Quienes me inspiran a seguir

sábado, 30 de abril de 2011

Furia... Y algo más





Patee la silla con todas mis fuerzas mientras las palabras "Faceta Nueva" (con tu maldita sonrisa a la que soy TAN vulnerable de fondo) aparecían en la pantalla. Me sentí tentada a contestarte que podías irte a la mismísima mierda, que podíamos mandarlo todo al carajo en ese preciso segundo más las manos de mis amigas me retuvieron, alejándome del ordenador y apurándome para que les ayudara a subir el librero al camión. Soy demasiado impulsiva cuando me enfado, demasiado para mi propio gusto por eso me controlo y trato de no hacerlo seguido, llevándome la rabia a ese rincón de la casa, ese rincón que ahora tiene mi nombre por todos lados junto a la palabra "Desastre" escrita con rabia y tinta roja en la pared.

Subimos el maldito librero al camión junto a todo lo que faltaba, recorrimos cada rincón vacío de la casa con nostalgia y cerramos la puerta, sabiendo que sería la última vez que pisáramos ese lugar lleno de recuerdos preciados, buenos y malos. "Tantas emociones por un día le van a hacer mal a mi corazón...", pensé mientras me acomodaba en el asiento del copiloto encendiendo un cigarrillo y mirando por la ventana abierta, dejando que el viento refrescara mi sofocada cabeza y alejara mis pensamientos de destrucción masiva.

Al final llegamos en pocos minutos a nuestro nuevo hogar, el cual compartiríamos Anna, Kari y yo, nuestro rincón desolado, nuestro nuevo comienzo. Mis mejores amigas a mi lado pusieron cada una su mano sobre mis hombros, tratando de calmarme con la mirada más sabiendo que solo podía quedar tranquila con un poco de música y minutos de paz para enfriarme. Antes de bajar las cosas del camión pusimos la radio a todo volumen, dejando que la música de Disturbed llegara hasta afuera, atrayendo las miradas de todos los vecinos ante las "nuevas escandalosas de turno". Uno de ellos me dijo desubicada cuando choqué con él y no me disculpé, aún me hervía la sangre por las palabras en el maldito ordenador... Lo miré fulminante arrojando la colilla del cigarrillo al suelo, pisándola con rabia y levantando el dedo medio al tiempo que unas palabras no muy decorosas salían de mis labios. Se fue mirándome mal.

Bajamos las cosas del camión y las entramos en cosa de minutos, despedimos al hermano de Anna, el conductor buena onda cuando acabamos y nos dispusimos manos a la obra para repartir las cosas de la enorme casa de mi amiga alta y rubia. Anna compartiría habitación con su novia, por supuesto, tenían toda la tercera planta para ellas solas (malditas casas de ricos, los odio). Yo quedaría en la segunda planta, donde habían tres habitaciones desocupadas, una de ellas con baño incluido. No la había visto hasta el momento por lo que cuando entré quedé simplemente maravillada con la imagen que tenía. Estaba desocupada probablemente por eso me pareció inmensa, las paredes estaban pintadas de un bello azul eléctrico, el techo blanco e inmenso... Kari me palmeó la espalda diciéndome que subiéramos la que sería ahora mi cama (antes era de ella, vamos, que llegué aquí sin nada).

A pesar de todo quedé con una habitación generosa. No había mucho, un armario, la cama y una pequeña televisión en blanco y negro cortesía de la difunta abuela de Anna que le había dejado PEDAZO de casa para ella sola como herencia. Poco a poco iríamos llenando los rincones vacíos de la casa con pequeños retoques personales para darle algo de vida al abandonado lugar. Transformamos otra de las habitaciones vacías en un estudio. Trasladamos el escritorio que antes había en la sala hacia allá, el ordenador de Kari quedó allí junto al librero a mi entera disposición veinticuatro horas siete días a la semana. Llenamos el librero en ese mismo momento con todas las cajas de libros de la abuela de Anna (muchos también cortesía de su padre, Rodrigo) y quedé más que satisfecha con el resultado. Una habitación solo para la creatividad, había que decirlo.

Me sorprendí de lo rápido que habíamos trabajado, en tres horas habíamos hecho todo. Estábamos exhaustas, hay que reconocerlo sobre todo porque los días sin dormir me estaban pasando la cuenta en demasía. Nos sentamos en la sala, en el primer piso y encendimos las tres un cigarrillo mientras bebíamos pepsi. Me dio rabia entonces, la ira volvió a mi de un plumazo. Miré el vaso y quise gritarle, por muy estúpido que eso pareciera pero me contuve con todas mis fuerzas. No me considero una persona orgullosa pero debo admitir que esta vez estoy... Estoy simplemente ENRABIADA.

-Cálmate -me susurró Kari, casi con miedo a mi reacción mientras sonaba Flag in the Ground de Sonata Arctica de fondo.

-No quiero -respondí como una niña chiquita.

-¡Pendeja! -exclamó Kari revuelta en un abrazo con su novia-. Vamos, que no es tan terrible, además, fue tu culpa, tú dejaste que Linc te besara, tú le dijiste cuando podías haberte quedado callada.

-Karina... -le advirtió Anna en un susurro mientras se llevaba el cigarrillo a los labios.

-Karina nada, amor -refutó Kari mirándome severamente-. Mira, sé que estás enfadada pero desquítate con él y no contigo o con nosotras, no nos lo merecemos.

Esas palabras fueron una verdadera bofetada verbal, por primera vez desde que la conocía que sentía se estaba comportando como una persona madura. Encendí el último cigarrillo que le quedaba al paquete que compré durante la mañana y me sentí fatal, sencillamente fatal. Kari tenía demasiada razón, siempre me guardaba todo para mi hasta el reviente pero ahora simplemente algo me había hecho desatar toda mi furia, esas dos sencillas palabras me habían hecho perder la cabeza... "Nueva Faceta".

Negué mentalmente. No, yo no soy así, yo no tengo "facetas", yo soy como soy y punto. ¿Será por eso que siempre que alguien descubre algo nuevo sobre mi me asusto? Yo, que siempre ando repartiendo a los cuatro vientos que me muestro tal cual soy, yo... Me acabo de dar cuenta que soy una verdadera farsa. Soy una farsante... ¿Porqué? Porque tengo miedo, estoy sencillamente aterrada.

¿Aterrada de qué? No tengo idea, solo sé que estar así de asustada me hace actuar como un animal herido, que no quiere recibir las manos que tratan de ayudarle, que solo causa lo mismo que le hicieron. Más aterrada todavía me levanté hecha un huracán del sillón y comencé a caminar por la sala de un lado a otro, dejando pisadas duras contra la madera perfectamente encerada del salón. De un lado al otro me moví, llevándome el cigarrillo a los labios con dedos temblorosos mientras en mi cabeza aparecían palabras que mis labios querían escupir. Nightwish comenzó a sonar y yo no pude evitarlo más, miré fijamente a mis amigas que se mantenían expectantes ante mi estado y sonreí con malicia, casi como una desquiciada.

-Lo logró -escupí con desdén hacia la nada-. El muy desgraciado lo logró... ¡Pero ya me las va a pagar! ¡Eso lo van a ver!

-Emmm... Tranquila pendex -susurró Kari, algo acobardada. Jamás me había visto así, eso seguro, siempre me guardo esto para mi.

-Tranquila nada. ¡Esto se acabó, en cuanto lo vea le voy a escupir TODO en esa cara suya que me trae loca! ¿Y quieren saber porqué? ¡Porque el muy...! -me guardé el insulto para mi, llevándome el cigarrillo a los labios, tratando de calmarme. No lo logré- ¡Porque logró hacerme salir de mis cabales con solo dos palabras! ¡DOS PUTAS PALABRAS!

Silencio... Mi día de furia se había acabado con eso.

Solté mi cabello que se había mantenido atado en una nada favorable cola de caballo, aplasté la colilla del cigarrillo contra el cenicero y me dejé caer de nuevo en el sillón, respirando agitadamente. Anna se levantó de su lugar y se sentó en el reposa brazos, abrazándome con fuerza y acariciando mi cabello mientras lágrimas mudas de rabia e impotencia bajaban por mis mejillas. Kari se sentó en el suelo frente a mi y me tomó una de las manos, acariciándola entre las suyas con extrema delicadeza. Volví a sentirme como una niña pequeña y necesitada de los brazos y caricias de su madre cuando las lágrimas acudían a ella sin remedio.

Entonces, en ese momento decidí que definitivamente me haces bien...

No hay comentarios:

Publicar un comentario