Quienes me inspiran a seguir

sábado, 25 de junio de 2011

No te rindas





Dejó su espada a un lado, sentándose sobre la arena blanca del desierto en el que había caído. Sus azulados cabellos ondeaban a la suave brisa del atardecer, el sol comenzaba a bajar, el frío a instalarse para calar hondo en su corazón. La voz en su cabeza resonó fuertemente cuando cerró los ojos, agotada.

No te rindas, Miralys, sigue adelante.

-No puedo -masculló entre dientes, dejando que una lágrima fugitiva rodara por su mejilla-. Llevo días caminando, dando vueltas en este desierto... La armadura ya pesa, Señor, el escudo ha sido roto por el mal. No creo poder más.

No hubo respuesta y, resignada, se dejó caer hacia atrás sobre la arena. Sentía aún con los ojos cerrados el calor que le quemaba las retinas, aún con los párpados abajo podía sentir los estragos del quemante desierto que le quitaba la visión poco a poco. Suspiró cuando dejó de sentir el calor sobre el rostro, abriendo los ojos para notar que la noche había caído en el desierto con suma rapidez. Se levantó lentamente, sintiéndose agotada, con las extremidades adormecidas. La armadura que portaba aún estaba tibia gracias a los rayos de sol de la tarde pero no tardaría demasiado en enfriarse para hacerla sentir casi como en el centro de un témpano de hielo. Tomó su espada con la mano derecha y empuñó fuertemente el arma, dando un paso adelante, paso que se le hizo dificultoso, más que los demás. Cuadró los hombros, sujetando su rosario con la mano izquierda y dando otro paso, levantando un poco más de arena que en el paso anterior.

Tu puedes...

Ahora la voz no solo hizo eco en su cabeza, sino que en el desierto mismo, como un coro de ángeles celestiales que estaban allí para animarla a no decaer. Otro paso, esta vez mucho más firme, con mucha más voluntad y la armadura dejó de pesar. Se obligó a dejar el dolor, el cansancio, la sed, el hambre, todo sentimiento negativo que entorpeciera su marcha en el lugar más recóndito de su mente. Tenía que seguir, él dependía de que ella pudiera llegar a su destino, dependía de ella para salvar esas vida.

Estás cerca, no te rindas, Miralys

-Ya voy, Mercuccio -gimió al alba, cuando el sol comenzaba a despuntar en el horizonte lleno de dunas-. No tardaré más, amigo mío, no más...

Un grito en la lejanía, pasos acercándose, casi como caballos en el desierto. Apretó el rosario cuando vio en las entradas de la derruida ciudad aquellos caballeros que iban a su encuentro para impedir su avance. Apretó más el rosario, alzando el filo de su arma, dando pasos más rápidos y seguros sobre los adoquines que ahora se abrían paso bajo sus pies, lentamente, uno a uno. El primer jinete solo se detuvo a un par de metros, mirando a esa mujer que osaba profanar sus tierras. Quiso sentir lástima de ella, más una sonrisa socarrona se posó en sus labios al verla bien. Ciertamente era una mujer hermosa, con ese raro cabello azulado, con esos penetrantes ojos marrones, esas facciones desafiantes. El cansancio por atravesar el desierto pesaba en sus facciones también, más en su mirada estaba el brillo de la determinación.

-¿Que quieres, mujer? -inquirió el jinete, su armadura oscura brillando con el sol de la mañana.

-He venido por Mercuccio Seilen y no me marcharé sin él -dijo ella, alzando la mirada para enfrentar los ojos rojos del jinete.

Vete Miralys

-La ciudad ha caído -se mofó el jinete-, ahora estas tierras y todo lo que en ella habita es nuestro por derecho.

-¡Ustedes no pueden privar de libertad a las personas! -exclamó Miralys, aferrando más sus armas.

-Vete de aquí, mujer, o morirás al igual que tu amigo -gruñó el jinete.

¡Miralys, no!

-¡Mercuccio vive! -gritó ella alzando su arma, desafiando al jinete oscuro.

El jinete desenvainó su espada al tiempo que bajaba de su caballo para enfrentar a la mujer, que le esperaba en su posición de ataque, aferrando su rosario hasta tener los nudillos blancos. Pudo ver lo derruida que estaba la parte baja de la capa de la mujer, como faltaban pedazos de armadura en diversos sectores de su cuerpo, dejándola vulnerable. Alzó su espada de hoja negra y las chispas saltaron al primer choque de los filos. La mujer aguantaba con fuerza los ataques de su adversario, con una voluntad aplastante alzaba su arma, buscando con la hoja blanca los puntos donde causar daño efectivo pero no letal a su contrincante. El escudo del jinete voló por los aires cuando un choque certero de la hoja de ella lo hizo retroceder. Más jinetes se acercaron para rodearla, viendo su deplorable estado mientras continuaba su batalla contra el primer jinete oscuro. A la primera orden ellos atacarían a la mujer sin piedad...

Miralys, vete, vas a morir...

-¡No! -gritó ella, acertando un golpe de su filo en el costado del adversario, haciéndolo caer- ¡No me iré sin Mercuccio! ¡No me rendiré!

Dos jinetes la acorralaron y ella, con mucha dificultad escapaba de las lanzas que querían herir su ya cansado cuerpo. Sin soltar el rosario sujetó su arma con ambas manos, encomendándose a Dios para que la librara bien por lo menos hasta encontrar a su querido amigo. Con sus últimas energías rompió las lanzas de sus adversarios, abriéndose paso entre ellos hasta las puertas de la ciudad, allí, en campo podría perderles hasta recuperar energías. Corrió con todas sus fuerzas hasta uno de los caballos y lo montó con suma celeridad, tirando de las riendas para luego comenzar al carrera hasta las puertas de doble hoja. Escuchaba a los jinetes tras ella, podía sentir sus lanzas cerca de las patas del animal que montaba, tenía que ser rápida.

¡Vete!

-¡No me iré sin ti! -gritó al tiempo de sentir como una lanza atravesaba su costado izquierdo, botándola del animal.

Cayó sobre la arena y los adoquines sobre su costado derecho, aún aferrando sus armas con fuerza, sintiendo como la sangre se extendía en el otro costado de su cuerpo. Los jinetes volvieron a rodearla, acechándola desde sus lugares imponentes y ella sujetó la lanza que la había atravesado solo para quebrar la punta y que esta no la lastimara ya más si osaban tirar del arma nuevamente.

-Morirás ahora, mujer -habló uno, alzando su espada de hoja negra.

Miralys...

-No me rendí, Mercuccio -gimió ella, cerrando los ojos y esperando el final de todo aquello.

viernes, 24 de junio de 2011

Sentimiento




Eres TODO lo que yo quiero
todo aquello que ANHELO
cuando los instantes me parecen HORAS
cuando FALTAS más que ayer.

Y trato de OLVIDAR
este sentimiento que es más FUERTE
más fuerte que yo, que tú, que LOS DOS
dejarlo atrás es ver la VIDA pasar.

Y a veces SIENTO que te vas
siento que te PIERDO
¿O quizás ya te perdí, AMOR?
No me dejes VERTE partir.

Si me lo dices, a tu orden ASESINARÉ
MATARÉ este amor grande
agrandaré la herida que dejó el DOLOR
pero no me prives, NO, no me prives de ti.

Porque si no estás no SOY
si no estás no seré NADA ya
sin tu mirar soy CIEGA, amor
persona que no verá JAMÁS.

Porque eres mi SUEÑO
mi más grande ESPERANZA
mi razón para EXISTIR
mi fuerza para SEGUIR.

¡Ay, amor! ¡No sientas que me MARCHO!
¡No es VERDAD! ¡No te dejaría jamás!
¡Eres TODO para mí!
¡Mi MUNDO, mi ALMA, mi CORAZÓN!

Ahora déjame secar esa LÁGRIMA
morirá entre mi sentimiento de AMOR ETERNO
y desgarraré ese VELO
ese que nos quiere ALEJAR.

Te regalo mi SENTIMIENTO
es lo ÚNICO que tengo para dar
y ahora SOLO queda decir
no te marches JAMÁS...





No me gusta hacer acotaciones personales para mis escritos, pero siento que ahora es necesario hacerlo. No a modo explicativo, solo para sacar esto de mi pecho. Estas palabras no riman y tampoco es algo que tenga que pasar, me da igual. He expresado aquí todo lo que siento y espero sea comprendido por esos ojos que sé lo están mirando. Pueden ser muchos pares de ojos, tal vez pocos, eso no importa...

Un beso a todos los que leen esto, pero en especial a ti.

jueves, 23 de junio de 2011

Vicio




-¿Terminaste de fumar ya?

-De no ser así no estaría aquí adentro, ¿no crees?

-Ya... ¿No ibas a dejarlo?

-Iba, tiempo pasado. Ahora seré una viciosa por tiempo indefinido.

-Estás loca mujer, en serio que sí.

-Da igual.

-¿Y...?

-¿Y qué?

-¿Qué piensas de eso?

-¿Pensar de qué?

-De tu vicio pues, tarada.

-Nada... Ese cigarrillo se llevó cinco minutos de mi vida que no volverán.

miércoles, 22 de junio de 2011

Cáncer



-¿Por qué lloras? –preguntó la muchacha de cabellos ondulados, sentándose junto a la chica que llevaba un sombrero de lana y que se cubría el rostro con las manos.

-Lloro porque estoy enferma –sollozó la chica del gorro, quitándose la prenda de la cabeza y mostrando la falta de cabello-. Tengo cáncer…

-¿En serio? –la muchacha de cabellos ondulados acarició uno de sus numerosos caireles con cuidado, como pensando antes de susurrar- Yo también tengo cáncer, ¿sabes?

La chica se limpió las lágrimas mirando a su interlocutora y su frondoso cabello castaño que ondeaba al viento, sintiendo envidia de esos caireles que ella misma una vez portó.

-No parece –inquirió en un suspiro-. Yo tengo cáncer a la sangre.

La muchacha, aún acariciando sus cabellos ondulados miró las estrellas que brillaban en lo alto, sonriendo antes de mirar a su interlocutora.

-Pero no tienes que llorar por eso –animó la muchacha acariciando la cabeza rapada de la otra chica-. Ya verás como muy pronto te pondrás bien, te lo aseguro.

-¿Y tú qué tipo de cáncer tienes? –consultó la otra chica, recibiendo la caricia con incomodidad.

-El cáncer que tengo yo no tiene cura, querida –dijo con angustia la muchacha-. Si bien no parece que esté enferma y no necesito rapar mi cabeza como tú, los estragos que deja el paso de mi cáncer en mi alma son horribles –la muchacha dejó que de sus ojos color chocolate escapara una lágrima antes de proseguir-. Este cáncer es cáncer al alma, al espíritu y a la vida, me mata día con día y no puede ser extirpado. Este cáncer que me mata lo dejó el dolor de la vida… Este cáncer es producto de mi desdicha y jamás se irá.

La chica con cáncer a la sangre le dio un abrazo a la muchacha con cáncer al alma, compadeciéndose de ella en lo más hondo de su corazón antes de dejar de llorar por su suerte, que al fin y al cabo no era tan mala como la de esa chica, que moriría sola con un cáncer que no tenía ni tendría cura jamás.

Corazón



Lo he regalado en bandeja de plata, rodeado de gemas falsas, flores marchitas y canciones de barrio baratas.

Lo he dejado ir en la mano de un Caballero, que lo apresa con dedos fríos y le apunta con daga de plata.

Lo han mancillado, quebrado, herido y quemado, torturado hasta el extremo de apenas si poder sentir.

Y ahora yo lo veo, en el suelo, desangrado, congelado, medio muerto y pienso:

¿Y si hubiera hecho ALGO por él?

Tal vez... Tal vez deje de sentir, así va a dejar de morir...

Por eso, llévame contigo, Corazón. Llévame a ese umbral oscuro, a esas penumbras agobiantes, donde soy ciega sorda y muda, donde no puedo ni quiero defenderme.


-¡Muerte al Corazón! -gritó la multitud, antes de quedar en silencio con sonrisa en labios y antorcha en mano.

Desde Mi Ventana...



...Veo el cielo, las nubes y el sol y espero, soñando, apoyada de codos a la ventana que ese cielo brillante, lleno de colores y de beldad dure para siempre, hasta que las lágrimas se sequen, hasta que las luces se apaguen, hasta que mis ojos ya no vean, hasta que mi alma se apague como una vela que se consume...

sábado, 18 de junio de 2011

Gracias




El día de hoy quiero agradecer a todos y a nadie en particular, los nombres no importan ya a estas alturas del partido. Agradezco...

-Porque estás siempre allí

-Porque me aceptas tal cual soy

-Porque me quieres sin que nada más que eso importe

-Porque eres esa luz de vela que alumbra mis penumbras

-Porque me mostraste que las personas no son tan malas

-Porque me enseñaste a ver la vida con otros ojos

-Porque eres la calma luego de la tormenta

-Porque estás allí, aún cuando mis ojos no te ven

-Porque me apoyas en cada locura que escribo

-Porque me regalas tu sonrisa cada vez que nos vemos

-Porque estoy a gusto con tu compañía

-Porque en tus brazos me siento segura

-Porque existes...

Por eso y por mil cosas más... GRACIAS

Y gracias también a todas aquellas almas pasajeras que, comenten o no, leen lo que escribo y tal vez, solo tal vez, sienten lo mismo que yo siento. ¡Vivan las 5000 visitas!

Gracias a todos, un beso y un abrazo gente

jueves, 16 de junio de 2011

Adicción




Señoras y señores, lo admito por primera vez en mi vida...

Soy una ADICTA

Soy adicta a muchas cosas, lamento decir a todos aquellos que me tienen en alta estima.

Soy adicta al café, que caliente y humeante reposa en este minuto frente a mi, burlándose porque es la quinta taza que bebo diciéndome "Esta será la última y lo dejaré", sabiendo que jamás podré dejar de sentir su sabor amargo pasando por mi garganta, el líquido caliente dentro de mi.

También soy adicta al cigarrillo. ¡Oh, señoras y señores! ¡El cigarrillo será mi perdición, de eso estoy segura! Una vez lo dejé, debo decir, fueron seis meses en que la nicotina estuvo fuera de mi sistema pero, creyendo controlada mi adicción probé de nuevo, llevándome el cilindro de filtro forrado de blanco y con las palabras "Lucky Strike" grabadas en negro. ¡Perdición! Volví a la adicción de la nicotina con más fuerza de la que la había dejado.

Soy adicta también a la lluvia. Ustedes dirán: "Esa adicción no es nada mala". Se equivocan digo yo, pues cada vez que salgo a pasear en pantalones cortos bajo la lluvia termino una semana tirada en la cama con una fiebre de puta madre. ¡¿Cómo rayos?! Una adicción que un día me llevará a la pulmonía.

Por último, más no es la última de mis adicciones pero si la más intensa. Soy adicta a ti. Sí, tú que estás leyendo, lo sabes muy bien, sabes el efecto que provocas en mi. Soy adicta a todo lo tuyo, a tus palabras, tus besos, tus caricias... Soy adicta a tu persona y, déjenme decirle que de entre la larga lista de adicciones que aquí no quise detallar, esta señoras y señores es la más peligrosa. Si me niegan, si me dicen que debo dejar de ser adicta a ti, si me quitas tus palabras, tus besos y tus caricias yo simplemente moriría por falta de tu droga en mi organismo.

¿Saben que es lo peor de todo?

Que ser adicta a ti me hace bien y, lo que es peor, sentirse bien es adictivo...

miércoles, 15 de junio de 2011

Te invito a tomar el Té




Se quitó el sombrero de copa que llevaba puesto de manera galante, haciendo una floritura al tiempo que sus ondulados cabellos castaños se mecían con la brisa y el movimiento. Sonrió prontamente y volvió a colocar el sombrero en su lugar, acomodando ahora su saco de color púrpura oscuro, antes de ajustar mejor la corbata de raso color rosa que llevaba al cuello, sobresaltando en la camisa de chillón color verde.

-¡Bienvenidos a mi salón de Té! -exclamó la muchacha, dando una vuelta graciosa- Espero disfruten su día y recuerden, ¡pueden ser una de las parejas afortunadas en llevarse un chococcino gratis!

La pareja que entraba en el salón se sentó en una de las tantas mesas redondas finamente decoradas con manteles de diseños de cartas, los meceros vestidos de blanco y negro con corbatas de diseños también de cartas de juego danzaron con charolas de plata por los alrededores, dejando y tomando pedidos de todos los asistentes. Música del violín invadió la estancia y la muchacha, vestida cual sombrerero loco comenzó a dar vueltas por el lugar, entregando rosas rojas a las damas hasta que la música del violín se vio interrumpida por un piano suave, dándole la partida a la muchacha de subirse sobre el mostrador, captando la atención de todos.

-¡Hora del chococcino! -gritó batiendo palmas, tomando una linterna, bajando del mostrador y comenzando a danzar entre las mesas, encendiendo y apagando la luz- ¡¿Quién será el afortunado?! -canturreó con voz en grito, apuntando a un muchacho rubio y de profundos ojos avellanas que sonreía sin dejar de mirarla- ¡Tú! Tienes cara larga. ¡Anda, sonríe!

El muchacho se partió de risa cuando la chica tropezó con un charco de café que se le había acabado de voltear a un mesero, cayendo de bruces al suelo pero sin dejar de apuntarlo con la linterna.

-¡Es la maldición! -chilló ella, muerta de risa y acomodándose su sombrero- ¡Este muchacho me ha lanzado una maldición! ¡No habrá chococcino para él!

-¡Pero señorita! -exclamaron dos meseras, vestidas como rosas blancas a medio pintar de rojo que la ayudaban a levantar- ¡Es ley que se entregue el chococcino al elegido!

-¡Lo sé, lo sé! -asintió cantando la muchacha- ¡En esta hora serán dos chococcinos! -todos la miraron sin comprender- ¡Oh, vamos! ¿No entienden? -todos los meseros y meseras negaron al unísono, haciendo reír a los espectadores- ¡Niños! Uno para mí y uno para él.

Sin decir más se sentó frente al muchacho rubio que no dejaba de reír, sonriendo y quitándose el sombrero de copa que llevaba puesto...


Abrí los ojos sentándome rápidamente en la cama, notando que estaba aún en mi habitación. Parpadee un par de veces más, tratando de adaptarme a la escasa luz que se colaba por las cortinas descorridas y pasándome una mano por el enmarañado cabello castaño.

-Tengo que dejar de tomar chococcinos antes de dormir -mascullé dejándome caer de nuevo en la cama, abrazando la almohada con una sonrisa boba pintada en la cara.

domingo, 12 de junio de 2011

Tiempo




Te me escapas como si fueras arena y sal, o gotas de lluvia, rocío de la mañana. Trato de tomarte entre mis manos trémulas otra vez para que hagas de las tuyas cuando me siento en control, volviendo a fluir si no es que más aceleradamente, entonces, desesperada porque no puedo hacer que te estés quieto miro al cielo, llorando o porque fluyes muy rápido o porque viajas muy lento. Me dices a veces: ¡Eh! ¡Niña! ¡Ponte de acuerdo!, y yo me largo a reír cuando te miro otra vez y pareces llevar cara de reproche.

-Amigo tiempo -te digo suplicante- ¿Porqué no puedes viajar a la velocidad que yo deseo?

Tú, al contrario de la imagen de reloj con piernas que tuve una vez en mi cabeza, cruzas de manera elegante tus piernas, acomodándote mejor en el trono dorado en el cual estás sentado, con la imagen del cuadro de Dalí de fondo. Tus cabellos largos y negros se mecen con la brisa, tu rostro afilado y cetrino, tus ojos almendrados y de un ébano profundo, la sonrisa torcida de labios finos, todo el conjunto es altivo. Cruzas tus brazos al igual que tus piernas, sonriendo de manera torcida antes de contestarme, con tu capa ondeando a los pies culpa de la brisa.

-Amiga mía -me contestas altivo, casi jocoso-. Si YO fuera a la velocidad que tú quieres, ¿cómo crees que debería actuar para los demás? -preguntas, sintiéndote poderoso ante la palabra "yo"- Ley pareja no es dura, querida.

Tienes razón. Me siento en el suelo frente a ti, comenzando a tomar mis tantos papeles que dejé regados, mis tantos proyectos sin acabar, sintiéndome miserable porque podría concluir si solo tuviera un poco más de tiempo.

miércoles, 8 de junio de 2011

¿No te gusta...? ¡Pues te jodes!




Bajé del automóvil rápidamente, lanzándome a los brazos de mis amigos en solo un segundo. Los gemelos me abrazaron con fuerza, saludándome con grandes sonrisas en sus rostros y yo me sentí bien allí, con mi amiga rubia tomando la mano de su novia con fuerza y él allí conmigo. Terminé de saludar al resto del grupo y entonces, cuando quise decir algo, una voz me interrumpió, haciendo que todos se tensaran, incluyéndome.

-¡A ti te quería pillar! -exclamó apuntándome, saliendo de la casa de mis amigos seguida de su novio.

-Barker -mascullé tratando de calmarme, sintiendo el arañazo en mi mejilla derecha arder- ¿Ahora que quieres de mi? -inquirí de mala gana, llevándome un cigarrillo a los labios.

-¡Mira! -volvió a gritarme, estirando su brazo hacia mi. Estaba vendado.

Alcé una ceja y los gemelos quisieron salir en mi defensa, más los callé antes de que dijeran nada, dando un paso al frente, plantándole cara con todo el fastidio y cabreo de la tarde transcurrida. ¿Quiere guerra? Guerra va a tener.

-Eso te lo buscaste tú sola, a mi no me eches culpa de tu estupidez -mascullé todo lo contenida que pude.

-¡Me tiraste al suelo! ¡Deberías pagar por esto! -gritó con rabia, dando un paso hacia mi.

-¿Y quién va a hacerme pagar? -pregunté con sorna- ¿Tú? No me hagas reír, niña -agregué con tono despectivo.

-Vi... -susurró Anna, soltando la mano de mi amiga pelirroja, más Gabriel la detuvo con un seña.

-Vi nada, ya me cansé de esto -bufé ahora más fastidiada al cruzar mi mirada con la de su novio, que parecía indeciso de a quien apoyar-. Escúchame bien esto, Barker, porque lo diré solo una vez. ALÉJATE DE MI VIDA. Déjame en paz y vete a joderle la existencia a alguien más mira que no tengo tiempo para ti.

-¿Ahora quieres que me aleje de ti? -cuestionó sonriendo con malicia- Que yo recuerde, fuiste tú quien me rogó durante meses que no te quitara mi amistad, ¿me equivoco?

-Eso fue una estupidez de mi parte -dije quitándole importancia al asunto-. Haber sabido la clase de persona que eras en ese tiempo, créeme que te hubiera mandado a la mierda mucho antes.

-Por lo menos yo no tengo que andarle mendigando amor a nadie, zorra -me dijo, ampliando la sonrisa. Eso había sido bajo hasta para ella.

-Barker... -amenacé solo con su nombre, crispando los puños hasta que se me pusieron los nudillos blancos.

-¿Qué? ¿La verdad duele? -prosiguió, regocijándose en mi dolor- Lamento que tengas una vida tan mierda, que no te quieran ni tus viejos, que tu abuelo se esté pudriendo cinco metros bajo tierra, que hayas perdido a tu mierda de hijo -siguió, dejándolos a todos de una pieza- ¿Qué no lo entiendes? ¡Mátate de una vez, le harías un favor al mundo!

-¡Ninoska! -la llamó su novio, sentí un jaleo a mi espalda, de seguro mi gemela favorita se peleaba en los brazos de alguien para ir a darle un buen golpe.

-¿Qué? -cuestionó ella, acercándose otro poco a mi- ¿Ahora te mordiste la lengua o eres pura boca? -me quedé en silencio, repitiéndome que no lo valía, que no hiciera nada estúpido- Lo sabía, ni siquiera tienes el valor para defender a un muerto que lo único que hacía era sentir lástima por ti...

Y esa fue la gota que rebalsó el vaso. Sentí en medio de mi rabia una lágrima rodar por mi mejilla y alcé la mano, estrellándola contra su mejilla con toda la fuerza que me fue posible reunir en esos segundos. Gabriel me abrazó por detrás y forcejee para soltarme de su agarre para ir a darle otro golpe, mientras el novio de Barker la sujetaba a ella para que no se aprovechara de la situación. Quería contener las lágrimas, quería que viera que sus palabras no me lastimaban, pero a cada movimiento en que trataba de soltarme del agarre de mi amigo más dolor sentía adentro, como una vieja herida sin sanar, infectándose lenta y dolorosamente.

-¡Vuelves a poner el nombre de mi abuelo en tu sucia boca y...! -exclamé, forcejeando con el agarre de mi amigo.

-¡¿Y qué?! -me retó, también forcejeando contra los brazos de su novio- ¡No tienes el valor para hacer NADA! ¡Eres una zorra calienta vergas! ¡El viejo de mierda que te crió debe estar revolcándose en su tumba!

No sé como lo hice pero me solté del agarre de Gabriel con tanta brusquedad que me dolieron los brazos ante el jalón. A pesar de lo que todos pensaban tomé mi morral del suelo, encendí un cigarrillo y miré por última vez a esa chica que dijo ser mi amiga más leal en los momentos tormentosos, di media vuelta y comencé a caminar, ahogando el llanto para cuando estuviera lejos. No sé durante cuanto tiempo caminé, pero mis pies me llevaron al muelle donde pasamos tanto tiempo juntas charlando y riendo luego de nuestras horas de escuela. Me senté en "nuestra" banca, junto mirando al mar y asesiné el cigarrillo con una última calada, dejando que cayera la colilla al suelo con gesto despreocupado. Acerqué las piernas a mi pecho y las rodee con mis brazos, hundiendo la cabeza entre mis extremidades, largándome a llorar como una magdalena cualquiera.

-Hija -escuché a mi lado, antes de que unos brazos fuertes me rodearan-. Ya... Ya pasó, tranquila...

Y grité, dejando salir toda mi frustración. Grité que estaba cansada, que no quería más guerra, que me dejaran en paz mientras una de las manos de mi amigo se enredaba en mi cabello, acercando más mi cabeza a su pecho, dejándome escuchar el latir de su corazón, que comenzó a calmarme lentamente. Me quedé así un buen rato hasta que mi respiración se hubo calmado por completo y las lágrimas estuvieron por fin contenidas, decidiéndome a alzar la cabeza. Gabriel me miraba con sus brillantes ojos verdes anegados en lágrimas, sintiendo mi dolor y le agradecí estar siempre allí para mi en lo más hondo de mi corazón.

-¿Que pasó luego? -me atreví a preguntar con un hilo de voz.

-Kari y Anna salieron tras de ti, pero te perdieron la pista -explicó alargándome un pañuelo-. Sabía que te encontraría aquí, pequeña...

-Gabo... -musité levantándome lentamente- Llévame a casa, por favor -supliqué tratando de no largarme a llorar de nuevo.

No dijo nada, solo se levantó y rodeó mis hombros con uno de sus grandes brazos, conduciéndome de vuelta a donde estábamos antes. De camino a su automóvil llamó a mis amigas, que al vernos llegar me rodearon en un abrazo apretado que logró calmarme lo suficiente para no echarme a llorar otra vez. No había no rastro de Barker y Will, lo cual agradecí profundamente. Me metí al auto rápidamente, bajé la ventanilla y encendí otro cigarrillo, sintiendo mi garganta arder de dolor más le resté importancia. Ya todo me daba igual...

Cuando llegamos a casa me encontré con Alexa, que me miró como si fuese un fantasma, más no dijo nada. Yo solo me digné a encerrarme en la habitación, colándome entre las mantas y volviendo a llorar en silencio hasta que me caí rendida ante el sueño producto del cansancio, culpa de las emociones contenidas ahora saliendo a flote. Recordé en la duermevela del sueño, en ese estado de semi inconsciencia lo que una vez me dije a mi misma luego de pasar una dificultad muy adversa.

-¿No te gusta...? -pensé aquella vez, muerta de frío culpa de la lluvia que mojaba mi cuerpo- ¡Pues te jodes! Así es la vida...

domingo, 5 de junio de 2011

Quédate




Ven aquí, junto a la rosa roja, junto al lirio que sonrosado en tonos suaves espera junto a mi cuerpo, haciendo contraste, brillando bajo la intensa e infinita luz de luna.

Ven a mi lado, si acaso me quieres todavía, yo te espero con los brazos abiertos, con las lágrimas ya secas y los besos repartidos cual pétalos de rosa sobre la cama donde me hiciste tuya.

Quédate junto a esta alma vagabunda, átala con tus cadenas, con tus brazos, con tu amor, que como sentimiento infinito deje de hacerme vagar en el limbo de mis emociones.

Quédate junto a mi, prisionera de tu amor, de tus palabras y de tus versos, de tus risas y lágrimas, prisionera de tu mundo lleno de colores cual amanecer de fantasía.

Márchate...

Márchate para que ya no duela más ese minuto de ausencia, en que tus brazos me dejan suspendida en la nada y me largo a llorar.

Quédate con ese corazón congelado que era mio, ahora es tuyo, te lo regalo para que no te sientas solo al caminar.

Quédate con esa página llena de cuentos de Caballeros de brillantes armaduras, las escribí para ti, quedatelas...

Quédate con esa llave que colgó junto al candado que colgaba en el dije de mi cuello. La llave te pertenece, siempre que quieras abrir la puerta, podrás hacerlo si la guardas y la llevas contigo.

Quédate con mis sentimientos, no los necesito si tú no estás a mi lado...

Adiós te digo ahora, porque ya te lo di todo, hasta la vida. No tengo más que ofrecerte.

Lo siento...

Música y Heridas [Relato de una Soñadora]




Cada nueva canción que escucho crea un efecto devastador en mi persona, mágica y soñadora, me dije una vez mientras me miraba al espejo, viendo como las lágrimas resbalaban por mis mejillas sin razón aparente. Lo dije al darme cuenta que el motivo de mi llanto era la canción que escuchaba, la que, de alguna manera extraña había logrado calar tan hondo en mi ser que había destrozado las barreras, haciéndome llorar. Y no fue la primera ni la última vez. En los últimos ocho años ha pasado tantas veces que ya hasta he perdido la cuenta...

Iris - Goo Goo Dolls

"...Y no quiero que el mundo me vea
Porque no creo que ellos entiendan
Cuando todo está hecho para ser roto
Solo quiero que veas quien soy..."


Más de una vez he llorado hasta desvivirme con esa estrofa, arrullándome a mi misma en la esquina de la habitación, con las luces apagadas, las palabras como roca grande en la garganta, el cuerpo helado de tanto estar en la misma posición. ¿Alguien alguna vez entendería lo que es sentirse así de solo, así de vacío, así de... Loco?

Es estúpido pensar así cuando estás tan rodeado de personas que te estiman, te quieren y te aprecian pero, al final la cruda realidad es que estás solo porque todo a tu alrededor se rompe, porque nadie puede ver lo que eres o lo que soy por mucho que nos esforcemos en que sea de otra manera.

Separate Ways - Journey

"...Si debes irte
Deseo que tengas amor
Nunca camines solo
Cuídate mi amor
Te extraño amor..."


Extrañar... Una palabra rara mal aplicada. Yo pensé que te extrañaba cuando pasaba dos horas sin tener noticias tuyas, cuando al irte ya sentía un vacío tremendo instalarse en mi corazón, cuando me ponía mal si no contestabas mi mensaje o mi carta. Hoy, ya pasados más de no sé cuantos días sé lo que es extrañar de verdad, extrañar fuerte, extrañar tanto que te mueres por gritarlo.

Extrañar de verdad no es sentirse morir mientras suspiras su nombre a los diez minutos que se ha marchado, extrañar de verdad es todo lo contrario, cuando pasados diez minutos de tu reloj te preguntas: "¿Y si le pasó algo?". Entonces te pones neurótica pensando en que puede necesitarte y tú no estás allí para ayudarle.

Duvet - Bôa

"...Estoy cayendo
Me estoy marchitando
Me estoy ahogando
Ayúdame a respirar
Estoy lastimando
Lo he perdido todo
Estoy perdiendo
Ayúdame a respirar..."


Cuando sientes con tanta fuerza la ausencia de todos y de nadie al mismo tiempo es cuando comienzas a sentir pánico. Pánico de estar realmente solo, de no poder vivir si esa persona, quien sea, no está a tu lado. Gimes, lloras, ruegas que venga a tu lado, que te ayude a salir adelante, que te tienda la mano para sentirte seguro al caminar porque sientes que no hay lugar más seguro que entre sus brazos. Y tienes miedo de que todo eso se vaya al carajo, entonces comienzas a cambiar el color de tu alma, las barreras que antes había echado abajo comienzas a alzarlas de nuevo, esta vez más altas y más fuertes. Más duras de tirar abajo.

Y cuesta respirar cuando no está a tu lado... Entonces te das cuenta que estás ta vacío como cuando todo comenzó, solo que más herido y con más miedo de confiar, pero igual de vacío, porque más vacío no puedes estar.

While Your Lips Are Still Red - Nightwish

"...El primer día de amor nunca volverá
Una hora de pasión nunca es desechada
El violín, la mano del poeta
Cada corazón descongelado toca tu tema con cuidado..."


Y volvemos al principio, cuando estabas solo, asustado y desconfiado. Ahora te encuentras (o me encuentro) de nuevo en solitario, de nuevo muy asustado y mucho, mucho más desconfiado que antes. Pero eres masoquista y sigues soñando con aquellos días de risas, entonces comienzas a cantar las canciones que más entierran la daga en el corazón, sintiendo como sangras y te gusta. El sentimiento que te causa, ese dolor es tan placentero, tan llenador, que ahora crees no poder vivir sin él porque esa persona era la única que te hacía sentir ALGO. Ahora que no está, incluso ese dolor, esa amargura no quieres dejarla ir porque es el último vestigio que te queda de su presencia, de saber que alguna vez fue REAL.

Something About Us - Duft Punk

"...Te necesito más que cualquier cosa en mi vida
Te deseo más que cualquier cosa en mi vida
Te extrañaré más que a nadie en mi vida
Te amo más que a nadie en mi vida..."


Entonces llega, con las últimas palabras que echas al viento, la hora de decirle adiós, sellando todo en su lugar y volviendo a ser la misma persona de antes. Amargada, deprimente... Una máscara, un vestigio de lo que fuiste, si acaso, alguna vez.

Liz~