Quienes me inspiran a seguir

miércoles, 6 de julio de 2011

Padre




Y ahora vienes... Ahora cuando no necesito ni quiero nada de ti ni contigo, cuando te quiero lo más lejos posible mi, luego de quemar todas tus fotografías, de ahogar el recuerdo de tu espalda en el océano oscuro, quemando el retrato que te hice, mirando como las cenizas se consumen.

Ahora vienes, cuando ya no te necesito, dándotelas de héroe, de salvador, del señor de la cordura y la razón. Te plantas frente a mi, y lloras, y te muerdes los labios, y te haces sangre. Aprietas los puños, sin mirarme, te avergüenza siquiera darme la cara.

Y yo no quiero nada de ti, no necesito nada de ti...

Hace mucho tiempo dejé de querer provocar tu afecto. Hace mucho tiempo dejé de tratar de ser la hija perfecta. Ya no quiero nada de ti, ni tu cariño, ni tus disculpas, no ahora que ya es tarde.

Quédate con tus abrazos jamás dados, quédate con tus palabras vacías, quédate solo porque ya no correré tras de ti como cuando era niña y necesita, anhelaba tu protección. Tu padre fue más padre para mi que tú, así que vete, aléjate de mi, piérdete, no te quiero...

Y dudo poder quererte de nuevo...

Si es que alguna vez te quise...

¿Sabes que es lo único bueno que recuerdo de ti? ¿Sabes lo que trato de no olvidar cuando te veo o te nombro?

Trato de no olvidar aquella vez que, muy de niña, tendría unos seis o siete años nos vimos y me llevaste a pasear al parque. Le dijiste a mi abuelo que me vistiera bonita y él, complaciente y bueno, me puso un vestido celeste con lazos blancos con zapatos de charol. Me cargaste en tus brazos, fue la única vez que lo hiciste. Una vez en el parque te subiste a un columpio y me sentaste en tu regazo, yo me abracé a mi muñeca de trapo y tú, con tu brazo derecho tan fuerte como lo recuerdo, me aferraste mientras nos balanceábamos suavemente. Me dijiste que siempre me protegerías...

Mentiras...

Siempre mentiste demasiado bien y yo, tonta, estúpida...

Siempre te creí...

Luego de eso solo recuerdo peleas, gritos y tu espalda que se alejaba por mucho que tratase de alcanzarla. Corría siempre tras de ti, siempre, pero por mucho que te llamé jamás volteaste a mirarme...

Hasta ahora...

Ahora que ya no te necesito, ahora que ya no te quiero, ahora que te perdí el respeto...

Ahora que te odio...

Y digo, atragantada por las palabras y las lágrimas de tristeza porque esto no pasó antes, porque tu arrepentimiento como padre no llegó cuando lo necesité...

Ya te perdí el respeto...

Siento que haya pasado de esta manera...

Adiós... Papá...

No hay comentarios:

Publicar un comentario