Quienes me inspiran a seguir

jueves, 31 de marzo de 2011

Días de Lluvia





Comenzó la marcha, sus pasos resonando en el concreto húmedo, mojado en realidad. Sus largos cabellos rubios, el flequillo mojado ocultando su mirada grisacea, apagada de todo sentimiento o emoción, totalmente dolida, acongojada. La camiseta gris se le pegaba al cuerpo como una segunda piel, los pantalones no podían hacerlo debido a lo ajustada de la prenda, las botas sonaban de manera graciosa cuando pisaba pero nada de eso lograba animarla. Metió las manos en los bolsillos de los pantalones y palpó sin detener su andar, con la vista fija en algún punto lejano entre la neblina.

Suspiró...

El mundo pareció detenerse ante ese suspiro. Los sonidos que salían desagradables de la boca de las personas, las bocinas, todo pareció volverse difuso hasta que solo pudo escuchar la lluvia azotando contra el suelo de concreto bajo sus pies que no se detenía, su respiración un poco más agitada cada vez. Cerró los ojos, apretando los párpados fuertemente, llevándose las manos a la cabeza, agitando el cabello rubio y mojado mientras un grito escapaba de sus labios.

Los días de lluvia tenían ese efecto devastador en ella...

lunes, 28 de marzo de 2011

A pedido





A pedido de un gran amigo hice un blog nuevo que se llama Historias Lobunas.

Espero se pasen a echarle una miradita loca...

También, como cada cosa de los lobos que escribo va dedicado a mis amigos del Ro xD

http://historias-lobunas.blogspot.com

¡Gracias Felipe! ¡Sacaremos adelante a los lobos!








Por otro lado, no se olviden de visitar mi otro blog, con mi novela:

¡Cuidado, peligro para la moral y altamente adictiva!


http://henriettafrancesco.blogspot.com

¡Gracias a quienes me leen, en serio los aprecio!

Cuando veo sus comentarios o las lecturas que llevo me dan ganas de echarle más ganas, ustedes me hacen ser mejor escritora.

¡No los defraudaré!

Se cuidan mucho y coman quaker xD

domingo, 27 de marzo de 2011

† Clan del Lobo Blanco †

Continuación de la entrada "Lobo Blanco"




Desde aquí tenía una vista privilegiada de su hermoso pelaje blanco refulgiendo en la escases que la luz de la luna le proporcionaba, el movimiento de sus gráciles patas, de su cola moviéndose de un lado al otro. Nos detuvimos unos momentos y voltee a mirar el sendero que dejábamos atrás, aguzando el oído para poder escuchar gritos, ladridos y un barullo impresionante. Lo miré aterrada y él solo continuó corriendo y yo, como siempre le seguí. Continuamos corriendo, yo siempre pisando su sombra, mis agotadas extremidades tratando de mantener el paso presuroso que siempre llevaba en momentos como este. Apreté la escopeta contra mi pecho y pude sentir aún el calor restante del cañón que acababa de escupir unas cuantas balas antes de comenzar con esta enloquecida carrera, esta carrera causada como siempre, por mi culpa. Es que claro, mi orgullo era demasiado grande y, más allá de eso mi querido amigo sabía que yo siempre sería una "cazadora por naturaleza".

-¡Vista al frente, Miralys! -escuché su voz en mi cabeza, en todos lados en realidad y solo obedecí, devolviendo mi concentración a seguir sus huellas sobre la nieve.

Apretamos el paso antes de meternos en la espesura profunda del bosque y se detuvo otra vez. Agotada me apoyé contra el tronco de un árbol, respirando de manera agitada, descontrolada, sintiendo aquel calor causado por la adrenalina a pesar de solo llevar una camiseta sin mangas en un clima que debía estar bordeando los dos o tres grados bajo cero. Revisé con mano temblorosa la recámara del cañón y la hallé vacía, palpé mis bolsillos con desenfreno y... Nada.

-Maldita sea -gemí apoyando el arma en mi hombro y perdiéndome en los ojos blanco que me escrutaban cuidadosamente.

Me estremecí al notar en su mirar canino un deje de preocupación por los suyos y me sentí morir cuando vi algo parecido a una gota en lo que debía ser su mejilla. Por mi culpa sus compañeros estaban en peligro, por mi insensatez y por mi descaro... Alcé la vista al cielo y mi mirar se encontró con la luna, esa luna grande, brillante y esplendorosa, esa luna que les daba fuerza, esa misma luna que habíamos presenciado tantas veces mientras viajábamos, caminando un poquito más, acechando un poco más.

-Debemos continuar -me dijo poniéndose a cuatro patas otra vez-. Ya no hay necesidad de correr.

-¡Pero Sniper...! -intenté reclamar, pero me silenció con un solo vistazo antes de echar a andar otra vez.

Lo seguí arrastrando los pies, sintiendo de pronto el frío en el ambiente, el aire gélido rozando la piel desnuda de mis brazos, cuello y rostro, mi largo cabello negro ondeando con la brisa. Y pensé... Mi mente comenzó a divagar por esos recuerdos lejanos mientras lo seguía muy de cerca, como siempre, dándome cuenta que sentía un terror absoluto ante la idea de que a sus compañeros les sucediera algo. Decidida arrojé el arma al suelo y retrocedí sobre mis pasos lentamente, notando como sus orejas puntiagudas se alzaban en mi dirección antes de voltear a mirar mi cuerpo que se perdía en la espesura del bosque, retornando a ese maldito lugar.

Mis pies me llevaron rápidamente de vuelta y podía escuchar como Sniper, mi querido lobo blanco me llamaba, tratando con sus gruñidos el hacerme ver lo insensata de mi decisión. Sí, él me conocía demasiado bien, sabía la locura que estaba a punto de cometer y no me importó. Le debía mi vida a los lobos, al Clan del Lobo Blanco, a su familia, a sus compañeros que ahora dejábamos atrás por mi culpa. Ya no más, jamás volvería a dejar que alguien sangrara por mi, nunca más.

Salí del linde del bosque y pude ver de inmediato la masacre que se esparcía por el campo de batalla. Lobos, muchos de los compañeros de Sniper estaban mal heridos al igual que muchos humanos, humanos de rostros conocidos con los cuales más de una vez salí de cacería. Mi mirada barrió con celeridad todo el claro y pude ver, no muy lejos de mi a uno de los lobos majestuosamente blanco ahora con múltiples heridas en su cuerpo, manchando la nieve. De su hocico escapaban gruñidos rabiosos a los hombres que lo rodeaban y mi sangre comenzó a hervir ante la diferencia de cantidad, ante lo injusta de la situación. Un disparó resonó en todo el lugar y un gemido, uno tan agudo y doloroso me desgarró el alma al ver como la bala atravesaba una de las patas traseras del compañero que no resistiría por mucho tiempo más.

-¡Hunter! -gemí antes de lanzarme en carga contra el autor del cuasi delito de homicidio, a quien reconocí como quien fue una vez mi mejor amigo.

Mientras corría pude sentir como si mi cuerpo se transformara, mutara, cambiando, bajando su eje. Mis piernas ya no eran piernas, no se sentían como tales, no las sentía débiles y cansadas sino lo contrario, fuertes, renovadas. Mis manos tocaron el suelo y, maravillada pude notar que mis dedos ya no eran dedos y que mis uñas ya no eran uñas. Pude notar también como un olor metálico llegaba a mis fosas nasales, un aroma a sangre de amigos que estaban por caer, amigos a quienes debía defender así me costase la vida.

Salté sobre quien fue mi mejor amigo cuando era "humana" y su cuerpo quedó bajo el mio, agarrado en una ruda presa. Acerqué mi hocico a su rostro y gruñí todo lo desgarradoramente que pude en señal de advertencia, encontrando mi mirada oscura con la suya, clara como el sol. Sé que me reconoció, por eso su rostro pasó de la ira a la incredulidad cuando en su mente lo amenacé con matarlo si no nos dejaban en paz. Salí de sobre su cuerpo y, plantándome cual roble frente a Hunter, el lobo mal herido comencé a lanzar gruñidos agudos y encolerizados, advertencia de que si levantaban sus armas otra vez olvidaría para siempre que alguna vez habíamos cazado codo a codo. Los cazadores me miraron, sorprendidos. Habían presenciado todo mi cambio y, en cierto sentido eso era bueno y malo. Podrían dejarnos en paz al ver a una que antes había pertenecido a su manada... Que bien se sentía decir eso... Manada... Sonaba mejor que la mismísima palabra hogar.

Lentamente los humanos comenzaron a retirarse y yo no despegué mi mirar de ellos hasta que sus figuras se perdieron por done vinieron, hasta que sus pasos ya no fueron audibles para mis aguzados sentidos. Volví en mi, sintiendo la rabia escapar de mi cuerpo canino lentamente a cada exhalación mientras observaba al Clan, a la Manada reagruparse a mi alrededor. Todos ellos heridos, pero vivos, eso me alivió sobremanera.

-Sniper -gruñó uno, un lobo anciano del cual no recordaba su nombre-. Ella no pertenece a nosotros.

Me pasmé ante esas palabras e intenté encontrar la diferencia, que se hizo notoria cuando miré mis patas delanteras. Negras... Negras como el carbón... Negras como la noche sin luna ni estrellas... Negras como el mal...

-Silencio -ordenó mi querido amigo en un siseo, acercándose a mi y dando vueltas, examinándome-. Creo que Miralys a demostrado su valía en estos meses que lleva viajando con nosotros y, a pesar de que su pelaje no es blanco, se ha ganado un puesto en la manada -decretó, esperando que alguien refutara.

-Concuerdo -gimió Hunter a mi espalda y voltee a mirarlo, preocupada. Pude notar una sonrisa macabra para los humanos, cálida para los lobos.

Aullé con todas mis fuerzas, feliz, dichosa de por fin poder estar con entes a quienes pudiera llamar familia y el Clan del Lobo Blanco aulló conmigo, mirando a esa luna grande, brillante y esplendorosa mientras nuestras voces se hacían una en aquel desolado paraje que era nuestro hogar...

Porque la tierra completa es nuestro hogar.












¡A pedido!

¡Me debes una Felipe! xD

sábado, 26 de marzo de 2011

¡Y la re...!




En el exterior había una hermosa puesta de sol, digna de admirarse pero desgraciadamente ella no tenía tiempo, por lo cual entró en el edificio dando un fuerte portazo, azotando aquel gran pedazo de madera con toda su fuerza tratando de sacar así con ello su ira acumulada, esa ira que ya no tenía idea de como sacar...

¡Por favor, no me jodas! Me han pasado cosas malas pero esto... ¡Esto! ¡Esto es demasiado para mi orgullo herido! ¡Esperen a que la agarre que la perra no se vuelve a levantar en su vida! ¡Va a arrepentirse de haberme conocido! ¡Esta no me la guardo! ¡Por la reputa!

Esa era la perorata interna de la mujer de largos cabellos rubios que caminaba rauda por los pasillos, sus botas haciendo eco en el suelo de cerámica blanca. Ella por si sola resaltaba, cuando con su mirar profundo hechizaba y maldecía con solo un vistazo, causando efectos en cada persona que se le acercara. Jamás pensó vivir un día como ese, era demasiado para su orgullo herido. Dobló una esquina apurando el paso mientras sus manos viajaban a su cabello, atándolo en una cola de caballo que dejaba caer finos mechones de cabello sobre su rostro pálido, cetrino y alargado, tan fino y elegante.

-¡Jen! -escuchó que la llamaban y ella se detuvo en seco, girando sobre sus talones con mirar asesino.

-¡¿Qué?! -gritó, no tenía tiempo para eso.

El hombre que la perseguía se detuvo en seco a un par de metros de ella, cuadrando los hombros y tragando grueso. Su superior no estaba de buen humor y eso no era nada bueno, debía ser bastante precavido, escoger sus palabras con cuidado y, exasperado, notó que había cometido un grave error. Llamarla por su nombre de pila...

-Señor -musitó con un hilo de voz.

-¡Habla rápido que no tengo todo el día! -volvió a gritar, ahora alisando unos pliegues de su camisa gris sin mangas.

-Tenemos un problema... -susurró bajando la mirada para evitar encontrarse con esos ojos azules, fríos como un témpano de hielo.

-Me estas jodiendo, ¿cierto? -murmuró la mujer torciendo las cejas, ahora muchísimo más enfadada al ver como su segundo al mando negaba con la cabeza- ¿Que pasa?

-Es sobre 'él'... -volvió a susurrar, encogiendo la postura poco a poco y desviando la vista acobardado hacia sus pies.

-¡¿Qué mierda hizo ahora?! -exclamó llevándose un cigarrillo a los labios, cabreada.

-Pues... Su habitación... -comenzó a explicar temblando al notar ese mirar gélido sobre su persona.

-¡No me lo digas! -exclamó Jen dándose media vuelta y retomando su camino hecha una furia.

¡Y la remierda! ¡Ese puto y su madre me las va a pagar si le hizo algo a mi habitación!

Y volvió a su perorata interna, torciendo por el último pasillo para encontrarse de lleno con 'el', quien caminaba campante por el pasillo, manos en los bolsillos y tarareando una canción que era más bien de risa. La despampanante y fría mujer de rubios cabellos se plantó firme delante de él y exigiendo una explicación con su peor mirada de mala leche. 'Él' se encogió de hombros antes de sonreirle de manera burlona y continuar con su camino, dejando a su compañera con la palabra en la boca. Entonces, por la mente de ella pasó la imagen más horrenda mientras abría la puerta de su habitación para encontrarse con el desastre que tan bien había imaginado. Y la perorata comenzó de nuevo.

¡Y la re...!

No alcanzó a decirse más cuando escuchó una carcajada a su espalda y volteó a ver a su amiga morena que, plantada detrás de ella veía las murallas grafitadas con pintura brillante de color verde fosforito. Quiso gritarle que se fuera a la re mierda pero entonces recordó algo.

La ante frase 're' dominaba su vida en cada maldición que lanzaba...

viernes, 18 de marzo de 2011

Dos Anécdotas Graciosas

La Pelea:


Giré sobre mis talones rápidamente y puse mis manos al frente, formando un escudo con las palmas y su pierna impactó contra ellas. Agarré el músculo y girando otra vez, hice palanca hacia el otro lado, poniendo mi hombro en la parte de atrás de su rodilla mientras la veía perder lentamente el equilibrio. Una de sus manos se aferró a mis antebrazos y haciendo presión la solté, dolorida.

Retrocedí unos pasos y pude escuchar a uno de mis amigos gritar que nos detuviéramos, pero lo ignoré esquivando otra patada que iba dirigida a mi torso. Alcé mi puño, furiosa y antes de poder impactarle en plena quijada algo me impactó por el costado, tirándome a la arena y girando sobre ella, sintiendo me comenzaba a arder el rostro ante el roce de la arena. Cuando los giros y vueltas se detuvieron noté un dolor punzante en mi tobillo derecho, un dolor que me hizo maldecir por lo bajo.

Levanté la mirada y pude verla, me miraba con los ojos muy abiertos, con sus brillantes y claros ojos aterrados por alguna razón. Luego desvió su mirada hacia un costado, donde mi atacante se levantaba sacudiéndose la arena de la ropa, mirándonos reprobatoriamente y de pronto... De pronto mi anterior contrincante lo tomó en volandas con una fuerza inusitada en su cuerpo de señorita, echándoselo al hombro y acercándose a la orilla del mar con paso redoblado mientras Ariel se revolvía tratando de zafarse del agarre.

La mujer de ojos claros lo arrojó al agua con toda su fuerza antes de gritarle un bastante audible "¡por puto!", haciendo que todos rompiéramos en una sonora carcajada, una carcajada tan audible y potente que parecía el sonido de un taladro tratando de romper el cemento.

-¿Estas bien? -me preguntó ayudándome a levantar, pasándome uno de sus brazos por la cintura para darme estabilidad. Yo me apoyé en ella rodeando su cuello.

-Estoy bien, Ichi -sonreí, besando su mejilla-. Creo que te pasaste con Ariel...

Y en eso un grito nos hizo voltear exaltados. Ariel salía del mar empapado completamente, escurriendo agua y buscando frenético en sus bolsillos mientras se acercaba, furioso hacia nosotras. Ichi me devolvió a la arena y yo ahogué una risa cuando se plantaron frente a frente de manera más bien cómica.

-¡Eres una estúpida! -le gritó Ariel, sin dejar de palpar sus bolsillos.

-¡Y tú un verdadero puto, bastardo! -le gritó encolerizada Ichi, haciéndonos reír bajito- ¡Lastimaste a la Mily!

-¡Me hiciste perder mi celular! -le reprendió Ariel rojo de ira, ahora si haciéndonos estallar de risa. ¡Yo pensé que estaba furioso por lo mojado!

-¡Pues te compras otro! -devolvió Ichi mirándolo desafiante.

Y ya después no sé que más pasó porque no podía dejar de revolcarme de risa en la arena.






La Sopa:


Miraba la pantalla con los ojos brillantes, ansiosa de saber como terminaba la película que estábamos viendo, realmente interesada en saber si Robert Langdon iba a encontrar la famosa linea rosa. ¡Por el amor del cielo! ¡Hasta yo me había dado cuenta del acertijo! En eso el actor que protagonizaba a Langdon se detuvo congelado en la pantalla justo en el momento en que iba a decir uno de sus diálogos ultramegamísticos, pachamámicos y ochentosos. Giré la cabeza tan rápido que sentí una de las vértebras tronar feamente, mirando a mi compañera de ojos claros de manera reprobatoria, sin decirle nada, solo con el entrecejo fruncido al máximo.

-Tengo hambre... -me soltó de pronto y pude escuchar su estómago rugir. El mio le hizo eco de manera graciosa.

-Tengo sopas en sobre -añadí levantándome de un salto del sillón.

Nos encaminamos a la cocina agarradas de la mano. Puse el agua a hervir en la olla y dejé a mi amiga haciéndose cargo mientras yo iba a la vitrina a sacar un par de platos. En mi interesante labor estaba, decidiendo si era mejor usar unos floreados o los de franja azul con decorados cuando el grito de mi amiga me sacó de mis cavilaciones.

-¡Mily! -gritó y yo di un pequeño saltito- ¡A esta mierda le falta sal!

-¡Está en el estante de abajo! -respondí con voz en grito antes de volver mi mirada a los interesantes platos.

-¡Gracias!

Y allí estuve no más de medio minuto, a punto de decidirme cuando un gritito asustado me llamó la atención. Me levanté de un salto otra vez y corrí a la cocina para encontrarme con una escena por demás bizarra. Ichi miraba la olla con ojos desorbitados. La cacerola se movía frenética de un lado a otro, haciendo saltar ligeramente la tapa hasta que... ¡Pam! La tapa salió disparada hacia el techo, revotando y cayendo quizás donde mientras una enorme burbuja (si, creo que era una burbuja) explotaba, literalmente, llenando la cocina de sopa y fideos... Y de paso cayendo un poco sobre nosotras. Voltee a ver a mi amiga, furiosa otra vez, llena de sopa en mi flamante cabello castaño y muerta de hambre.

-¡¿Qué hiciste?! -grité fuera de mi, mirando el desastre en el que se había convertido mi cocina.

-¡Nada! -gimió señalando un frasco que reposaba sobre el mesón con un dedo- ¡Solo le puse sal!

Miré el frasco con detenimiento antes de soltar una risa entre nerviosa, malvada y risueña, mirando a mi amiga a los ojos otra vez.

-¡Bruta! -exclamé soltando una carcajada- ¡Eso es bicarbonato!

Ichi abrió los labios en una perfecta "o" antes de comenzar a reírse conmigo. No sé cuanto tiempo nos reímos, pero si recuerdo que pasaron dos horas hasta que pudimos despegar hasta el último fideo del techo de la cocina y encontrar la tapa de la olla, que, desgraciadamente no sobrevivió a la masacre de la explosión. También nos dimos una ducha y nos cambiamos mientras llorábamos por el desastre de la sopa y negándonos a preparar otra. Una por miedo a que volviera a suceder y dos porque no quedaban más. Sip, damas y caballero, habíamos hecho explotar mi última sopa en sobre.

Sentada en el sillón, con el estómago de ambas chillando de hambre Ichi me miró muy seriamente mientras me tomaba la mano y fruncía los labios, como si estuviera a punto de decirme una cosa terrible.

-¿Pidamos pizza? -preguntó...

Y yo asentí seriamente antes de volver a revolcarme de risa mientras ella llamaba por teléfono.

jueves, 17 de marzo de 2011

In Memorian




Estaba peor de lo que querían admitir, siempre lo supieron... Siempre lo supe...

¡Idiota!

¿Cómo antes no te diste cuenta cuanto te necesitaba?

¿Cómo no hiciste nada?

Ahora solo puedo derramar estas lágrimas marchitas mientras me aferro a ti y grito tu nombre, te llamo, necesitando esa última sonrisa tuya, perdiéndome en esos ojos apagados que antes siempre me decían de manera muda un "Todo va a estar bien"...

Atrás quedarán los días en los que charlábamos animadamente sobre libros y poemas, sobre versos y canciones, sobre los acordes de la guitarra... Cuando juntas cantábamos el coro de alguna canción loca que se nos pasara en el segundo por la cabeza.

Atrás va a quedar tu sonrisa y tu mirar, toda tu quedarás atrás... Yo debo continuar caminando, avanzando... Llorando y riendo como te juré continuaría, siempre digna, siempre fuerte, siempre yo...

Adiós, amiga mía, compañera de relatos, de versos y poemas, de risas y de lágrimas. Adiós a tus alas protectoras, que ahora te ayudan a volar en el pedacito de cielo que te ganas durante todos estos años. Las personas que te amamos jamás te olvidaremos...


Adiós, querida Ichi

miércoles, 16 de marzo de 2011

Sabrás que te quiero




Sabrás que te quiero,
En el silencio de este amor calmado...
En la agonía de la espera eterna...
Cuando notes que estuve siempre a tu lado...

Sabrás que te quiero...
Por mis mil “te quiero” tan callados...
Por los días de silencio, en que con mi pensamiento
Te envié mil veces dichas... te amo...

Sabrás que te quiero...
Cuando te hable con tanta ternura...
Cuando de mis labios recibas
Solo bendiciones...

Sabrás que te quiero...
Cuando estoy nerviosa y no se que mas decirte...
Cuando mi voz calla
Y mis adentros te gritan que te amo...

Sabrás que te quiero...
Cuando pase el tiempo
Y notes que me he marchado de tu vida...
En la forma mas callada y menos prevista...
Cuando sin decir adiós
Me aparte de ti con una tímida sonrisa...

Sabrás que te quiero...
Cada vez que leas mis poemas...
Cuando veas que sigues siendo mi alegría
Y mi más honda pena...

Sabrás que te quiero...
Cuando en tu mas placido sueño...
Yo llegue hasta ti
Y en un leve eco te vuelva a decir te quiero...

martes, 15 de marzo de 2011

15 de Marzo




Tomé las llaves del recibidor y salí corriendo de la casa, esperando caerme en una fosa y que nadie me encontrara hasta que acabara el día. Ni siquiera sabía porqué tomaba las llaves, siempre era mejor salir sin ellas, siempre era mejor perderse.

Mis amigos ya conocían mi ritual para este día. Levantarme muy temprano, hacer mis cosas tratando de pasar lo más bajo perfil que se pudiera, no contestar mucho y escuchar la música de mi mp3 muy pero que muy alto para no llegar a escuchar nada que no quisiera escuchar, lo que se daba a lo largo de todo el santo día. Realmente no sabría decir que es más agotador, si bien llevar un día así o imaginar... Definitivamente imaginar lo que pasaría si lo dejara pasar es la peor opción.

Dejé de correr cuando me di cuenta de que no estaba huyendo de nada, dejando reposar todo el peso de mi agotado cuerpo contra un muro cercano, respirando agitadamente y pasando mi mano por mi cabello de manera nerviosa. Un sonido junto a una vibración en el bolsillo de mi pantalón me distrajo y yo, pálida, tomé el móvil entre mis dedos temblorosos, mirando la pantallita brillante con inseguridad. Podía ver el nombre de mi mejor amiga allí, brillando en bonitas letras blancas en un fondo negro, negro como mi amargado corazón poco festivo. Con el dolor de mi alma le colgué y es que ella realmente... Realmente me daba miedo su reacción si llegase a contestar y a colgarle. No contestar siempre era mejor. No cruzar ninguna palabra.

Apenas guardé el móvil en mi bolsillo este comenzó a sonar otra vez, solo un par de veces con una melodía completamente distinta. Lo saqué despacio y leí la tan típica frase de "tienes un mensaje en tu bandeja de entrada" con las cejas alzadas al ver el emisor de dichas palabras. Suspiré antes de abrir el dichoso mensaje y comenzar a leerlo, poniéndome pálida a cada palabra... Más pálida de lo que normalmente soy.

Como pude apreté el móvil con todas mis fuerzas y eché a correr de vuelta a la casa, mis adoloridas extremidades quejándose hasta el infinito.

No tardé nada en realidad, creo que el temor me impulsó demasiado. Cuando llegué di las gracias a todo lo existente en este santo mundo por haber salido con llaves. Las metí dificultosamente en la cerradura y giré la manilla, colándome con celeridad en el interior. Mis ojos se abrieron desmesuradamente y mis manos, desgraciadamente no fueron lo suficientemente rápidas para cubrir mis oídos antes de escuchar el sonoro...

-¡Feliz Cumpleaños!

Ahora es cuando grito de terror, dejándome caer al suelo mientras muchas, demasiadas manos intentan apretarme en un abrazo...





-¡Mierda! -exclamo, poco menos que saltando de la cama.

Miro hacia todos lados, aún está oscuro, no ha amanecido. Suspiro aliviada y enciendo la pc con parsimonia, mirando de reojo por sobre mi hombro cada tanto, asustada.

Las personas pensarán que es estúpido que una persona le tenga tanto terror (porque sí, no es miedo, es terror absoluto lo que siento) al día de su nacimiento. Yo le temo, ¡y que tanto!

Me distraigo mirando la reciente información sobre los Annunaki y escuchando la música suavemente, llenando la habitación con tanta calma, como si tratara de tranquilizar al enloquecido corazón que golpea dentro de mi caja torácica. Me froto los ojos, algo cansada aún y entonces el móvil comienza a sonar, un sonido que se me hace casi casi sacado de la película Psicosis. Miro la pantallita brillante y abro el mensaje lentamente, algo curiosa y lejos extremadamente asustada.

¡Feliz no cumpleaños!
Oye, fea, iré a verte hoy
¿Juguemos wii un rato?
¡¡Llevaré pizza!!


Y no pude hacer otra cosa que reírme a carcajadas durante un buen rato...

sábado, 12 de marzo de 2011

Gitana




Giraba, danzando sobre la hierba, dejando que la brisa nocturna acariciara sus extremidades que armónicas se movían en el espacio, haciendo ondas de oleaje, curvas sensuales. Sus piernas se estiraban cuan largas eran, dando saltos, estirándose, doblándose... Ella era una mujer digna de admiración y asimismo lo demostraban los hombres que la aplaudían, pidiendo más de ese baile que ella les regalaba en esa estrellada noche de luna llena.

Baila gitana
Baila doncella
Baila digna
Baila bajo las estrellas


Una gitana orgullosa, así de hacía llamar. Jamás decía su nombre, no era necesario y aquel que lo preguntara solo se llevaba cien años de soledad y una triste canción nocturna en las noches sin luna ni estrellas. No hablaba más de lo necesario, solo se dignaba, como en ese momento a moverse como le habían enseñado, a moverse por el espacio, danzando, como era de esperarse de ella y como ella misma había descrito una vez, que era su pasión.

Baila gitana
Baila doncella
Baila arrepentida
Baila bajo las estrellas


Terminó de danzar y se dignó a quedarse allí, sentada, escuchando los aplausos, las ovaciones, sintiendo más potente la brisa fría, nocturna acariciando su piel, haciendo danzar su cabello. Suspiró antes de levantarse y reverenciar a su público, haciendo una inclinación agradecida, sintiendo como su espíritu se elevaba hacia las nubes que la observaban desde la lejanía, agradeciéndole su danza, al igual que la luna azul, brillante, esplendorosa.

Baila gitana
Baila doncella
Baila preciosa
Baila y brilla como una gema


-¡Preciosa!

Le gritaban unos, pagando por el espectáculo que tanto había valido, levantándose de sus lugares para tratar de acercarse a la gitana, para tratar de llevarse aunque fuera una caricia suya.

-¡Maestra!

Chillaban las pocas mujeres que habían ido a ver su espectáculo, impresionadas por su garbo y su gracia, anhelando ser como ella y en el fondo de sus almas celosas de ese talento que la cubría de pies a cabeza, celosas de esa belleza.

Baila gitana
Baila doncella
Baila princesa
Baila serena


La gitana miró por sobre su hombro, barriendo con sus oscuros ojos a los presentes y entonces, alzando su dedo graciosamente apuntó a uno, apuntó a quien sería el afortunado de acompañarla esa noche. El hombre, un rubio elegante corrió presuroso a su lado para rodearla en un abrazo posesivo y perderse juntos, caminando entre la espesura. La gitana movía sus caderas sensualmente a cada paso que daba... Y a cada paso se sentía más vacía, menos humana, más fría, menos doncella.

Baila gitana
Baila doncella
Baila sensual
Baila bajo las estrellas


Lo dejó durmiendo, acomodado en el lecho, satisfecho, mientras que ella se sentía tanto o más insatisfecha que antes, tanto o más vacía que antes. Se abrazó a si misma mientras dejaba la carpa, saliendo para contemplar los resquicios de luna que quedaban, tratando de danzar, de alejarse de su desamor...

Baila gitana
Baila doncella
Baila inocente
Baila graciosa

El deseo no te basta
La lujuria te sobra
El amor falta
Bella y solitaria gitana

viernes, 11 de marzo de 2011

Salir de la prisión




Alzó su mano y temí que doliera como había dolido otras veces, pero aún así me planté firme, mirándolo con mis ojos color chocolate con toda la decisión y desafío que mi corazón congelado guardaba desde hace años. Sus ojos negros, imperturbables me traspasaron el alma como cuchillas afiladas y temblé de pies a cabeza antes de apretar los puños para darme valentía y tratando de que mi voz no saliera tan temblorosa y asustada de como estaba en ese momento.

-¡Adelante! -gemí en un grito ahogado, sintiendo como las lágrimas se agolpaban en mis ojos rojos de tanto llorar los días anteriores- ¡Golpeame como siempre lo haces!

Su mano pareció dudar un segundo antes de estrellarse contra mi mejilla, haciéndome voltear el rostro y apretar los ojos, llevando mis manos de manera instintiva a mi mejilla dolorida y sonrojada. Un hilo de sangre saliendo de la comisura de los labios marchitos que antes besaban a ese Dios maltratador. Contuve las lágrimas antes de mirarlo otra vez, la misma mirada desafiante que esta vez pareció acobardarlo un poco.

-¡Deja de mirarme así! -me gritó con toda la fuerza que sus pulmones contenían, rojo de ira, de cólera ante mi desobediencia.

-No, esto se acaba hoy -suspiré, irguiéndome para parecer más fuerte-. No voy a soportar más esto, no lo voy a hacer más...

Se arrojó al suelo, a mis pies y yo temblé como estúpida ante su imagen destrozada, sus manos aferrándose a mi cintura mientras su rostro se acunaba en mi vientre. Lo dejé aferrarse a mi como un náufrago se aferra a su salvavidas, con fuerza, con miedo, con emociones de muerte contenida.

-No me dejes... -gimió de manera casi inaudible, aferrándose más a mi- Te necesito... Te amo...

-No me necesitas -contradije acariciando sus cabellos oscuros como una madre que disculpa a su hijo por insultarla, con cuidado y dejando en ese toque la última gota del amor que una vez le tuve-. Y no me amas... Si me amaras no me golpearías...

-¡Perdóname! -gritó aferrándose más contra mi vientre, vientre que una vez había contenido un hijo suyo, un hijo que había muerto por su propia mano, por sus propios golpes, por su propio amor que es como el acero.

-Te perdono -susurré alejándome de él y perdiéndome en esos ojos negros que ahora me miraban buscando compasión. Mi alma terminó de hacerse cenizas cuando mi voz tembló-, pero ya no te amo...

Pensé que me golpearía otra vez, pero solo trató de acercarse a mi, temblando de pies a cabeza tanto o más de lo que yo temblaba. Volví a alejarme suavemente hacia atrás, caminando hacia la habitación sin darle la espalda y calculando los pasos que me faltaban para llegar a mi maleta que yacía llena junto a la cama matrimonial que nos había visto ser feliz antes de caer en la inminente desdicha sin motivos. Tomé el asa de la maleta y tiré de ella con todas mis fuerzas, comenzando a caminar hacia la puerta de salida de mi cárcel, huyendo luego de dos años de mi carcelero, que lloraba mirándome, pidiendo piedad con sus ojos vacíos y sin brillo. Tomé el pomo de la puerta y voltee a mirarlo en el suelo, donde antes me había abrazado para que no me fuera. Abrí la puerta y mi falda ondeó graciosamente ante el viento que se coló por el portal abierto, un viento que me supo a libertad luego de tanto tiempo de ver como mecía las hojas de las copas de los árboles, deseando ser una de esas hojas para irme lejos pues mi alas de pajarito estaban más que rotas y ya no podían volar...

-No me dejes... -lo escuché gemir otra vez, tan cerca y a la vez tan lejos. Dejé que la última lágrima rodara por mi mejilla antes de voltearlo a ver, sonriente, con esa sonrisa que una vez me había dicho tanto le gustaba.

-Recuerda comer bien, ¿de acuerdo? -y salí cerrando la puerta tras de mi rápidamente.

Bajé los peldaños de la escalinata del recibidor lentamente, sintiendo como mis piernas comenzaban a tomar más fuerza a cada paso que daban, como mi cabeza antes agachada comenzaba a erguirse, sintiendo como mis miedos se esfumaban. Puse uno de mis pies en la acera y sentí libertad, una libertad de esas que te incitan a correr lejos porque eres indomable, porque eres un alma libre, sin cadenas ni ataduras... Solo tú y el viento corriendo en libertad...

Alcé mis manos al cielo, sintiendo como la calidez del sol me llenaba, colándose por cada poro de mi pálida piel y una lágrima de felicidad rodó por mi mejilla, perdiéndose en mi cuello, muriendo en mi piel libre. Y luego de tanto tiempo sin hacerlo, lo hice. Sonreí mirando la acera, los árboles, las personas, los automóviles, sonreí mirándolo todo. Había salido de la prisión, al fin lo había logrado, al fin había tenido el valor de hacerlo...

Y se sentía bien...

miércoles, 9 de marzo de 2011

Así eres




A tu paso vas abriendo camino de luces
Das luz al sol, y a la luna llena
Cubres con tu fulgor.

Las estrellas, lunares cerca de tus ojos
Que dan tono a tus pupilas
Nubes grises, lágrimas tristes.

Mirada de ángel
Que me miras constantemente por las noches
Mirada que estremece mi alma
Mirada limpia que mi corazón guarda.

Así eres
Eclipse de luna y sol.

martes, 8 de marzo de 2011

Blues




Ocupando toda la esquina entre El Paseo de la Melancolía y La Calle Vacío podías apreciar un bar oculto de las emociones positivas. Su nombre era Blues.

Blues ese día tenía un invitado muy especial. Ese día Ángel, un hombre con el corazón destrozado cruzó las puertas de madera con la cabeza agachada, la mirada perdida y arrastrando los pies.

Ángel se sentó en la mesa más apartada, casi dejándose caer en la silla y llamó al camarero alzando una mano notando que si bien Blues era un lugar oscuro y escondido, por alguna razón las parejas lo escogían para esconderse. No le hallaba lógica, Blues era un lugar demasiado deprimente, perfecto para un hombre como él.

-¿Qué va a tomar? -le preguntó un muchacho y Ángel lo miró sin mirarlo en realidad.

-Tráigame lo que sea -susurró con la voz quebrada.

El muchacho se retiró en silencio, arrastrándose como una sombra y acongojado, sabiendo el dolor que sentía aquel hombre, sabiendo también que el alcohol no era la solución, pero callando después de todo pues era un empleado más.

Cuando su orden hubo llegado, Ángel se relamió los labios antes de llevarse el vaso a la boca, sintiendo como el líquido abrazaba su garganta... Y entonces recordó a Edén. Era su trago favorito, o tal vez no, tal vez solo buscaba un pretexto para recordarla.

Al segundo trago Ángel olvidó su nombre, al tercero donde vivía, al cuarto olvidó que cuando llegase a su departamento nadie le reclamaría por la hora que era, al quinto por fin recordó quien era y al sexto recordó quien era Edén.

Levantó la cabeza entonces para posar su mirada en el pequeño escenario mientras el camarero le ponía otra bebida. Una silla maltrecha y un hombre que, guitarra en mano se sentaba en el banquillo al centro, acomodándose el instrumento sobre su regazo.

El hombre comenzó a acariciar las cuerdas de su guitarra mientras la intensidad de las luces comenzaba a decaer poco a poco antes de que su voz desgarrada y tosca llenara el lugar silencioso por completo.

Mi amor, la libertad es fiebre
Es oración, fastidio y buena suerte...


No quiso escuchar más del principio de ese blues melancólico, aunque aquello sonara muy redundante ya que todos los blues son melancólicos. -Estás ebrio-, pensó quedamente ahogándose en el último trago del potente alcohol antes de darse cuenta que ese era su trago favorito.

Se levantó de la silla dejando unos billetes sobre la mesa y comenzando a caminar tranquilamente hacia el exterior de Blues, silbando algún blues melancólico que en realidad ya no venía al caso.

lunes, 7 de marzo de 2011

Enfado





-Piérdete -le dije antes de voltear y echar a correr calle abajo.

Sé que sus ojos oscuros se abrieron desmesuradamente debido a la perplejidad, yo jamás me comportaba así con él, con él era sumisa y obediente, toda mimos y cabeza agachada, pero hoy no, hoy no tengo ganas de hacerlo, hoy tengo ganas de gritar.

-¡Espera! -escuché que me gritó antes de doblar la esquina, apretando el paso.

Corrí más rápido, todo lo veloz que mis agotadas extremidades me permitían en aquel momento. Estaba agotada, estaba irritada y estaba muerta de miedo. Miedo de perderle con mi actitud insuperable de reina del drama... Pero es que hoy no puedo evitarlo, hoy me siento más mierda que ayer o que el resto de los días anteriores a este.

Escuché que me llamaba otra vez, pero su voz era ahogada por los bocinazos que estallaban en la avenida, una avenida en la que puta idea tenía de como había llegado. Me detuve apoyándome en el muro de ladrillo y alcé el rostro al cielo, sintiendo como mis lágrimas pujaban por salir de manera depredadora y voraz. No quería que me viera así, no esta vez, nunca más...

Una mano se apoyó al lado de mi cabeza en el muro y me encontré de lleno con esos ojos oscuros, esos ojos oscuros que me miraba de manera extraña. Me dieron ganas de soltar un sollozo, pero lo reprimí con todas mis fuerzas.

-Ya te dije que quiero estar sola -gruñí desviando la mirada. me sentí débil de pronto al no poder mirarlo a los ojos.

-No -aquella palabra, seguida de sus manos cálidas sobre mis mejillas, obligándome a mirarlo...

Y me perdí en sus ojos que brillaban intensamente, sintiendo como una lágrima se dignaba a escaparse para rodar por mi mejilla. Él la limpió suavemente con su dedo y me dejé atraer hacia su pecho, escuchando los latidos de su enloquecido corazón, cosa que me relajaba hasta el punto de sentir como si estuviese realmente drogada.

-Te odio -gemí aferrándome a él con fuerza.

-Eso no es cierto -refutó acariciando mis cabellos castaños-, tú me amas...

Realmente no lo odio a él, solo odio la manera en la que borra mi enfado con una simple y estúpida caricia.

domingo, 6 de marzo de 2011

Final




Se acabaron los paseos por la playa, sintiendo la arena entre los dedos mientras mirábamos el mar calmo sin soltarnos de las manos.

Se acabaron las sonrisas tontas, los versos y los te amo que nos regalábamos al despuntar el alba luego de una noche de pasarla bien.

Se acabaron las tardes en que sonreíamos sin decir nada importante más que lo que sentían nuestros corazones al latir de manera alocada, cual quinceañera enamorada.

Se acabó el amor, se acabó el deseo y se acabó la lujuria, se acabaron tal como vinieron, de la forma más calmada y menos prevista.

Ahora estos sentimientos se los llevará la inminente brisa de otoño, colándose en mi alma y haciendo que olvide este amor que tanto bien me hacía hasta que terminó.

Tardaré en olvidar los paseos por la playa, la arena entre los dedos, tu mano sujetando con fuerza la mía sin dejarme ir.

Tardaré en olvidar los versos, las sonrisas y los te amos cuando al mirar el sol de la mañana recuerde que solo te gustaba pasarla bien conmigo.

Trataré de olvidar las tardes en que sonreía de verdad mientras tus ojos brillaban por una razón desconocida, diferente sí a la mía.

Trataré de olvidar este amor, este deseo y esta lujuria, que no sé como vino pero si sé como se fue, de la manera que una vez esperé.

Le daré paso al invierno en mi corazón para olvidarte, para olvidar y vivir de la misma manera autómata de siempre, tratando de ahogar un suspiro cuando mire el océano cristalino y reteniendo las lágrimas que pujan por salir.

Seguir el camino solitario, amor, eso es lo que queda...

Eso y vivir bajo la lluvia, en la oscuridad...

sábado, 5 de marzo de 2011

Ojos claros




Llovía a cantaros y podía notar perfectamente como la cortina de agua le quitaba visibilidad, también asustándose vagamente por el hecho de que su casco estaba empapado y las gotas que resbalaban por el estaban siendo demasiado peligrosas para la nublosa vista. Aceleró tomando una curva con temor a un futuro derrape mal dado y que la ducati terminara destrozada contra algún poste.

-Si ella me escuchara...

Susurró por lo bajo mientras aceleraba un poco más. Sí, si ella la escuchaba era capaz de matarla con una sola mirada, haciéndola la persona más cobarde del universo. Eran amigas desde siempre, o así lo veía ella y era por ello que no podía detenerse a pesar de la lluvia que de pronto había arreciado para ponerle la travesía de cabeza.

Se agitó tratando de tomar una curva de la manera en que ella le había enseñado, temiendo terminar estampada contra el pavimento y que la tuvieran que despegar con una pala o algo. -Tatuaje de concreto-, pensó sonriendo mientras su respiración se regularizaba al momento que aceleraba otra vez.

Por fin pudo divisar entre la cortina de agua una silueta que se resguardaba de la lluvia bajo un paraguas que parecía estar a punto de hacerse jirones de tela debido a la intensidad con la que las gotas chocaban contra el. Detuvo la motocicleta rápidamente frente a la mujer de ojos claros que la esperaba, pálida y con cara de funeral. Se quitó el casco y abrazó a la mujer como si eso fuese lo que ella necesitaba, pero en realidad necesitaba calmar su enloquecido corazón. Había estado tan preocupada...

-¿Que pasó? -susurró en su oído con voz temblorosa por culpa del frio. La mujer se removió entre sus brazos y se apartó solo un poco para mirarla con sus ojos claros.

-Te veías genial en Malena, ¡pero en Lucy te ves impresionante! -exclamó la mujer echándole un brazo por sobre los hombros.

-Me estas diciendo... -la voz se le contrajo de terror ante la idea de haber terminado de verdad como un tatuaje de concreto- Me estas diciendo que lo hiciste a propósito... ¿Es eso?

-Eres tan ingenua -se burló la mujer echando a correr al tiempo que los ojos chocolate de la menor se posaban sobre ella.

-¡¡¡Voy a matarte!!! -gritó la más pequeña corriendo tras esos ojos claros que siempre se burlaban de ella pero a los cuales tanto quería.

viernes, 4 de marzo de 2011

La Muerte Del Artista




Casi las ocho de la mañana y siento que se me van a caer los ojos del sueño.

Dos cuentas de RO abiertas, un par de blogs con bastante talento debo decir (éxitos a esos artistas, son lo mejor) y yo aquí, sintiendo que mi parte artística se está yendo al carajo. La música por primera vez en la vida no me está haciendo bien, puede que incluso me esté dejando peor que antes pero no puedo dejar de ser masoquista ante la inminente desgracia.

Más de dos horas mirando un documento de word, con las palabras atragantadas y sin ser capaz de plasmar todo lo que siento por mucho que lo deseo. ¿Que mierda? ¿Desde cuando tengo problemas para escribir? Bien, no es la primera vez que tengo un bloqueo artístico pero si es la primera vez en que pasan dos horas de concentración absoluta en las que todo está allí y a pesar de las innumerables veces que lo plasmas parece simplemente no querer acercarse a la realidad de lo que es.

Decidida a quitarme esto que siento tomé mi poket y apunté por la ventana al cielo (lo cierto y quien me conozca lo suficiente sabrá que es cierto, amo la fotografía). Los colores en el cielo, apenas despuntando la luz de un alba decadente me relajaron pero a pesar de las casi cien tomas que hice... Ninguna quedó digna de exhibirse al mundo para ver la luz, por lo que fueron vilmente borradas de la existencia ever.

-¿Que carajo falta? -me dije mientras las borraba una por una, autoconvenciéndome que todo iba a estar bien.

Y de vuelta al documento de word. Lo miré con ganas de levantarme, tomar la silla y reventar el maldito monitor que ahora parece estar burlándose de mi... Pero me controlé, no quiero luego andar llorando en cada esquina porque deberé comprar un monitor nuevo con un dinero que no tengo. Pura basura, ¿lo notan? Todo mal, Mily, todo mal...

Ahora bien, jamás en mi vida pensé que iba a hacer esto pero por favor, quien sea que me lea dígame una cosa (aunque sea lánceme un avada kedabra) ¿Vale la pena seguir con esto? ¿Vale la pena ser un artista traumado? ¿Vendrá siendo hora de que lo deje?

Si, mi viejo siempre me dijo "no hagas cosas en las que no eres bueno" y creo que ya se lo capté, quiso decir que no importa cuanto uno se esfuerce en lo que le gusta al final siempre quedará solo en el esfuerzo, en nada más. No porque te guste la escultura serás un buen escultor. Dicen que si no eres hábil en el arte te conviertes en crítico, uno muy amargado por cierto.

Ya... Eso era, tenía ganas de sacármelo de adentro de una buena vez.

Besos

P.D: La foto es una antigua, mi mejor obra (de chiripa, todo se lo debo a la suerte)

martes, 1 de marzo de 2011

Carta de una amante



Querido Ángel:

Aquí, mirando el atardecer comienzo a redactar mi carta. ¿Recuerdas que siempre tomaba una fotografía de lo que observaba cuando te escribía algo? Esta no será la excepción...

Lo cierto es que tengo mil razones para odiarte. Eres un idiota que se deja llevar por las palabras de terceros a la primera que pasa, acobardándose, dejando que otros controlen tu vida por temor a perder lo poco y nada que haz construido... Al final eso que tanto aprecias, eso que tantos años te tomó crear déjame decirte que no es nada, nada comparado con lo que pudo ser y no fue.

Pero no me atrevo a alejarte de ese gran proyecto de vida, no señor, eso no me importa ya. Quédate con tus sentimientos mediocres que a mi ya no me van a importar más. Me dijiste "te quiero" seguido de un "lo siento" y eso cariño, déjame decirte que no es querer, es justificarse. Estas justificando lo injustificable, estas tratando de darle una razón estable a la decisión de mierda que tomaste, pero como dije, ya no me importa.

También es muy cierto que no puedo dejar de amarte. Un amor intenso y fugaz como la lluvia de verano, un amor doloroso y autodestructivo. Me enseñaste, no puedo negarlo y dejar de agradecerte. Me enseñaste a luchar por mi y es por eso que te digo esto: Te amo pero jamás volveré a caer en tus brazos. Es probable que me cueste horrores verte caminando en una acera, sujetando la mano de tu hija mientras le regalas miradas a tu esposa, miradas que una vez fueron dirigidas a mi porque supuestamente ya no la amabas. Sí, llegué a darte una razón para volver a creer en el amor y ahora la que no cree más soy yo.

Buscaré en otros brazos el calor que los tuyos me quitaron, eso es lo que haré. Buscaré hasta saciarme de un amor no correspondido, ahogándome en el placer masoquista de amarte y odiarte a la vez... Y esta, amor mio, es mi última carta.

Ya no habrá más versos ni canciones, más te quieros o éxitos. Si, te deseo lo mejor del mundo, te lo mereces pues no eres mala persona, solo te acobardaste en el momento en que yo más te necesitaba. Lo cierto es que ya no te necesito, pues ya ni siquiera me necesito a mi misma. Hasta aquí llegó la bonita canción de amor...

Hoy comienzo de nuevo, desde cero diciéndote adiós. Cuídate y cuida a tu hija, es el regalo más grande que tienes, un tesoro que debe ser valorado... Por lo menos valora eso.

Hasta siempre

Edén