se atascaron en su garganta y tuvo que luchar con fuerza para poder sacarlas— Como si jamás nos hubiéramos amado.

—Ese es el caminó "fácil", supongo —suspiró Rigel.

La idea no lo alentaba lo más mínimo. Lyra asintió con la cabeza en un movimiento imperceptible antes de proseguir.

—Lo otro que podemos hacer es... tratar de que funcione. Algún día —ella dio un paso tambaleante sobre el puente que los conectaba por esos escasos segundos, pero retrocedió inmediatamente ante la inestabilidad del mismo—. Podemos esperarnos, si es que nos alcanza el amor y la paciencia. Podemos tratar de estar juntos cuando podamos encontrar la manera de estarlo, sin separarnos más que unas pocas estrellas de distancia. Podemos tratar... de juntar nuestros caminos...

Su voz, a cada palabra, había bajado hasta ser menos que un susurro hasta lograr simplemente apagarse. Y Rigel la observaba, pensativo. Porque en el fondo él también lo deseaba. Deseaba estar con ella y no estar demasiado lejos por si llegase a necesitarlo. Quería estar con ella y ayudarla a brillar, secar sus lágrimas cuando la soledad pesaba ya demasiado para su frágil corazón hecho de polvo brillante.

—Podemos intentarlo —dijo él por fin, una ligera sonrisa en sus labios. Una sonrisa para ayudarla a espantar la inseguridad.

Lyra dudó un minuto, esa sonrisa siempre lograba desarmarla por completo. Pero luego encontró las palabras que había estado buscando, las palabras y ese algo que tenía tanto miedo de expresar. Porque ella solo quería que Rigel conociera su lado feliz y sonriente, incluso cuando la máscara ya pesaba demasiado como para sostenerla sobre su rostro que se apagaba, como la estrella moribunda que era.

—Sabes que dolerá, ¿cierto? —inquirió, amargura en su voz.

—Sí, lo sé —afirmó él, apesadumbrado.

—Sabes que ya me duele, ¿cierto? —solo quería sacarlo, estar segura de que valía la pena el sufrimiento.

—A mí también me duele —aceptó él por fin, sorprendiéndola—. Pero podemos intentarlo. Y entonces el pasado no importará, entonces el dolor se habrá ido, entonces solo podrás sonreír y yo podré perderme en tu sonrisa. Podremos concretarlo y estar seguros de que valió la pena todo lo que tuvimos que pasar para poder andar juntos ese camino.

Aún cuando el puente estaba a punto de colapsar, de desmoronarse para distanciarlos de nuevo, ella se arriesgó.

Comenzó a andar por el puente hasta él, pasos inestables ante la inseguridad de dónde poner los pies. Pero él también avanzó y se acercaron definitivamente, abrazándose con fuerza. Y Lyra sintió que tenía un motivo, una razón, un lugar. Sintió que si él la esperaba, todo lo que debía cargar hasta ese momento valdría la pena de verdad. Su corazón rearmándose gracias a él se lo decía. Y ella creía, porque no había nada más que pudiera hacer...