Quienes me inspiran a seguir

jueves, 13 de agosto de 2009

Días de Lluvia

Todo en una mañana lluviosa, el día pintaba para permanecer recostado el día entero sin nada más que hacer, odiaba el sentimiento de desesperada nostalgia que se instalaba en su ser apenas veía los nubarrones ocultar totalmente el sol. No pretendía ponerse a averiguar si se trataba de soledad lo que le impedía salir de su cama, la tristeza que lo pegaba a las cobijas calientitas y reconfortantes o por el contrario el sentimiento de desamparo que le helaba el alma enteramente.

Toda la escuela se preguntaba por que El Príncipe de Slythering nunca salía en días lluviosos.

Di adiós, solo adiós

A todas las molestias, adiós

Adiós solo adiós

A no temer a las cosas que cambian, adiós

Y la pequeña mueca que simulaba una sonrisa surgió en su rostro, aún recordaba con total nitidez la cara de espanto de su padrino cuando descubrió que la lluvia lo sumía en una fuerte depresión, que el frío y cruel príncipe actuaba como un niño pequeño esperando por unos fuertes brazos confortantes.

No había una sola persona que se atreviera a entrar a su habitación.

No si amaban su vida.

Y eso se sentía terriblemente mal.

Sin rumbo, sólo camino

Al tesoro de los días que se cansan adiós

Las señales que voy dejando atrás

Son iguales que el viento del principio

Para esas alturas todavía intentaba ordenar sus ideas, hasta hace poco todavía tenía la fuerza de voluntad necesaria para salir a desayunar algo, vestido con ropa común y un suéter que por lo general le quedaba un poco más grande, su reto constituía en llegar al comedor en una sola pieza, mantener su orgullo intacto y no ponerse a tiritar bajo el brazo de Blaise, una vez logrado el primer reto, lo siguiente era ingerir lo que fuera y obligarse a no perderse en sus pensamientos mientras veía fijamente algún ventanal, la silueta lejana y sonriente de Potter o las barbas de Dumbledore que ni comiendo perdía su eterna sonrisa.

Más hoy era distinto. Hoy no podía pensar en la posibilidad de sacar la cabeza para ver si ya era hora del desayuno.

No era capaz, y eso lo frustraba.

Si no puedes hallar la manera

Hay muchos caminos sinuosos

Alzando la mano al cielo "Round & Round"

Pregunto al pequeño poema

Sintiendo inquietud por las tierras que aún no he visto

El calor de las mantas y sus propios pensamientos lo sumieron en un delicioso sopor que lo hizo caer en un profundo sueño, sabía que ninguna de las personas de su casa entrarían a verlo en un estado tan vulnerable, estaba a salvo tanto como podía estarlo así que se permitió dar rienda suelta a todo aquello que le daba vueltas desde hacía algún tiempo, más sin embargo pronto se cansó de ello, su cabeza no tenía la capacidad para nada, quería dormir, hacía frío y necesitaba que alguien fuera a encender la chimenea de su habitación.

Por favor canciones, díganme la verdad

Tu melodía

Sigue sonando dondequiera que esté

Aunque algún día me vuelva a perder

Si la escucho volveré a caminar ligeramente

Merlín, ¿Porqué hacía tanto frío?

-Sabía que hoy no te levantarías

No brincó cuando el delicado ruido de la puerta abriéndose inundó el silencio de la habitación, el tierno murmullo de aquella voz tan inconfundible lo obligó a notar la total falta de vida en ese lugar, escuchó ruidos por algunos minutos antes de sentir como el colchón se hundía por su peso justamente a su espalda, intentó sonreír, moverse para hacerle espacio o tan siquiera murmurar el "quédate" que tenía atorado en la garganta. Cuando la habitación comenzó a calentarse de nueva cuenta y las caricias en su cabello pararon, sintió como la calidez lo abandonaba súbitamente.

"No te vayas"

-Sé qué tan remilgoso eres con los zapatos en la cama así que me los quité

Di adiós, solo adiós

No tengo miedo de herirme adiós

Voy a desprenderme de todos los recuerdos

Que no puedo llevar en mi mano

El suspiro que intentó retener salió acompañado de las primeras lágrimas del día y el abrazo casi inconsciente en el que lo mantenía en situaciones así, si pudiera escoger entre salir en un día soleado o quedarse con él abrazando su cuerpo con todo su ser, sin duda se quedaría con la segunda opción. La frialdad se iba disipando lentamente mientras las manos en su cabeza le recordaban el por que sobrevivía a los peores días del año.

-Pan me dijo que hoy no bajaste a desayunar-La calidez y suavidad de su voz eran incluso relajantes-Afuera hay una tormenta tan fuerte que nos han suspendido las clases por el resto del día, los maestros dicen que es imposible enseñar nada si todos se mantienen más preocupados por sus mascotas o por los truenos

Quiso reír, imaginaba la cara de su padrino.

-En realidad creo que exageran, si hubieran puesto un hechizo alrededor del castillo... oh pero eso nos dejaría expuestos, como sea, no tenemos clases y he decidido pasar el día contigo

No le veía la cara, mas sabía de la sonrisa que adornaba su expresión.

-¿Aún si me ves así?-El susurro que era su voz fue apenas audible

-Aún si tengo que quedarme fuera de tus cobijas-respondió a modo de broma

Por favor canciones, díganme la verdad

Tu melodía

Sigue sonando dondequiera que esté

Aunque me pierda en algún lugar

Si puedo cantarla, caminaré tranquilamente

Adiós

El beso que depositó en su frente fue lo que hizo que inmediatamente diera la vuelta para hacerle espacio, ambos sorprendidos por tal acción se miraron a los ojos fijamente, Draco sonrió enternecido al sentirse acunado entre sus brazos y Harry cerró los ojos dispuesto a dormir lo que quedaba de la tarde con aquella serpiente revoltosa, altanera y tierna.

-No sé que haría sin ti-murmuró Draco contra su pecho

-Seguir conformándote con los torpes intentos de Blaise por consolarte

-Quisiera saber qué sería peor

-No amarte

Pansy cerró la puerta seguida por Hermione, ambas dieron un ligero asentimiento a Ron, Theo y Blaise que al instante relajaron su expresión, juntarlos a ellos fue la mejor idea que hubieran tenido en común, Harry se ocupaba en otra persona después de la guerra y Draco superaba todas aquellas cosas que lo atormentaban, sin duda la mejor de las ideas.

Fin

lunes, 8 de junio de 2009

Solo Amor entre Hermanos





No me di cuenta cuando comenzó este juego que yo mismo inicié, no el de confundirnos, sino más bien el de ocultarle a Hikaru la única verdad existente de mi amor hacia él.
Las cosas no iban a cambiar en lo absoluto, y aunque yo deseara el unirme a él en un solo ser eso no era posible, después de todo, era sólo amor entre hermanos, ¿o no?
Bueno, es sabido que desde siempre Hikaru y yo hemos sido muy unidos, no solo por ser hermanos, sino más bien por sentir que éramos lo único que teníamos en nuestro pequeño y hermoso mundo, sin invasores que perturbaran nuestra paz y amor, un mundo solo de nosotros… Hikaru, nuestro amor, y yo.
A pesar de saber que Hikaru jamás llegaría a amarme como yo le amo a él no deseaba perder las esperanzas. Un día ni tarde ni temprano me armaría de valor y le daría a conocer mi sentimiento más oculto, lo único de lo que mi amado hermano no estaba enterado, un día le diría lo que realmente me hace sentir cada vez que fija sus preciosos, profundos y brillantes ojos en los míos, rodeándome en un cálido abrazo que deseo jamás termine, ese contacto que me hace sonrojar estremecer de la emoción al sentir la suavidad de su tacto buscando mi protección.
Pero ahora que lo pienso, temo que su reacción sea negativa pues no deseo perderlo, no deseo que nuestro hermoso mundo se derrumbe por mi culpa… ¿Qué debo hacer?
Creo que Hikaru ya lo sabe… Su mirada a veces es acusadora, y lo he atrapado susurrándole cosas a Haruhi. Tal vez no sea sobre mi, pero ¿por qué él cierra la boca o cambia el tema cuando me ve llegar? Puede que sea solo mi imaginación, pero aún así es sospechoso.
Debo ser cuidadoso… cualquier cosa que diga o haga puede hacer que él lo note. Estoy preparado, sin embargo, para cualquier cosa que se venga.
Creo que se acercan los del Host Club, debo detener, mi motor imaginativo ahora, después de todo no quiero levantar aún mucha sospecha.
-¡Kaoru!
Ahí viene… tranquilo, Kaoru, tranquilo… ¡Maldición, no puedo!
-Kaoru, ¿Dónde estabas?
Pensando en ti…
-Buscaba un libro en la biblioteca, ¿por?
-Tenemos una noticia importante, pero nuestro señor nos lo quiere decir a todos juntos. ¡Y falta Haruhi!
Haruhi… esa entrometida. Me hierve la sangre ver toda la atención que recibe de Hikaru. No lo merece, no merece estar cerca de él.
-¿Qué pasa, hermano?-me mira con ojos preocupados. Qué lindo se ve- ¿Te sientes bien?
-Si…-no puedo decir nada más. Veo a Fujioka acercarse lentamente. Que rabia me da.
-¿Kaoru, Hikaru, que pasa?-como si no lo supieras.
-Haruhi, te buscaba… nuestro señor nos necesitaba ahora en el tercer salón de música-se acerca a ella, la abraza y no puedo hacer nada para evitarlo… quiero que se aparte de él, ¡es mío!
-¿Kaoru?-me llama ella-¿no vienes?
-Voy en un momento, adelántense ustedes…
Los escucho irse, cerrando la puerta con suavidad… Antes siempre estábamos juntos, pero ahora hasta nos separa de nuestros lugares en el aula… ya casi no nos vemos fuera del Host Club…
Debo ir… no quiero no quiero hacerlo, verlo tan cercano a ella me lastima… se está alejando, lo estoy perdiendo y no puedo hacer nada para evitarlo. No… claro que puedo hacer algo… y lo haré.
Me abrigo rápidamente. Esta sensación es extraña, jamás había… jamás había odiado a alguien. Con desición salgo al pasillo, celular en mano, mientras escribo el mensaje que da la partida a mi plan. Todo está listo… ya no hay marcha atrás.
-¡Estoy aquí!-anuncio abriendo la puerta del tercer salón de música. Kiouya no me presta atención. Está, como siempre, metido en sus cuentas y papeles. Honey y Mori saludan con un gesto. Esos dos no pueden separarse, pienso sonriendo. Y mis tres protagonistas están viendo como me acerco a ellos. Con disimulo, sonrío, al notar que Tamaki tenía un color más pálido que el de costumbre. Eso significa que el mensaje le llegó dolorosamente directo. Haruhi se ve confundida, y él, mi Hikaru, me mira con rostro despreocupado e inocente, esa expresión brillante que tanto amo de él.
-Y bien, Tama-chan-sonríe Honey desde el hombro del gigantesco Mori- ¿Qué tenías que decirnos?
-Vacaciones-articula Tamaki dejándose caer en una silla-. Todos necesitamos vacaciones. El Host Club está cerrado hasta nuevo aviso.
-¡¿Por qué?!-articula Honey, al parecer un tanto triste por el hecho.
-Pues, la respuesta es simple-agrega Kiouya-, con Tamaki hemos notado que, más que nadie, los gemelos han decaído con su rendimiento en el Host Club, por lo que con estas vacaciones queremos separarlos para así ver si, cuando se reúnan de nuevo vuelven a ser los mismos.
Me quedo helado y de una sola pieza. Eso arruina completamente mi plan de separar a Haruhi de MI Hikaru. Esto esta mal. ¿Qué haré ahora?... Piensa Kaoru, piensa, se te debe de ocurrir algo, pero ya!.
-Los grupos serán los siguientes:-habla Kiouya con determinación- Tamaki, Mori, Honey y Kaoru irán a unas aguas termales por una semana, mientras que Haruhi, Hikaru y yo iremos a unas cabañas de campo en las montañas por el mismo lapso de tiempo.
Esto se no se puede poner peor, aparte de separarme de mi Hikaru, debe de ir junto a Haruhi. Aunque esto también puede servirme, ya que al ir con Tamaki podré adentrar ideas en su cabeza sobre Haruhi y Hikaru, en realidad si puede servir de algo este viaje... Pero aun queda un problema que resolver, ya que gracias a la fabulosa idea de Tamaki y Kiouya el lazo que tienen esos dos podría fortalecerse y así salirme el tiro por la culata.
-¡No… no puedes separarnos!-casi me desmayo al oír a Hikaru diciendo eso. Lo miré con sorpresa. Su rostro demostraba un profundo resentimiento hacia Kiouya y Tamaki, los que lo miraron con las cejas alzadas- ¡Es mi hermano, no puedo estar lejos de él!
¡Si tan solo supieras! ¡Pobre inocente, tierno, dulce y delicioso trozo de chocolate!
-Hikaru, debes hacer caso-saltó Haruhi en defensa de Tamaki-. Después de todo es el presidente del Club. Tienes que hacerle caso.
-Es el presidente del Club, pero aún así no maneja mi vida a su voluntad-Hikaru estaba al borde de las lágrimas-. No irás a ningún sitio, ¿verdad, Kaoru?
Me mira con esos ojos llenos de vida. Yo no sé que hacer, no tengo idea de qué decidir. Haruhi debe seguir defendiendo a Tamaki. No hay que dar ningún paso en falso ahora.
-Es el presidente del Club, Hikaru-susurro apartando la vista de sus hermosos ojos-. Nos vemos en una semana.
Doy media vuelta. La segunda fase del plan acaba de empezar. Va a ser doloroso, si, pero es algo que debe pasar. Lo lamento hermanito amado, espero algún día comprendas que esto lo hago por nosotros.
Me dirijo a nuestra habitación y me siento sobre mi lecho de sueño, estoy agotado, jamás había tratado así a Hikaru y sinceramente es algo que no me agradó hacer. Miro nuestra fotografía que descansa sobre el velador. Sonríe. Amable y humilde, bello, angelical y sincero. Lanzo un profundo suspiro y comienzo a armar la maleta para el viaje que dará la marcha a mi plan de una vez por todas. Ya no puedo detenerme.
Escucho pasos, corren agitados por el pasillo. Susurro su nombre para mis adentros pues se que es él quien viene por mí. Se abre la puerta con fuerza y volteo con expresión neutral para observar a mi bello Hikaru, el cual se ve molesto.
-¡¿Por qué hiciste eso, Kaoru?!-grita alterado, más trato, a pesar de lo dolorosas que suenan sus palabras, de no cambiar mi expresión-. ¡¿Es que acaso ya no quieres estar conmigo?! ¡Somos inseparables, Kaoru! ¿Lo olvidaste ya acaso?.
Sus palabras resuenan en mi cabeza como si me enterrasen dagas afiladas en ella. Lo observo y estoy casi a punto de retractarme de lo que dije, pero recuerdo porque hago todo esto y me detengo a tiempo.
-Hikaru… -susurro calmadamente- el aire fresco nos sentara bien a ambos. Últimamente te he notado distraído, tal vez esto te haga sentir mejor, mucho mejor.
-Pero yo quiero ir contigo…-una lágrima cruza su rostro con prisa. Yo ya no puedo más. ¡No puedo!
-Es suficiente, Hikaru Hitachiin-digo como si no fuera yo-. Mi maleta está lista, y no voy a quedarme más tiempo. Debes aprender a cuidarte tu solo. Yo ya no estaré ahí.
Tomando mi maleta recorro la habitación. Hikaru me mira como si lo hubiera golpeado. ¡Lo siento, Hikaru!
-Te detesto-la sangre se me congeló al escucharlo- ¿Cómo es posible que me hables así? ¡Yo siempre he estado cuando me necesitas! ¡No quiero verte más!
Despacio, maquinalmente, salgo de nuestro dormitorio. Cómo reaccionar ante esas palabras tan hirientes, no lo sé. Cómo pude volver en mí luego de escucharlo, no sé decirlo. Lo único que recuerdo es que salí sin decirle nada, caminando como un zombie sin destino. Me di cuenta cuando estaba golpeando la puerta de la habitación de Mori, y no tenía nada que decir cuando este abrió la puerta, preguntándome qué quería.
-Hikaru… discusión… me odia…-no pude decir nada más. Las fuerzas me abandonaron y mi visión se oscureció. Solo sentí los brazos de Mori alrededor de mí tratando de consolarme. Sabía demasiado bien que él no haría nada al respecto salvo escuchar lo que tenía que decirle, pero la pregunta era… ¿Qué debía decir en ese momento?
Lo último que recuerdo fue que lloré desconsoladamente en el hombro de Mori, que hablaba cosas sin sentido para él, que me faltaba el aliento cada vez que repetía su nombre, el nombre de lo único que le quedaba a mi vida, la única persona que hacia estremecer mi cuerpo, robándome el aliento con sus palabras dulces como la miel.
Llegó un momento en el que me detuve, luego de rebelarle la única verdad que existía en mi interior. Me puse pálido y frío como la nieve ante la mirada que el mayor me dirigía.
-Mori-senpai… yo…
Mori me condujo hasta un escritorio. Me sentó y salió de la habitación. Mis manos temblaban, no podía tener la vista fija en un solo objeto, mi respiración era entrecortada. ¿A dónde fue Mori? ¿Le habrá ido a decir a Hikaru? ¡Debo detenerlo, no puede hacer eso! Trato de ponerme de pie, pero las piernas no me responden y caigo de bruces al suelo. Maldición, que patético debo verme, ¿Qué pensaría Hikaru de mí si me viera así? Debo tranquilizarme, debo aparentar… pero su rostro, todo el expresándome su odio me quita las ganas de vivir… Ya no quiero más… No puedo más…
-¡Kaoru!
Lo escucho a lo lejos, ¿será mi imaginación?
-¡Kaoru!
Veo su rostro… se está alejando… Hikaru…
-Kaoru…
Sus lágrimas caen en mi rostro. Las siento… él está cerca de mí… es todo lo que necesito… no es necesario que lo sepa, es mejor para él que no se lo diga. Él me quiere de todas maneras. Lo abrazo, lo siento, sonrío susurrando.
-Mi hermanito…
-Kaoru… ¿Qué esta pasando contigo?- lo escucho susurrar en mi oído- por favor dímelo hermanito… me parte el alma verte así…
-Hikaru… no te apartes de mi lado nunca… -le digo entre sollozos- no me dejes nunca, ¡Nunca!.
Lo abrazo con toda la fuerza que emana mi cuerpo para así retenerlo para siempre a mi lado, para que nunca se aparte, para que nunca me deje solo entre la oscuridad.
-Hikaru… si tú te vas de mi lado yo… yo no sé que haría…
-De donde sacas esas ideas tontito… -vuelve a susurrarme en tono amable, ese tono tan característico de él- yo no me voy a apartar jamás de ti.
En un impulso que no siento mío, si no mas bien como si alguien manejara los hilos de la situación, tomo con suavidad su rostro entre mis manos, observando cada centímetro de belleza en él y me acerco, acortando la distancia que nos separa hasta ese punto que siempre anhelé tocar, uniendo mis labios con los suyos en un cálido beso.
No sé cuanto duró, no sé ni me importa si alguien nos vio, lo único que importaba era que las tres entidades de mi mundo se unieron en ese instante. Hikaru se separó de mí, pero no dejó de abrazarme, y eso se lo agradecí hasta el infinito. Yo mantenía mis ojos cerrados, deseando que el tiempo se hubiera detenido en ese momento.
-¿Por… por qué?
-No digas nada, es algo que debía pasar, tarde o temprano-mis manos sueltan a Hikaru del abrazo, pero él no me deja ir-. Pero… ¿por qué no me sueltas y te vas? Eso también debía pasar. Estaba dentro de las posibilidades…
-¿Crees que lo voy a hacer?-me abraza fuertemente, ahora soy yo el que necesita su protección… el que necesita su amor…
-Mi maleta está hecha, y tu te vas con Fujioka ésta tarde-susurro. Aún no he abierto los ojos. Tal vez sea un sueño y cuando los abra me habré dado cuenta de que estaba besando al perro. Hikaru levanta mi rostro. Siento su mirada. Abro los ojos, y él está ahí, perfecto como siempre, con esa sonrisa demoníaca que solíamos practicar en la primaria.
-Mi maleta también está hecha-me sonríe-. Vámonos ahora que tenemos tiempo. Huyamos.
-P… pero Hikaru… Haruhi debe de estar esperándote….
Lo observo sonreírme con dulzura mezclada con malicia, como si quisiera burlarse de mi pero al mismo tiempo como si quisiera que dejara de abrir mi estúpida bocaza.
-¿Y porque debería de estar Haruhi esperándome?
-Pues no lo sé, dímelo tú… -desvío mi mirada, avergonzado y confundido.
Sorpresivamente me vuelve a tomar con fuerza, acercándome a su pecho, logrando así escuchar los latidos de su acelerado corazón. El equilibrio comienza a verse perdido entre este abrazo y caemos, caemos entre la dicha, abrazados, sin separarnos, sin pensar en nada, solo viviendo el momento más hermoso que creo jamás imaginé.
Siento sus labios sobre mi frente, recorriendo mi rostro, buscando mis labios con pasión y ¿amor…? Sí, definitivamente era amor. Un roce, un encuentro de esta magnitud me dejaba en claro que estaba completamente equivocado, ya que sus labios me decían todo lo contrario, esto no era un juego, no era nada parecido a las actuaciones que presentábamos ante las clientas, esto era puro y real.
Sus acaloradas caricias sobre mi cuerpo, desvaneciéndose en el aire, entre la ropa yacían olvidadas, entre el calor perdido gracias al frío suelo de mármol bajo nuestros cuerpos, acunándonos con ese palacio de hielo en el que creíamos estar, solos, sin nadie que nos molestase, sin nada que perturbara nuestra unión.
Me vi arrebatándole el vestón, suavemente, para dejarlo luego con la camisa afuera de su pantalón, con su corbata ya olvidada lejos de nuestros cuerpos unidos, desabotonando con lujuria su camisa, buscando su piel pálida como el marfil, mientras que él, mi Hikaru, hacia los mismo con mi ropa, con agresividad arrebatándola de mi, apoyándome sobre el frío suelo, jugando con mi cinturón, cediendo terreno a todo su estilo demoníaco, ese que me hacía suspirar, observando mi rostro lleno de sonrojos con su sonrisa, esa sonrisa maliciosa que me desnudaba por completo.
Nos detuvimos al escuchar que algo chocó contra el suelo. Ambos pálidos, tanto que lográbamos confundirnos con el blanco mármol del suelo. Allí, parada bajo el umbral de la puerta estaba ella, la persona que casi me arrebata lo que es mío, o por lo menos eso pensaba yo. Hikaru se estremeció y se separó bruscamente de mi lado, sentándose junto a mí y tomando mi mano con suavidad.
-¡Hikaru! ¡Kaoru!-chilló ella, sonrojándose - ¡No puedo creer que…!
-Que… ¿qué?- no pude evitar sonreír con malvada travesura. Le había ganado a la impostora, había triunfado pese a todas las malas vibras que me lanzaba mi propia conciencia.
-Ustedes… ustedes…-Haruhi estaba a punto de llorar. Me puse de pie, enfrentando a la chica, pero Hikaru me adelantó. Se puso de pie y se acercó a la chica.
-Fujioka…-dijo tratando de tocarle el hombro, pero Haruhi pegó un grito de asco y salió corriendo de la habitación. Yo, tratando de evitar la mirada de Hikaru, miré al suelo, lo que Haruhi había dejado caer. Una caja, envuelta en papel para regalo rosa, con una tarjeta que rezaba “Para Kaoru Hitachiin”. La curiosidad me carcomió, y la levanté rápidamente. Al abrir la cajita, me llevé una sorpresa. Un pequeño pastel con la forma de un corazón en el glaseado me dio la bienvenida. Una carta estaba en el suelo, junto al papel de regalo. Hikaru la recogió y me la entregó. Su rostro tenía tristeza y culpabilidad.
Abrí la carta con dedos temblorosos. El suave perfume de Haruhi emanaba del papel.
Querido Kaoru:
Es probable que a estas alturas ya te haya confesado mi secreto, pero como me conozco, y sé que soy cobarde, lo escribo aquí. Los secretos que nos susurrábamos con Hikaru eran por una única razón; nunca tuve el valor de decirte a ti que te amo, nunca hasta ahora. Y es así, y espero que me correspondas pues, si no es así, la verdad no sé que haría.
He dicho todo lo que tenía que decirte. Se despide con un beso, y con mucho amor:
Haruhi Fujioka
Un corazón estaba dibujado al final de la carta. Mis ojos se desorbitaron de felicidad. No sabía por qué, pero me era imposible sentir pena por esa chica entrometida, la que sobraba en mi mundo. Miré a Hikaru, que estaba sentado en la cama de Mori, abatido.
-Ahora lo sabes-susurró mirando al piso-. Puedes ir a buscarla. No me interpondré, hazlo.
-¿De qué hablas?-le pregunté con sinceridad. Luego noté que estaba llorando.
-Haruhi te ama-dijo Hikaru entre sollozos. Yo solo podía sonreír-. Haruhi te ama y… y yo sé que tu quieres estar con ella. Te he visto. Cuando estoy junto a Haruhi la miras con ojos llenos de amor.
No pude evitarlo. Me eché a reír como un desenfrenado al oír aquello. Hikaru me miró con las lágrimas brillando en sus mejillas. Yo me acerqué a él, y afirmé su rostro obligándolo a mirarme a los ojos.
-A quién miraba con ojos llenos de amor-susurré, mi rostro cerca del suyo- era a ti.
Hikaru guardó silencio. Intentaba quitar mi mano de su rostro con movimientos frágiles. Yo temblaba levemente. Le había confesado con soltura y espontaneidad el secreto mejor guardado de mi vida, algo que me había prometido no contarle jamás al chico que me miraba ahora con expresión… ¿enojada? ¿Qué estaba pasándole a Hikaru?
-¿Q-Qué sucede…?-le pregunté extrañado. Él logró quitar mi mano, haciéndome retroceder varios pasos con el fuerte empujón que me propinó. No alcancé a reaccionar y choqué contra la mesa, volcando la silla y tirando al suelo libros y lápices, junto con el pastel que me había dado Haruhi. Con ojos llorosos miré a Hikaru. Estaba de pie frente a mí, con los brazos caídos, la mirada escondida por el cabello.
-Es mentira…-susurró con tono sombrío. Yo me quedé perplejo al oír eso. ¿Cómo era posible…?- ¡Estás mintiendo!
-No… Hikaru…-el dolor en la espalda no me importó. Me acerqué a él nuevamente, buscando su calor, pero solo me hallé con la gélida mirada de desprecio que me lanzó. Me sentí solo, vacío otra vez, como si su sola mirada me rompiera en mil pedazos… ¿Qué hacer cuando todo lo que tienes se aleja de ti de esa manera?
-¿Por qué no me dices que es mentira?-soltó Hikaru afirmando mi cuello. Tenía fuerza, descubrí, y me estaba haciendo daño. Me estaba quedando sin aire. La mirada de Hikaru estaba congelándome, me mataba poco a poco. Pero el sonreía… sonreía de forma malvada, desquiciada… de una forma que me daba miedo-¿Por qué no admites que mueres por irte tras Fujioka, por dejarme solo? ¡¿Por qué?!
-Hi-Hikaru… me ahogo-logré articular, llorando sin control-…suéltame…
-Si… será mejor que te deje ir… ¿no?-murmuró soltándome con brusquedad. Yo caí de rodillas al suelo, tosiendo-Tal vez sea mejor que ni siquiera te toque ya… ni eso te agrada, ¿verdad?
-¿D-De qué hablas, Hikaru?-le pregunté. Esa no era la actitud de siempre- ¿Qué te pasa? Tú no eres así…
-Yo soy así, Kaoru-dijo mi hermano con el mismo tono desquiciado, nada propio de él-. El detalle es que tú nunca te diste el trabajo de descubrirlo.
-¿El trabajo de…? ¡Estás loco!-no pude decir otra cosa. Las palabras, la actitud de Hikaru me dejó de una pieza- Yo solo quiero tu cariño, Hikaru…
Comencé a llorar otra vez. Hikaru rió con fuerza, poniéndose la chaqueta encima de la camisa a medio desabrochar, y acercándose a mí con andar desgarbado.
-Yo solo quiero tu cariño, Hikaru…-se burló de mí con maldad- Felicidades… has aprendido muchas cosas en el Host Club… que buen chico…-tomó ni barbilla con brusquedad entre los finos dedos de su mano derecha y me observo con los ojos cubiertos de sombras, con una expresión que yo solo había visto una vez, la misma expresión que puso al golpear a unos chicos que me molestaban en la primaria, hace ya años casi olvidados- Y solo por eso voy a darte un premio mi “querido” Kaoru.
-¡Suéltame!-grité de repente, sin poder contener mis palabras a pesar del miedo que sentía de perder a Hikaru con mi actuación- ¡que te está pasando, Hikaru!
-A mi nada cariño, a mi no me pasa nada… -susurro con tono perdido, desorientado y… ¿dolido? Hikaru…- lo único que me pasa es que no te merezco… que la sociedad comenzará a catalogarme como un leproso o algo por el estilo… y yo no quiero que entres en el mismo saco, junto a mí…
-¡Hikaru!-grité de nueva cuenta, no iba a dejarlo ir aunque se opusiera a mi desición. Lo abracé con firmeza y lloré sobre su hombro. El trataba de apartarme, pero me continué aferrando a él- ¡lo único que quiero es estar en el mismo lugar que tú, todos los días, a cada segundo!
Yo continué llorando, sollozando, gimiendo de dolor al estar perdiendo a mi hermano y, por sobre todas las cosas, a la persona que más amaba. Por su parte él no hizo ningún otro esfuerzo por zafarse de mi abrazo, tampoco me abrazó de vuelta, solo se quedó allí, inmóvil, tembloroso y pensativo.
Nuevamente un sonido nos hizo voltear hacia la puerta, el sonido de la voz de Tamaki. Me congelé al escucharla acercarse hacia nosotros.
-Kaoru, Hikaru… -al voltear noté que el chico venia con Fujioka tomada del brazo. Ella temblaba e intentaba apartar la mirada de cualquiera de nosotros dos.
-¿Sucede algo?- preguntamos a la par Hikaru y yo. Detrás de Tamaki y Haruhi aparecieron Kiouya, Honey y Mori. Algo había pasado, algo malo había pasado.
-Necesitamos conversar sobre cierta charla que tuvimos hace poco con Haruhi –dijo Kiouya levantando la silla y sentándose en ella. Haruhi observaba ensimismada los restos del pastel en el suelo- Solo queremos saber una cosa, ¿Es cierto o no?
-¿De que hablas?- Hikaru se hizo el desentendido. Tamaki no lo soportó más y se acercó a nosotros, hablando con tono acusador.
-Aquí, en esta misma habitación, Haruhi los vio besándose y revolcándose en el suelo-dijo, mirando a Hikaru y a mí alternadamente, molesto-. Exijo una explicación inmediata.
-Sólo estábamos practicando nuestra puesta en escena-afirmé. Debía proteger a Hikaru del daño que pudieran causarle. Él me miró sorprendido. Estuvo a punto de decir algo, pero se contuvo. Tamaki se volvió a Kiouya, el que miraba frunciendo el entrecejo a mi hermano. El chico negó con la cabeza, y Tamaki se volvió a nosotros otra vez.
-No les creo nada-dijo con tono cortante-. Si Haruhi dijo que los vio haciendo algo extraño, es por que así es…
-¿Por qué les das tantas vueltas al asunto, Tamaki? Se supone que son miembros del Host Club, no deberías dudar de ellos- Mori nos estaba defendiendo de las acusaciones de Haruhi, Tamaki y Kiouya-. Así que no hagas nada estúpido, no por que seas el Rey del Club tienes derecho a juzgarlos así.
-Cuando dices “algo estúpido”-inquirió Hikaru, mirando con alerta a Mori- ¿a qué te refieres?
-A que, como Rey del Club, iba a expulsarlos de este…-agregó Tamaki con un tono severo e irrefutable- Era una desición del Club…
-¿Desición del Club? Yo no recuerdo haber tomado esa desición…-dijo Honey con tono inocente y despreocupado.
-Más bien querrás decir-dijo Mori acercándose a la única chica de la habitación- fue una desición de Haruhi, que tu, por ser su perro faldero, acataste, Tamaki… ¿no es así?
-¡Qué quieres decir con eso, Mori! Yo no le he dicho nada a nadie, solo he dicho la verdad, y estaban todos presentes-exclamó la chica, alarmada. Yo guardaba silencio, no podía creer lo que estaba pasando, Honey y Mori nos estaban defendiendo.
-Yo le encuentro toda la razón a Haruhi-dio por respuesta Tamaki, al parecer alterada por la situación.
-Pues si es así…-susurró Mori acercándose a nosotros, y cubriéndonos de la mirada de Tamaki- Si los vas a echar…
-¿Qué?-inquirió Tamaki con tono asustado ahora.
-Yo me voy con ellos del Host Club-¡era demasiado, Mori se estaba yendo al extremo!
-No tienes que hacer eso, Mori, no te…-una voz chillona no me dejó terminar.
-Y yo también me iría con ellos, sin dudarlo- afirmó Honey sonriente-. Así que decide, Tama-chan, es ella o nosotros, los cuatro…
Mori y Honey habían dejado a esos tres entre la espada y la pared, jamás pensé que podría llegar a ser así, que Honey fuera tan valiente… ¿Qué ocurriría ahora?
La respuesta de Tamaki fue inesperada y dolorosa.
-Elijo…-susurró, mirándose los zapatos- elijo a Haruhi. Están expulsados del Host Club.
-Entonces yo me voy con ellos-afirmó Kiouya levantándose de la silla con brusquedad-. Que te vaya bien, Tamaki.
Mori nos pasó el brazo por sobre el hombro a mi y a Hikaru, y comenzamos a caminar guiados por él, por Honey y ahora por Kiouya, quien nos seguía cerrando la puerta tras de si. A medio pasillo, Hikaru se soltó del agarre de Mori, explotando.
-¡¿Por qué diablos hiciste eso?! ¡No necesitaba que me defendieras!- gritó fuertemente Hikaru, sacando todo el aire que albergaban sus pulmones en ese instante.
-Solo hicimos lo que creímos correcto en ese momento, Hikaru… -susurro Kiouya.
-Además…- agregó Honey- ya nos cansamos de ver como ustedes se hacen daño inconcientemente…
-¡Mienten! ¡Todos son unos malditos mentirosos! –Gritaba alterado mi hermano- ¡Comenzando por ti, Kaoru!
-¡Ya basta! –El grito que dio Mori resonó por todo el pasillo, dándole luego un fuerte golpe en la cara a Hikaru- ¿Por qué no dejas de comportarte como un niño de una vez, Hikaru? ¿No vez que lo único que causas con esto es lastimar los sentimientos de Kaoru?
Todo quedó en silencio. Hikaru miraba asombrado a Mori, Kiouya y Honey, alternadamente. En un momento sus ojos se encontraron con los míos, llenos de asombro y disculpa verdadera. Yo no encontraba palabras para expresar mi asombro, solo podía mantener una cara de idiota que debió verse divertida desde afuera. Yo mismo le había contado todo a Mori momentos antes, pero jamás pensé que fuera tan obvio como para que todo el mundo se diera cuenta de mis sentimientos. Tal vez eso era algo bueno, ya no tendríamos que escondernos, eso si… si Hikaru me aceptaba, lo cual, al parecer y según sus reacciones anteriores, era poco probable.
Silencio. Nadie se atrevió a decir algo, a moverse o siquiera a respirar fuerte… todo era silencio absoluto en ese pasillo, todo era un torbellino de emociones y confusión allí. Mis ojos fijos en los de Hikaru, perdidos en los suyos.
-Bien, pues…-dijo Kiouya rompiendo el incómodo silencio. Kiouya es muy bueno, siempre sacándonos de situaciones molestas- nos acaban de expulsar del Host Club… Al parecer es hora de separarnos.
-¡Claro que no! ¿Qué dices?-saltó Honey. Mori asintió sonriendo.
-¿Y que ideas tienen para hacer algo?-inquirió Kiouya algo impaciente.
-Hagamos un Host Club nosotros-propuso Hikaru sonriendo, como pidiendo disculpas-. Quiero decir… Somos la mayoría, tendríamos a casi todas nuestras antiguas clientas…
-¿En serio quieres eso?-murmuré mirándolo interrogativamente- ¿En serio quieres seguir con esa mentira del Host Club?
-Es una mentira muy entretenida-dijo Hikaru, pero algo en sus ojos me hizo estremecer-, además, lo que nosotros hacemos no es ninguna mentira ni ninguna entretención, nosotros presentamos algo real… ¿no, Kaoru?-esa forma de preguntarme, tentadora, invitante, esa voz que siempre me causó estremecimientos. Hikaru volvió. Yo me quedé helado, petrificado. ¿Qué debía hacer ahora?
-¡¿Pero qué haces ahí parado como un tonto?!-saltó Mori afirmando mi brazo enérgicamente- ¡Abrázalo ya!
Y me arrojó a los brazos de Hikaru, el que me afirmó con fuerza y desición. Honey sonrió, feliz, y Kiouya nos miraba a nosotros dos con alegría. Mori reía a carcajadas, muy contento. Era extraño, jamás lo había visto tan expresivo. Pero poco me importó. Estaba abrazado a Hikaru, frente a los del Host Club, frente a otras personas, y a él no le importaba, ni a mi me importaba ahora. Todo era perfecto… era demasiado perfecto. Algo malo debía pasar.
Pero nada malo pasó. Todo estaba bien. Kiouya, Honey y Mori nos miraban sonrientes. Sonrientes avanzamos al Tercer Salón de Música en busca de nuestras cosas. Sonrientes planeamos la construcción de un nuevo Host Club, decidiendo que, por el bien del ciego de Tamaki era mejor que no se hiciera nada, también sonrientes llegamos con Hikaru a nuestra habitación en busca de comodidad y privacidad para conversar y dejar las cosas en claro.
La felicidad pareció que no terminaría jamás en ese lugar tan apacible, donde momentos antes le había dicho tan fríamente a Hikaru que todo pasaría en una semana, que todo pasaría muy rápido. Efectivamente así pasó.
Quizás todo fuese confuso al comienzo, pero ahora las cosas ya se veían más claras, mucho más que antes.
La habitación parecía brillar de la felicidad de vernos juntos, tomados de la mano como en la primaria, enseñándole al otro el afecto que se tenia guardado durante tanto tiempo, ese mismo afecto supuestamente fingido ante nuestras clientas, el cual era en realidad la forma indirecta de decirle al otro que se le amaba.
Me senté en la cama de Hikaru, tranquilamente, él por su parte abrió los ventanales para que entrara el fresco a la habitación. Lo miré de reojo cuando estaba frente a la ventana, el inhaló sutilmente cerrando los ojos y luego suspiró pesadamente, volteándose a mirarme, sonriente.
-¿Qué miras Kaoru? –Susurro con voz suave y melodiosa, sin dejar de mirarme de pies a cabeza- ¿te duele algo? ¿Tengo algo en la chaqueta?
Yo solo reí divertido, tapando mi boca con ambas manos, sin parar, eso había sonado tan fuera de lugar que hasta se había transformado en algo gracioso. Él me miró a manera de berrinche desde su posición, acercándose lentamente hacia mi con paso firme y apartando mis manos de mi boca con delicadeza comenzó a disminuir la distancia entre nosotros… ¿no se supone que charlaríamos?
Comencé a hacerme hacia atrás, evitándolo con sutileza hasta que no quedó más espacio para huir ya que había chocado con el colchón y ya me encontraba completamente recostado sobre la cama, con Hikaru sobre mí, mirándome sensualmente.
-Hikaru… -susurré débilmente casi sin voz y completamente sonrojado- ¿No íbamos a charlar…?
-Sht… -Hikaru me silenció al instante, sin dejar de mirarme- ya habrá tiempo para eso, pequeño Kaoru…
Entrelazó sus dedos con los míos sutilmente, sin dejar de mirarme, inspeccionándome con la mirada, tratando de traspasar nuestras ropas ya olvidadas, mi camisa semiabierta, mi corbata en la lejanía, olvidada en la habitación de Mori, mi saco solo sobrepuesto, capaz de ser quitado en cualquier segundo, mis manos jugando con su ropa, acariciando su cabello sutilmente, sintiendo su perfume, ese aroma a lavanda tan particular de él, ese aroma que inhalaba todas las noches cuando tenía miedo de dormir solo. Me perdí en sus ojos, tratando de sentir alguna emoción, más solo amor hallé.
Me besó, casto, sutil, sincero, y yo me dejé llevar por las emociones del momento, momento que jamás olvidaría. Coló sus manos por el interior de mi camisa, acariciando mi piel con suavidad, quemándola con la yema de sus dedos, mientras transformaba nuestro beso en un juego de pasión, lentamente haciéndola fuego en el interior de mi boca, queriéndome, amándome como solo él sabía hacerlo, como solo él podía hacerlo. Me dejé llevar por sus caricias, solo dejándome querer por él, solo sintiendo, sin pensar, solo estar allí, sintiendo, era la sensación más maravillosa que jamás había tenido…
A los pocos minutos mi saco ya había sido arrojado a la lejanía junto al de mi hermano. Mi camisa ya no cubría mi piel y él, observándome, provocándome, tocándome apasionadamente, diciéndome palabras de amor, algunas fuera de lugar, otras payasadas, pero aún así me amaba, y yo me entregaría a él.
Lo abracé firmemente, besando su cuello y su pecho, el acariciándome, jugando con mi cabello. Me detuve, busqué su boca para fundirnos en un beso, apasionado, lleno de deseo y lujuria. Afirmó mis manos y las alzó por sobre mi cabeza, mordiendo mi cuello con suavidad, pero con la suficiente fuerza como para hacerme soltar un gemido, del cual él solo sonrió, mirándome lujurioso, deseante de más. Continuó bajando, besando mi pecho, mi vientre, deteniéndose frente a la pretina del pantalón, mirándola con enfado.
-Esto me esta molestando, Kaoru…-esas palabras me hicieron estremecer, temblando de la emoción y tratando de ocultar el sonrojo de mi rostro con algo del cabello que caía sobre mi frente- ¿Quieres que te lo quite?
-¿Qué es lo que deseas tú, Hikaru?-pregunté juguetonamente, tentándolo.
Se me quedó mirando, sonriente, pues yo le había dado la partida para que hiciera lo que quisiese conmigo.
Con sus dientes, bajó el cierre de mi pantalón cuidadosamente, el roce de su piel contra mi ser aún cubierto me hizo arquear la espalda de la emoción. Él solo rió. Soltó mis manos de su agarre y desabotonó mi pantalón lentamente, matándome de la impaciencia.
Me reincorporé, besándolo con una pasión oculta en mi, impresionándolo con mi actuar. Cambié los papeles. Ahora era él quien estaba entre la cama y mi cuerpo, siendo devorado por mi y mis besos, mis caricias al fin liberadas después de tanto esperar. Quité su camisa con prisa, contemplando su cuerpo de marfil bajo el mío, sonrojado, respirando entrecortadamente mientras que yo, al igual que él lo hizo conmigo, bajaba el cierre de su pantalón con mis dientes, lentamente, torturándolo con la espera, desabotonando su pantalón suavemente, yo quería dominar la situación, quería mostrarle de lo que estaba hecho y que no solo él era capaz de llevar las riendas del asunto.
-Hikaru… -susurré débilmente, tratando de tomar el mando- ¿me harías un favor?
-¿Qué pasa mi pequeño…? ¿No te sientes listo aún? Yo puedo esperar… -susurró cariñosamente.
-No es eso, Hikaru… -dije sonrojándome- es solo que… -no sabía como decírselo.
-Entonces dime… ¿quieres algo? –murmuró suavemente-. Lo que tu quieras yo te lo daré.
-Hikaru, es que yo quiero, por esta vez… -la voz no me salió, tendría que resignarme hasta tener las fuerzas necesarias para hacerlo a mi manera.
Hikaru me miró, sonriente, adorable, delicioso, sentándome sobre la cama mientras el se arrodillaba en el suelo, frente a mi. Como si hubiera leído mi rostro o mi mente se abrió paso entre las prendas que cubrían en la parte inferior de mi cuerpo, tomándome, dejando un camino de húmedos besos mientras intentaba llegar hasta la longitud de mi cuerpo, acariciándola con su mano derecha mientras que con su mano libre jugaba con mis dedos, entrelazándolos con los suyos. Sacó la punta de su lengua y recorrió la longitud de mi hombría con ella, haciéndome lanzar un gemido, y cayendo sobre el colchón, repleto de éxtasis.
Gemía, llenándome de placer, llegando al cielo con los movimientos de la boca de Hikaru en mi, cerrando los ojos solo me deje hacer, era suyo al fin y, no echaría las cosas a perder por un estúpido capricho mío. Él no se detuvo, quería escucharme y lo sabía, me daba vergüenza que me escuchara así tan débil, tan… no lo sé.
No dejé de gemir, era demasiado placer, demasiado de prisa, sentí una explosión que venía desde mi interior, queriendo salir, abrirse paso en la boca de Hikaru. Me senté en la cama, suplicándole a Hikaru que se detuviera, más solo me miró hacia arriba, encontrando su mirada con la mía, aún llenándome de placer hasta que pasó. Acabé en la boca de mi hermano, mis mejillas teñidas de carmesí, avergonzado por lo sucedido, arrojándome de espaldas a la cama. Él por su parte acercó su rostro al mío, besándome profundamente. Podía sentir el sabor de mi ser mezclado con su saliva, en su boca, bailando un vals de placer y lujuria tan perfectamente fundidos el uno en el otro que era difícil distinguirlos. Me observó, pidiendo permiso con la mirada para poder continuar. Yo solo asentí sonrojado.
Se acomodó sobre mí, entre mis piernas, besándome, calmándome con suaves caricias en mis piernas, mi vientre, mis brazos, recorriéndome con su boca y la punta de sus dedos, tocándome. Apreté los ojos al sentirlo, mi mandíbula se apretó ahogando un grito de dolor.
-Kaoru… -me susurró dulcemente- solo te dolerá por un momento, relájate, no te haré daño…
Me dejé guiar por sus palabras, relajándome, entonces todo el dolor pasó lentamente, acunándome lentamente el placer y el éxtasis que Hikaru, mi Hikaru, me estaba brindando a mí, solo a mí.
Con mi mirada perdida en el techo, cubierto de una fina capa de mi sudor mezclado con el de él; solo sentía los movimientos de Hikaru sobre mi cuerpo, acompasado por los gemidos de placer que escapaban de mi boca a cada tanto. Si hubieran podido, las sábanas hubieran gritado, tan fuerte las apretaba. Si hubieran podido, las paredes hubieran llorado de emoción al ver al fin lo que por tanto esperaron: ver una cama vacía. Si hubiera podido, el espejo se hubiera reído al reflejar mis mejillas ardientes de éxtasis y felicidad. Si hubiera podido, el colchón se hubiera quejado cuando terminó y Hikaru se recostó sobre mi, abrazándome, protector y sensual a la vez.
-¿Y qué opinas, mi pequeño?- me susurró en el oído. Yo lo miré, dándole poca importancia al constante sonrojo de mis mejillas.
-Que nos sobra una cama en esta habitación, cariño… Hikaru…
-Kaoru… ¿qué tienes que decir?
Yo ya estaba rendido después de aquel día tan agitado, me dormí como un niño pequeño en los brazos de mi amado hermano, no sin antes lanzar una frase susurrante, con un tono entre divertido y malicioso.
-Esto si que es amor entre hermanos… ¿no?
**************Fin***********************

jueves, 28 de mayo de 2009

Viva Peste Negra!!!!!!!






Asi que ya saben ya!!!

Peste negra todos los meses!!!

Mandel mail a: contagio.pestenegra@gmail.com

O dejen comentarios en el blog: www.revistapestenegra.blogspot.com

Hay se ven!!!!!

jueves, 7 de mayo de 2009

Luna Llena




Sentándose en una esquina completamente sola,
mirando fijamente del fondo de su alma,
mirando la noche venir Desde una ventana

Y si todo se derrumbara esta noche, La Luna Llena está aquí otra vez
En enfermedad y en la salud, entendiendo también exigir
No tiene ningún nombre, Una para cada estacion
Lo hace insano saber

Corriendo lejos de todo
“Seré seguro en los campos de maíz”, el se siente cazado por si mismo,
El siente nuevamente la luna surcar por el cielo

Encuentro un granero en el cual puedo dormir, pero no me puedo esconder mas…
Alguien toca la puerta, entendiendo también exigir
Esto puede ser incorrecto?, el amor que nunca termina
Lo hace insano saber

Ella no debe cerrar la puerta abierta
(Correr lejos, Correr lejos, Correr lejos)
La Luna Llena está en el cielo y el no es un hombre más
Ve el cambio en el ,pero él no puede
(Correr Lejos Correr Lejos Correr Lejos)
Ve qué se a convertido fuera de su hombre… Luna Llena

Nadando a través de la bahía,
La noche es gris, tan calma hoy
Ella no desea esperar.
“Tenemos que hacer el amor esta noche completa…”

En la niebla de mañana él no puede luchar más
Miles de Lunas o mas, él ha estado gritando
Golpee en la puerta, y grite que pronto está terminando
Lo hace insano saber

Ella no debe cerrar la puerta abierta
(Correr Lejos, Correr Lejos, Correr Lejos )
La Luna Llena está en el cielo y el no es un hombre más
Ve el cambio en él ,pero el no puede
(Correr Lejos, Correr Lejos, Correr Lejos)
Ve qué se a convertido fuera de su hombre…

jueves, 30 de abril de 2009

Juguete Roto





Caigo al borde del vacío, en un vortice sin principio o fin. Todo lo que me rodea son sombras, figuras sin forma que me golpéan, frías como el beso de la muerte, y lucho contra ellos intentándo derribarlas, pero no logro hacer que el calor de tus abrazos marchítos me saque de aquí.

Mi cuerpo, casi inerte, golpea el pavimento. "¿Dónde estás?", me pregunto mientras mis extremidades calcinadas se hacen cenizas y el calor de tu último toque es arrastrado de mi corazón, marchándose con el viento.

Lo recontruyo todo, a base de voluntad y miedo me recubro de hierro, dejándo a mi frío y destrozado corazón en el suelo, pasándo sobre el y marchándome a un lugar muy, muy lejano en donde el odio y el amor no existan, convirtiéndome en una máquina vacía, un juguete roto...

miércoles, 29 de abril de 2009

Sin Título




Volteo para ver si tu nombra, tu silueta, aún permanecen en el umbral de la puerta que continua abierta tras tu partida.

¡Creeme, nunca quise lastimarte!

¡Creeme, siempre hablé con sinceridad!

Perdóname si te lastimé, o dije cosas que no debia decir, solo tenia miedo a que tus sonrisas fueran opacadas por la tristesa que rodea este mundo retorcido.

¡Creeme! ¡Perdóname por quererte!

¡Creeme! ¡Perdóname por protegerte!

¡Perdóname por querer tu amistad!

La sed que dejó tu partidano puedo ahogarla aun bajo el alcohol o el agua, el hambre que dejó tu sonrisa vacia no logro aplacarla ni siquiera bajo el mejor banquete del mundo... Me faltas mucho.

¡Te quiero! ¡No importa lo que pase!

¡Te quiero! ¡Aún si no me crees!

¡Te quiero! ¡Mi sentimiento es sincero!

Por favor, aunque sea mentira... Dime que también me quieres...

jueves, 23 de abril de 2009

El Fuego de tus Ojos.- Primera Parte

-¡Muérete!

Se escuchó la voz de la niña, en la lejanía. Sus sollozos eran lo único que se escuchaban en aquel desolado lugar en el cual nadie quería poner pie desde hace años. Ahora, por culpa de la estúpida era Meijí, su pueblo y lo que quedaba de sus ancianos habitantes, se habían transformado en cenizas.

Pateaba una y otra vez los restos de madera calcinada con sus pequeños pies de infante. Se sentía impotente. Ser la única sobreviviente de un pueblo campesino no es algo de lo que estar orgullosa, y mucho menos cuando todo por lo que has trabajado hasta tus cortos ocho años se esfuma en un segundo.

Escuchó una voz, lejana. Olía a sangre. Le agradeció a su olfato darle aquella información tan útil. Observó su entorno y de entre los escombros tomo un rastrillo viejo, quemado y oxidado, escondiéndose entre las sombras y esperando a que el asesino se alzara frente a ella.

Cuando lo vio pasar, salió sigilosamente de su escondite, caminando a sus espaldas para que el acto furtivo y de sorpresa no se perdiera y, cuando el hombre estaba completamente distraído según ella, alzó con fuerza el rastrillo y lo dirigió a la espalda baja del hombre. Falló.

El sujeto, velozmente, se volteó, sosteniendo con fuerza el arma y arrebatándosela suavemente a la niña, la cual, bajo la luz de la luna y del fuego vio el pálido rostro del hombre, bondadoso y noble, con sus ojos negros y almendrados llenos de piedad. Enfureció.

-¡No quiero tu lástima, asesino! ¡Vete!-gritaba alterada la pequeña, llorando amargamente de impotencia, por ser tan débil y no poder defender a sus abuelos.

-Yo no soy un asesino, pequeña…-susurró el hombre tranquilamente mientras se arrodillaba frente a ella y secaba las lágrimas de la pequeña con el dorso de su mano- Mi nombre es Amano Ryutsuji, y soy un ninja.

-¿Ninja?-preguntó la pequeña, con desconfianza y manteniendo los puños apretados y los sentidos alerta.

-Si-continuó-, soy una persona que se gana la vida matando a la gente que le hace daño a los suyos, haciendo justicia por su propia mano usando la naturaleza como escondite y los puños como armas.

-Eso es un asesino…-dijo ella, escupiéndole en el rostro- Me das asco.

-¿Por qué?-preguntó, sacando un pañuelo y limpiando la saliva de la niña de su rostro.

-Porque los asesinos y los mercenarios de uniforme azul vinieron y mataron a toda la gente de la aldea… Mis abuelos dieron su vida por mí.

-¿Uniforme azul?-susurró el hombre, desconcertado, cambiando su expresión pacífica a una más dura y hostil.

-¿Por qué tú no llevas uniforme azul?-preguntó la niña, con cautela y retrocediendo un par de pasos.

-Por que el uniforme azul solo lo usan los miembros de La Guardia Imperial de Japón, y yo no soy un miembro. Yo estoy en contra de sus métodos de esclavización.

-¡¿La Guardia Imperial?! ¡Imposible! ¡Estás mintiendo!

La niña vio la verdad en los ojos del hombre y, deprimida, se dejó caer sobre su pecho, golpeándolo lo más fuerte que podía con sus diminutas y quemadas manitas, preguntándose el por qué debía de suceder eso en un lugar tan pacífico como ese.

A sus cortos ocho años pensaba en mil y una maneras de hacerse fuerte para poder matar a todos los que estuvieron en la masacre de su aldea. Se haría fuerte, más fuerte que cualquier otro y vengaría a su gente. Sería la más fuerte del mundo.
Una vez calmada, miró a los ojos al hombre de la mirada bondadosa. Sus ojos eran llamas ardientes en busca de venganza.

-¿Quieres ser fuerte?-le preguntó Amano, como si leyese sus pensamiento. Ella asintió con la cabeza-. ¿Estás dispuesta a hacer lo que sea para hacerte fuerte?-la niña volvió a asentir, pero ahora mucho más decidida.

-¡Enséñame a ser fuerte!-exclamó, con todo el valor que poseía a flor de piel- ¡Seré la mejor ninja de todas y estarán todos muy orgullosos de mi! ¡Vengaré a mi gente!

-Una cosa más-el hombre hizo una pausa, y al no responderle la menor, él continuó-. Esto debes hacerlo por ti misma, yo solo seré tu mentor, no tu conciencia. Una vez que cumplas con tu cometido de hacerte fuerte, estás sola.

-Comprendo…-susurró la pequeña, sin bajar la cabeza, pero mucho más convencida que antes-. Seré incluso más fuerte que tú… Si es que lo eres.

Su voz sonó con un timbre adulto y femenino, aterrador. Era capaz de hacer cualquier cosa, se sentía capaz de hacer cualquier cosa. Matar sería un juego de niños.
Una sonrisa sádica salió impulsivamente. Todos morirían, todos aquellos que se metieran en su camino desaparecerían, caerían bajo su fuerza. Su voluntad era más fuerte que la de mil hombres juntos. Era invencible.

De sus ojos se desprendía el fuego del valor, ese fuego que solo las personas con agallas y sin temor a la muerte poseen. La había vencido una vez, podría hacerlo de nuevo…

Ahora, recordando, dejaba caer todo el peso de su cuerpo sobre su victima, clavándole su ninjato en el cuello hasta atravesarlo de extremo a extremo, haciendo caer el cuerpo inerte al suelo con ella sobre el, acuclillada en su espalda y sacando el arma cuidadosamente. Alzó la vista hacia la noche, entre la penumbra de los árboles, suspirando. El tiempo había transcurrido muy rápido.

Miró por el rabillo del ojo hacia su izquierda, para dar dos saltos hacia atrás, lanzando una maldición en voz baja. La habían descubierto.

Un gong comenzó a sonar en la lejanía. Sus oídos escuchaban los pasos de, por lo menos, treinta personas acercándose. Tomó su arco y sacó tres flechas, apuntando con cautela hasta que tuvo algunos a la vista. Afinó la puntería y disparó tres flechas consecutivas, y, sin quedarse a mirar el resultado de su puntería, guardó rápidamente el arco, desenfundó su katana, la clavó levemente en un árbol mientras corría y subió a la copa de los árboles, perdiéndolos de vista.

Cuando llegó al campamento se dio cuenta que la habían lastimado en el brazo. Tal vez ella misma se lastimó sacando las flechas. No importaba. Se metió en su cubil subterráneo y prendió una vela, observando a la figura que estaba en su cama de paja improvisada.

-Te he dicho miles de veces que no entres aquí cuando no estoy, Kanon…

-¿Qué te pasó en el brazo, Kara?-preguntó, levantándose de la cama y mirando a la chica con suspicacia.

-Vete, necesito descansar-cortó, empujándolo fuera de la estancia y cerrando la cortina de hojas que hacía de puerta. Luego se sentó donde había estado el muchacho sentado antes y soltó todo el aire de sus pulmones, inhalando y exhalando profundamente, repetidas veces-. Estúpido Kanon…

-¿Kara?-habló una voz desde el exterior, con preocupación-. ¿Estás allí?

-¡Si, Amano~sama! ¡Ya lo atiendo!-respondió con nerviosismo, quitándose las partes de su traje manchadas con sangre y cubriéndose con un kimono azul noche. Terminó de atar el nudo del lazo y abrió la cortina-. Perdón por hacerlo esperar, sensei.

-No te preocupes…-susurró, acariciándole el cabello suavemente- ¿Cómo te fue?

-Pudo ser peor…-contesto, deprimida- Me escucharon cuando solo me quedaban diez metros.

-Kanon me dijo que estabas herida-dijo, cambiando bruscamente de tema.

-No le haga caso, Amano~sensei, es solo un niño, debió…-no pudo continuar, pues rápidamente el mayor cortó la manga derecha de su kimono, dejando al descubierto su herida, mirándola con recelo.

-Nunca vuelvas a intentar engañarme…-la reprendió, sacando una venda de su bolsillo- Sabes que no me gustan las mentiras.

-Si, Amano~sama…

-Tampoco dejes que una derrota te deje helada-continuó, vendando el brazo de la chica-, a veces se gana y otras veces se pierde. Si ganaras siempre no habría algo que quisiera hacerte mejor. Siempre habrá alguien que te venza.

-Lo sé… Es solo que me cuesta asumir esto…-se excusó, mirando al piso- No quiero volver a perder y que alguien más tenga que defenderme, sensei.

-Perder es duro, Kara~chan, pero es un ciclo, y los ciclos hay que aceptarlos-finalizó, sonriendo y mirándola con dulzura-. Y no te enojes con kanon~kun, el solo se preocupa por ti.

-¡No necesito que se preocupe por mí!-rugió, alzando la mirada con fuerza y enfrentándola a la tierna y compresiva mirada de su mentor.

El hombre salió. Sabía que ella necesitaba tiempo para pensar las cosas. Su vida había sido muy dura, siendo muy niña había tenido que enfrentarse a la muerte y a la soledad. Este oficio te quita el alma y te consume poco a poco, hay que ser sabio para saber cuando detenerte, y ella estaba pasando por esa etapa.

La chica se dejó caer pesadamente en la cama de paja, cerrando los ojos con suavidad y tratando de retener las lágrimas que acechaban con salir. Hacia diez años que no lloraba, no quería comenzar a hacerlo ahora. Solo era cuestión de aguantar un poco más, la pregunta era, ¿hasta cuando?

Se había enterado de buena fuente que el capitán del escuadrón que dirigió el ataque a su aldea había muerto de un problema al corazón. Causas naturales. Se sentía frustrada. Había entrenado mucho todos esos años para matarlo a él y solo a él, y ahora toda esa ira que sería descargada en ese ataque aún estaba acumulada en su corazón. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía desquitarse?

Un grito desgarrador salió de su garganta, ahogado entre las telas de su lecho. Un grito de ira y ansiedad fundidos, rabia acumulada durante años y jamás desatada. Debía hacer algo pronto. Debía soltar todo ese dolor de alguna manera, con alguna persona. La emoción de matar a alguien la estaba consumiendo, debía asesinar, cortar otro hilo de vida lo más pronto posible…

Tenía sed de sangre.

Se levantó con la mirada fija en el vacío, afilada, siniestra. Apagó la vela con sus dedos y tomó su ninjato, saliendo del cubil.

En la penumbra vio pasar a Kanon, como siempre, rodeado de las novatas que se unían al campamento de vez en cuando. Esas que siempre la molestaban por ser más menuda de lo normal. Sonrió de medio lado y desfiló entre los árboles hacia el grupo. Kanon le iba a pagar todas esas burlas… Con su vida.

Sigilosamente caminando sobre las hojas secas del otoño y tomando una posición más agazapada de lo normal se acercó hasta quedar a escasos metros. Nadie la había detectado. Sus movimientos felinos eran perfectos en la penumbra. Comenzó a acercarse más y más, hasta quedar dentro del grupo, a las espaldas del muchacho, con su arma ensangrentada en la mano y dejando atrás el cadáver de dos de las niñas bonitas que seguían al niño bonito todo el santo día.

Cortó el aire de manera seca, manchándose de la sangre de otra de las muchachas, sonriendo sádicamente.

-Fallé…-susurró, mirando profundamente al chico que cargaba en sus brazos a las únicas dos que quedaban, y que temblaban aterradas.

-¡Le cortó la cabeza!-gritó una, mientras la otra se bajaba de los brazos de Kanon y corría para ponerse a salvo, pero alcanzada rápidamente por Kara, que le cortó el paso en unos segundos.

-Tú no te vas…-aclaró, mirándola con malicia demoníaca y alzando su arma para cortar el cuello de la joven.

-¡Kara, detente!-gritó el muchacho, bajando bruscamente a la otra chica y observando a las otras cuatro que yacían inertes con el cuello rebanado.

La joven no lo escuchó y se dirigió a él violentamente en embestida, con el arma dispuesta a atravesarle el corazón a su objetivo. Estaba cerca, ya casi lo tenía, pero un cuerpo un poco más alto que ella le cerró el paso, arrebatándole el arma con fuerza y abofeteándola duramente, haciéndola caer al suelo debido al impacto.

-Cálmate, Kara~chan-susurró Amano, mirándola con ternura.

-Sensei…

Sin poder decir más, se desmayó.

Despertó en el cubil de su sensei, sin poder enfocar bien la vista en un punto fijo y sintiendo sus extremidades muy pesadas. Con mucho esfuerzo se sentó, cerrando los ojos con fuerza y tratando de no vomitar. No lograba recordar bien lo que había pasado. Todo había sucedido tan rápido que las imágenes en su cabeza la hacían confundirse aún más.

-Que bueno que despertaste, Kara~chan… -susurró una voz cerca de ella, la cual reconoció como la de su mentor.

-¿Qué…?-murmuró por lo bajo, reprimiendo los deseos de vomitar, tragando saliva.

-Kanon~kun quiere hablar contigo-señaló, levantándose y dándole un cuenco con agua-, ¿lo dejo pasar?

-No sé…-respondió, bebiendo agua del cuenco. Sentía el líquido refrescante en sus entrañas y eso calmó sus ganas de devolverlo todo- No creo que pueda con eso, sensei, ni siquiera recuerdo lo que pasó.

-Tu debes decidir cuando enfrentarlo, no yo.

jueves, 16 de abril de 2009

Deja todo lo demas...

Soñé que estaba perdido
tú estabas tan asustada
pero nadie escuchaba
por que a nadie más le importó...

Después de mi sueño
me desperté con este miedo
¿que es lo que estaré dejando?
¿cuando terminé aquí?

Así que si me lo preguntas
quiero que sepas...

Cuando mi momento llegue
olvida lo malo que he hecho
ayudame a dejar
razones para ser recordado...

Y no te ofendas conmigo
y cuando te sientas sola
mantenme en tu memoria...

Deja todo lo demas.

No tengas miedo
te doy mis latidos
he compartido lo que hice...

Soy fuerte en la superficie
pero no por dentro
nunca he sido perfecto
pero de todas formas te tengo a ti...

Olvida,
olvidando todo el dolor interior
que aprendiste a esconder tan bien...

Pretendiendo ser alguien más
que puede venir y salvarme de mi mismo
no puedo ser quien tú eres...

Cuando mi momento llegue
olvida lo malo que he hecho
ayudame a dejar
razones para ser recordado...

Y no te ofendas conmigo
y cuando te sientas vacia
mantenme en tu memoria...

Olvida todo lo demás.

Olvidando todo el dolor interior
que aprendiste a esconder tan bien...

Pretendiendo ser alguien
que puede venir y salvarme de mi mismo...

No puedo ser quien tú eres...

No puedo ser quien tú eres...

miércoles, 15 de abril de 2009

Diario de un Desconocido

Solía hacer las cosas a mi manera, como todas las personas egoístas. Vivía el día a día con pocas ganas y con pocas razones, sin personas en las cuales confiar, sin nadie a quien querer… Siempre solo y sin motivos para vivir, más que por mero capricho de nadie. Hasta que llegó él.

No me sorprendió su llegada en lo más mínimo, pero si me sorprendió el que llegara de manera tan pasiva y tranquila a quitarme lo que nunca quise tener. Mi vida.
No era valiosa en ese entonces y aún ahora no lo es, pero que más da… No se puede tener todo lo que uno desea en la vida… No se puede ser siempre feliz del todo… No se puede beber café amargo en una reunión en la que todos quieren beber café dulce.
Así es la vida… Una mierda.

Que se joda el mundo de mierda en el que uno vive y no encuentra las respuestas que necesita o desea. A la mierda la gente que le hace la vida imposible a los demás sin razón aparente… A la mierda la gente inútil que no hace nada productivo por la vida… A la mierda yo, que escribo toda esta basura a pesar de la hora que es…

U.D.

Decepción.- 2ª Parte

Me burlo y busco venganza hacia ti mientras te alejas con quien una vez me prometió estar siempre apoyándome… Junto a quien me prometió estar conmigo en las buenas y en las malas… Te veo marchar junto a quien, una vez, fue mi mejor amiga, y los detesto a ambos… Mi rencor ahora es más profundo que las palabras, que mis promesas y mi amistad y amor hacia ustedes.

Sin luz, mi vida una espiral sin fin, una parodia de lo que una vez en mi rostro fue una sonrisa afectiva, un sentimiento que va más allá que cualquier otra cosa… Deseosa de poder mostrarlo al mundo salgo de mi abismo, renovada, libre de cualquier pecado o delito, dejando que los otros continúen con su vida aburrida y estúpida mientras yo me regocijo con el sentimiento que me embarga, placentero…

Alejarlos de mi vida fue lo mejor que pudo pasarse por mi cabeza, delicioso el pensamiento que llega desde mi cerebro y se estanca en mi corazón, floreciendo bajo la lluvia… Nadie puede hacer que la lluvia cese en mí… Excepto yo, que victoriosa me levanto cada vez que los cuchillos en manos de gente amada por mi atraviesan mi corazón… Los buenos se van primero…

Aturdida, mis manos se mueven al son de la música. El vals de la batalla vencida, la canción de la guerra perdida junto al último latido de mi corazón, marchito, de mi mente cerrada y mis extremidades temblorosas… Nada queda dentro de mí ser, vacía mi existencia sin fin…

El yo profundo bajo la luz de la luna, el exterior bajo la luz del sol, abrasadora como la llama del fuego eterno, la vida se abre camino ante los salvajes y toda la tormenta se va, mientras que yo, recostada sobre la húmeda hierba respiro, calmadamente, olvidando las penas y sonriéndole a la nada… Olvidándome de ti y de mí.



† Miralys Valenthal †

jueves, 9 de abril de 2009

Decepción

Vuelvo mi cabeza al vacío, intentando apartar mis ojos del dolor que cala frío hasta lo más profundo de mi alma magullada, expuesta al dolor que no deseo sentir, pero que sé de una u otra manera llegará… Tarde o temprano.

Mi corazón, oculto tras una gruesa capa de ladrillos que me oprime, pero que es por mucho menos dolorosa que la vergüenza y la decepción, me aleja del mundo exterior, del resto de almas cálidas que aún creo existen y que algún día, si me esmero lo suficiente, llegarán a mi desde el otro lado de la tormenta, viniendo de lugares que no puedo imaginar pues mi mente es demasiado fantasiosa y si la dejo divagar demasiado podría arrepentirme de ello.

Me dan ganas de gritar, de alejar mi dolor a gruñidos y refunfuños, de olvidar, de dejarme caer pesadamente al pavimento y que por sobre mi cabeza pase la rueda de un camión todo terreno para no tener que pensar más en nada ni en nadie… Para no tener que pensar en el dolor de las heridas que tanto tiempo me tomó sanar y olvidar, aquellas heridas que aprendí a no mirar para no lastimarme en el proceso… Esas heridas de decepción que me gusta creer son parte de mi infinita imaginación debido a falta de sueño. Entonces recuerdo algo…

“Te amo…”, escucho en mi cabeza, dolorosamente recordando tu sonrisa. “Déjame hacerte feliz…”, y rompo en risotadas frenéticas que quieren escapar con ironía de mi, burlescas como dagas hacia tu corazón… Dirigidas a ti para hacerte saber que no te necesito, que sin ti estoy mejor, siendo sínica hacia ti, y por sobre todo a mi misma, escondiendo mis lágrimas secas… Mi corazón roto…

Me burlo y busco venganza hacia ti mientras te alejas con quien una vez me prometió estar siempre apoyándome… Junto a quien me prometió estar conmigo en las buenas y en las malas… Te veo marchar junto a quien, una vez, fue mi mejor amiga.