Quienes me inspiran a seguir

lunes, 11 de enero de 2016

30 días, 30 relatos - Día 6

6.- Empieza una historia con "Estoy parada en la ventana de mi cocina..." (Sé creativo, haz que la historia quede con un género de misterio, horror, romance, etc.)





Estoy parada en la ventana de mi cocina... Bueno, no precisamente la ventana. El ventanal que hace de puerta hacia el preexterior, un pequeño espacio con un montón de cosas amontonadas. Un espacio de uno por uno donde, al otro lado y frente a esta puerta con ventana, hay barrotes que impiden que te lances al vacío.

Ese espacio, al otro lado de esta ventana llena de grasa es donde me encuentro. Metafóricamente. Un espacio igual a ese, dentro de mí. Con los sentimientos que dejaste amontonados, desordenados, pudriéndose llenos de polvo porque los dejaste para que se pudrieran. Porque tu pereza fue más grande que tu pseudo amor, y porque tu comodidad fue más efectiva que el moverte para ir por mí.

El fuego de la cocina está prendido, la leche alcanza su punto de ebullición, igual que mis sentimientos, y comienza a pegarse al fondo de la cacerola. Y mis sentimientos pegados al fondo de ese cuarto al otro lado de la ventana de la cocina, quemándose igual que la leche al fuego.

Y te extraño. No a ti, al idiota que eres ahora. Extraño a ese hombre que me abrazaba por la espalda cuando no estaba tomando atención. Extraño a ese hombre que me acompañaba sólo para verme cocinar. Al hombre que se movía, que caminaba a mi lado. Que miraba hacia el otro lado de la ventana para escuchar la lavadora girar. Girar como mi mundo cuando me mirabas y sonreías.

Pero me has abandonado.

Me dejaste en este pequeño cuarto, encerrada con llave. Y no puedo mirar por la ventana porque está empañada y llena de grasa, y no puedo lanzarme al vacío porque los barrotes son gruesos y rígidos.

Me dejaste con estos sentimientos podridos, con estas promesas llenas de polvo. Con tu inacción y mi necesidad.

El olor a quemado llama mi atención. Dejo de mirar por la ventana de la cocina, que no es una ventana, y remuevo la leche medio quemada con una cuchara. Y pienso en tus palabras de amor que, como esta preparación, son un asco y no valen nada.

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