Quienes me inspiran a seguir

domingo, 30 de septiembre de 2012

Notas de Papel [Milagros]


A mi querida mente escondida en la casita de campo de mi corazón:

Estoy un poco dudando en lo que pasa ahora. Creo que simplemente he llegado al punto de quiebre en el que ha dejado de importarme. Ahora solo quiero hundirme en la música que siempre me acompaña, sacar a través de mis dedos todo aquello que mi garganta quiere gritar, decir que las cosas ya no volverán a cambiar más. Que ahora, así como lo estoy dejando está bien, y que nada más importa.

A la persona que estoy lastimando, lo siento. A la persona que me lastimó sin quererlo, también lo siento. Cargaré con esto que siento no por querer parecer una mártir, sino más bien porque esto que está sucediendo es de mi completa responsabilidad. Yo lo causé, me guste o no me guste, de manera directa o indirecta. Yo hice que sucediera y acepto la responsabilidad de mis actos.

La quimera me ha gustado, debo decir. El sabor del sueño dejó su calidez dulce en mi paladar, como recuerdo amargo para los días posteriores que lleguen a este. Y podré regodearme en este recuerdo amargo y dulce, ácido y sincero de lo que pudo ser y no fue. Porque mi síndrome de "Corazón de Pollo" no quiso quedarse en su lugar de manera tranquila, tenía que llegar como siempre a agitarlo todo a su alrededor.

Quisiera poder decir que todo está bien ahora, pero decirlo sería mentir horrible y vilmente, mentir de manera descarada. No está bien pero tengo la esperanza que un día, más tarde que temprano estoy segura, mejorará. Hasta ese día simplemente...

Simplemente nada.

Solo espero que los milagros todavía tengan un espacio en su lista para mi.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Sombra de Invierno


Me levanto del suelo lentamente, tratando de enfocar la vista y apoyándome contra el tronco de un árbol para no caer. Tengo la vista desenfocada y me duelen las manos. Apoyo la espalda contra el árbol y miro mis palmas, notándolas arañadas y los antebrazos magullados. Observo el resto de mi cuerpo, curiosa. Las rodillas de mis pantalones están rotas, dejando ver los arañones de la piel. Mi ropa está desacomodada y no llevo zapatos, razón por la que tengo enredada alrededor del pie una especie de espiga extraña, pero que no duele lo más mínimo. Por último, alzo mi vista.

El bosque está cubierto de nieve...

¡Por el amor al otoño! ¡¿Dónde estoy?!

Doy un par de vueltas, sujetándome de los árboles secos y con sus ramas cubiertas de nieve. La nieve cae cuando el árbol se mueve, como tratando de despertar. No hay sol ni luna, no sé qué hora del día es.

—¿Hola...? —llamo, cuando tras de mi escucho el sonido de una rama seca quebrarse.

Una sombra se oculta de mi presencia, una sombra que soy capaz de notar con claridad a pesar de la espesura oscura de los árboles y el reflejo de los rayos de luz que no sé de donde provienen. Retrocedo un paso y otra sombra sale desde una ubicación diferente. Aterrada y sin importarme el dolor en mi cabeza y en mi cuerpo, corro. Sorteo de manera torpe los troncos caídos, choco a veces con los hombros contra uno que otro árbol, mis pies arden por culpa del frio polar que proyecta la nieve. Siento que la sombra se acerca, rápida y letal. Tengo miedo.

—Autumn —un susurro, un llamado, una voz gélida pero gentil llegando a mis oídos.

Me niego a escucharle, pues sé que nada bueno saldrá de esto. No quiero caer en sus garras, tengo miedo, no quiero que me alcance.

—¡Aléjate, por favor! —sollozo, apoyándome contra un árbol cuando estoy a punto de caer sobre la nieve— No me hagas daño... Por favor...

Una manos heladas rodean mi cintura y yo me tenso, cerrando los ojos muy apretados y casi tratando de fundirme con la corteza del árbol congelado tras el que traté de resguardarme para no caer sobre la nieve. Tengo miedo. Puedo sentir las manos de la sombra en mi cintura, tocándome con esa fría suavidad que me aterra, que me hace estremecer. La sombra empuja su aliento contra mi oído, lo que me arranca otro estremecimiento de frio y uno nuevo de terror.

—No te haré daño, Autumn... Jamás lo haría... —susurra su voz, ahora sus manos alcanzando las mías, entrelazando sus dedos con los míos.

Siento los labios de la sombra en mi cuello desnudo, sus manos ahora dejando las mías y acariciando mis brazos con la yema de sus dedos. No. Esto no está bien. No...

—¡No! —grito, sacudiéndome sus caricias y volteando a mirarlo, quedando entre él y el árbol.

No es una sombra... Sus ojos son de un celeste tan claro, tan etéreo que es como el color del cielo con sus nubes grises en invierno. Un largo cabello blanco cae hasta la mitad de su espalda, en suaves ondas como si fuera nieve moldeada, un desierto de nieve pulcra y blanca. Viste de blanco, contrastando con su piel pálida pero de aspecto saludable y hermoso.

—Tranquila, aquí nadie podrá hacerte daño —susurra la sombra blanca, apretándome contra sí en un suave abrazo—. Soy Winter y estás en mi bosque. No tienes nada que temer, yo estaré aquí cuidándote.

Cierro los ojos, me dejo llevar por las caricias que deja en mi cabello y, lentamente y sin prisas, las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas hasta manchar con su color como la lluvia de otoño su impecable traje blanco. Quiero detenerme, no quiero ser así de débil y, por sobre todo, quiero saber dónde estoy y qué pasó. Quiero saber quién soy y porque las sombras me persiguen. Sombras blancas, doradas y multicolores. ¿No pueden, acaso, ser sombras comunes? ¿No pueden ser sombras oscuras, para así no poder temerles tanto?

Autumn...

Un susurro en mi cabeza, impulsando más mis lágrimas. Es un susurro cálido, lleno de vida... Y sé que pertenece a la sombra dorada que se infiltró en mis sueños mientras estaba tendida sobre la nieve.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Salvación


No importa lo mucho que duela en este momento.
No importa qué tan difícil sea el camino ha seguir desde aquí.
No importa lo horrible que suenen los gritos a mi alrededor.
Yo les amo, nada más me importa.
Les he elegido por sobre a mi cordura y mi razón...
Y no me importa.
Soy feliz a su lado, soy feliz pensando en esas personas.
Y sé, en el fondo de mi alma, que esas persona...
Serán mi salvación.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Como en los viejos tiempos

Día tranquilo pero lleno de emociones, sin duda alguna.

Ahora estoy en la pc de un amigo (Tavo), robándole internet ya que aún no pongo de nuevo para mi uso personal debido a la escasés de dinero (llámese desempleo) y rodeada de buena compañía mientras escribo esto.

Juan, Tavo y Franky están a mi alrededor jugando DS (Pokemon) y gritando cosas que no alcanzo a entender, pero que me sacan una carcajada cada tanto. Estoy escuchando música random que solo a mí me gusta y me saqué un enorme peso de encima al devolver un mail que no sabía si responder o no. Al final lo hice y me alegro de haberlo hecho, allí dije cosas que necesitaba decir.

Por otro lado y, aunque no soy muy fanática de usarlo, estoy como nunca en CaraLibro. Y me alegro de haberme hecho una de esas cosas porque gracias a esa red social acabo de recuperar a una persona tan importante para mí como lo es el aire que respiro y las personas que están ahora mirándome como si estuvieran preparándose para un ataque de llanto de mi parte. Por acá les digo ya que mi voz se quebraría si lo dijese en voz alta: Chicos, tranquilos que estoy mejor que nunca. Si tengo ganas de llorar, seguramente será de felicidad.

Gracias a CaraLibro estoy charlando feliz y largamente con mi viejo lobo Adin Snow. ¡Y Dios, cuanto te extrañaba lobo viejo, adorable y soñador! ¡Te extrañaba más que nunca!

Quiero que sepas que a pesar de todo el tiempo que ha pasado, a pesar de toda la "mierda" que nos han mandado, a pesar de todo lo que han dicho y hecho para separarnos, aquí estoy y sigo siendo tu amiga. Los dos siempre hemos creído en el "para siempre", fue una de las cosas que nos unió hace ya tantos años atrás. Y quiero también que sepas que, como a los locos que tengo aquí y ahora a mi lado, te quiero. Eres mi amigo, mi mejor amigo (no te ofendas, Franky, que él te gana por antigüedad) y siempre te voy a querer. Lo juro, para siempre.

Y esto es como en los viejos tiempos, cuando a pesar de pasar más de uno o dos años sin vernos o hablar, al estar juntos de nuevo era como si nos hubíesemos visto el día anterior.

Este es un gran día. Soy muy feliz en este minuto. Gracias Adin, Juan, Tavo y Franky por hacerme la mujer más estúpidamente feliz del mundo.

¡Sonrisas everywhere!