Quienes me inspiran a seguir

sábado, 24 de septiembre de 2011

Amistad Inestable




Jamás supo de dónde demonios había sacado el valor para hacer lo que había hecho pero supo que era lo correcto, que era la mejor forma, momentáneamente, de arreglar las cosas entre ellos. Ella sabía que él tenía su cámara conectada al ordenador, incluso él muchas veces le había dicho que se hiciera de una para así poder verse y además, dejar el tedio de la charla manual para pasar a algo más amistoso, a las palabras hechas y derechas. Por eso, hacia solo dos días y sabiendo que en algún momento tendría que enfrentarlo había comprado el aparatito, habiéndolo olvidado en su morral sin siquiera conectarlo al ordenador .Por eso, cuando vio la pregunta aparecer en la ventana de mensajería instantánea no lo dudó un segundo. Caminó a su morral y tomó el aparato junto a los fonos que había comprado especialmente para eso, de esos con micrófono incorporado y comenzó la labor de instalarlos en tiempo record. Se puso los fonos a penas, pues le eran muy incómodos y sin dudarlo un segundo envió la solicitud para iniciar el video llamado. Mientras la imagen cargaba encendió un cigarrillo, solo para darse cuenta que estaba más nerviosa de lo que creyó y esperó a que no se le notara tanto.

Vio aparecer la imagen de Ángel en la parte superior izquierda de su pantalla y trató de no sonreír. Llevaba el cabello un poco más largo de lo que lo había visto la última vez y hasta se le veía un poco más oscuro que de costumbre. Sus ojos avellana, a su parecer, no emanaban esa alegría típica que siempre la había hecho sentir bien y, haciendo tripas corazón, implorando a todos los Dioses que su voz saliera controlada habló.

—Dame una buena razón para no mandarte de un insulto a Plutón, Ángel de mierda…

Vio como las cejas de Ángel se alzaban hasta límites nuevos para ella y reprimió una carcajada cuando el hombre comenzó a mover los labios sin que un solo sonido saliera de ellos, como si quisiera hacer tiempo para encontrar una razón válida. Al final pareció rendirse pues se llevó una mano al rostro y se rascó la barba que comenzaba a hacer acto de presencia.

—No hay nada que me justifique —lo escuchó decir y su voz, suave y algo gruesa la dejó con el alma congelada—. Soy un estúpido que solo se da cuenta de que mete las patas hasta el fondo cuando ya es demasiado tarde…

—Okey —terminó cediendo sin siquiera poner guerra de por medio, Ángel pareció asombrado, pues abrió los ojos como una persiana que sube demasiado rápido—. Está bien, Ángel, no te preocupes, ya pasó. Podemos seguir siendo igual de amigos que antes.

Decir aquello le había costado horrores. No porque sus palabras no hubieran causado un efecto en ella. ¡Claro que lo habían causado! ¡Ella no era de hierro! Le había costado porque había llegado a esa palabra. Amigos. Al instante en que esa palabra hacía acto de aparición en su mente podía ver las palabras de Ángel aquel día que se le había ocurrido la grandiosa idea de confesarse. “Te quiero solo como amiga”. Cuanto le había dolido eso, pero ella, por sobre todas las cosas le daba un valor tan distinto a los demás a esa palabra, después de todo solo tenía dos amigos y esos eran precisamente los que vivían con ella en esa enorme casa.

Alejó todos los pensamientos de su cabeza para poder serenarse y que Ángel no notara que su expresión había cambiado ligeramente. Se llevó el cigarrillo a los labios y le dio una profunda calada al cilindro al tiempo que inspeccionaba la expresión de su interlocutor. Estaba con las cejas enarcadas, tanto que casi podían chocar la una con la otra, la nariz la tenía ligeramente arrugada, los labios estaban apretados y podían notar un leve color rojo en sus mejillas.

—Me preocupo —lo escuchó decir con un tono de voz tan seguro que casi le quitó el aliento—. Me preocupo porque te quiero y porque eres importante para mí así que no digas estupideces como “No te preocupes, ya pasó”.

—No seas tarado —cortó de manera seca, no quería hacerse ilusiones y sabía que si Ángel continuaba tratándola con esa amabilidad las lágrimas saldrían—. Mira, ya pasó y como dije, podemos seguir siendo amigos a como éramos hasta hace un mes, así, sin dramas ni broncas ni nada.

Lo había dicho todo tan rápido que le faltó un poco el aire, por lo que suspiró pesadamente antes de llevarse el cigarrillo a los labios, bajando la mirada para no verlo a él ni el reflejo de sí misma, de la máscara que lentamente iba cayendo, dejando entrever solo un poco de su alma desgarrada como un velo de seda.

—Es que yo ya no quiero ser tu amigo, Edén…

Abrió los ojos rápidamente, sintiendo como una lágrima escapaba de la ventana de su alma, rodando rauda por su mejilla hasta perderse en su cuello, aún sin siquiera mirar la imagen de Ángel. Tenía miedo de lo que venía ahora, no quería siquiera escuchar lo que se venía pero recordaba claramente las palabras de su amiga de ojos verdes, que le había dicho aquel día en que le había confesado su amor por alguien: “será lo que tenga ser”. Alzó la vista aterrada de lo que sus ojos verían y entonces se desmoronó por completo al ver la expresión compungida de Ángel, con los ojos vidriosos y los labios apretados, como si quisiera decir algo más pero no encontrara las palabras para hacerlo. —Por lo menos no soy la única que no quiere que esto acabe—, pensó llevándose el cigarrillo a los labios y dándole una profunda calada.

1 comentario:

  1. *o* Quizá ahora Ángel no me caiga tan mal como antes xD. Quiero seguir leyendo *-*

    pd: Estoy probando la nueva interfaz de Blogger es un asco pero tendré que acostumbrarme xD

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