Quienes me inspiran a seguir

martes, 20 de septiembre de 2011

Preocupación




Ángel inició la sesión de Messenger sin esperanzas de ver conectada a la muchacha que lo traía con los nervios de punta. Desde aquella mañana en la que Edén se había mostrado tan fría, lejana y agresiva para con él habían pasado ya casi dos semanas, la misma cantidad de tiempo que habían pasado sin hablar luego de que la chica se le confesara. Estaba preocupado por ella, eso estaba más que claro pues era lo único que podía pensar en sus días y noches de arduo trabajo arreglando computadores para la importante empresa que lo había contratado justo unos días antes de conocerla.

Eran las seis de la mañana y hacía un frio del demonio por lo que, mientras la sesión iniciaba caminó hasta la cocina para preparase un café caliente y cargado que pudiera relajarlo tanto como las palabras alegres que ella le había regalado durante casi tres meses. Volvió a la habitación con la taza en la mano y se sentó frente al ordenador, inspeccionando quienes estaban en línea a esa hora de la mañana. Grande fue su sorpresa al ver conectada a Edén en su típico estado de ocupado, con su nombre escrito en letras rojas y azules, con un subnick que decía claramente “Mon Petit Ciel”. A saber a qué se refería con eso. Hizo doble clic con el corazón latiéndole a mil por segundo y tecleo lentamente, sin saber con claridad a donde lo llevaría todo aquello. Se dio cuenta mientras tecleaba que la personalización de la muchacha había cambiado otra vez, pero ahora el color que lo asaltaba era un marrón claro mientras que el avatar que traía esta vez era nada más y nada menos que ella misma. Una fotografía de ella que él jamás había visto y que definitivamente casi hizo que le saltara una lágrima de angustia. La muchacha miraba a la cámara con ojos vacios, opacos y sin brillo mientras una de sus manos sujetaba el cigarrillo que sus labios pintados de púrpura suave sujetaban casi como si un pétalo de rosa estuviera apoyado contra ellos. Sus mejillas estaban enrojecidas y una lágrima apenas perceptible rodaba lenta por la mejilla izquierda, casi siendo cubierta por el flequillo monocromo.

Ángel dice:

Buen día —“sí, muy atinado de tu parte”, se regañó mentalmente. Tenía tanto que decir y solo se le ocurría saludar de aquella manera tan escueta y formal.

Edén dice:

¿Qué onda?

Las letras en marrón oscuro, contrastando con el marrón claro de la personalización de la ventana de mensajes lo sorprendieron sobremanera. “¿Qué onda?” ¡¿Quién rayos era esa y qué había hecho con su Edén?! Edén jamás le hubiera saludado así en la vida, la conocía lo suficiente para saber que no era ella así que las palabras brotaron de sus dedos sin dudarlo ni un solo segundo, diciendo lo que su cabeza había pensado.

Ángel dice:

¿Quién eres tú y que hiciste con mi Edén? —se mordió el labio inferior, palideciendo. Se le había escapado el lado posesivo que solo usaba en su mente cuando la imaginaba a su lado, mirándolo con esos bellos ojos color chocolate.

Edén dice:

¿Eres el novio de Edén?

Ángel dice:

No, soy un amigo —contestó rápidamente. Esa pregunta le había dejado muy en claro que la persona con la cual hablaba no era con quién quería hablar en aquellos momentos.

Edén dice:

¿Amigo? —leyó rápidamente, más el o la desconocida continuaba escribiendo, por lo que aguardó pacientemente— Qué raro, Ed nunca me ha hablado de ti.

Ángel dice:

¿Eres amigo/a de ella? —tecleó con las manos congeladas de frio, tratando de calmar los temblores de su cuerpo— ¿Podrías decirme como está?

Edén dice:

Soy Mabel, su compañera de casa —aclaró la muchacha rápidamente para luego agregar— Y sí, Edén está bien, se recupera de a poco.

Las alarmas de Ángel se dispararon como una bala hasta el cielo. ¿Recuperarse? ¿Estaba enferma? ¿Le habrían hecho algo? ¿Tal vez su rechazo había sido demasiado para ella? Tantas preguntas generándose en su cabeza, tanto nerviosismo recorriéndole cada célula del cuerpo que se sintió desfallecer ante una inminente desgracia. Hasta la imagen de ella, su silueta pura recortada por la luz ambarina de la lámpara, su expresión triste le rompió el corazón y fue lo primero que imaginó sintiéndola un mar de lágrimas por alguna causa que deseaba saber ya mismo. Tecleó frenético, hundiendo los dedos en las teclas, que sonaban con dureza al paso de sus manos por el aparato, creyendo que lo rompería si continuaba maltratándolo de esa manera.

Ángel dice:

¡¿Qué rayos le pasó a esta chica ahora?! ¡Júrame que está bien, por favor!

1 comentario:

  1. Estoy segura que Mabel le dirá algo malo solo para fastidiarlo xD. Lo siento pero creo que Ángel merecía ese escarmiento xD

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