Quienes me inspiran a seguir

lunes, 7 de marzo de 2011

Enfado





-Piérdete -le dije antes de voltear y echar a correr calle abajo.

Sé que sus ojos oscuros se abrieron desmesuradamente debido a la perplejidad, yo jamás me comportaba así con él, con él era sumisa y obediente, toda mimos y cabeza agachada, pero hoy no, hoy no tengo ganas de hacerlo, hoy tengo ganas de gritar.

-¡Espera! -escuché que me gritó antes de doblar la esquina, apretando el paso.

Corrí más rápido, todo lo veloz que mis agotadas extremidades me permitían en aquel momento. Estaba agotada, estaba irritada y estaba muerta de miedo. Miedo de perderle con mi actitud insuperable de reina del drama... Pero es que hoy no puedo evitarlo, hoy me siento más mierda que ayer o que el resto de los días anteriores a este.

Escuché que me llamaba otra vez, pero su voz era ahogada por los bocinazos que estallaban en la avenida, una avenida en la que puta idea tenía de como había llegado. Me detuve apoyándome en el muro de ladrillo y alcé el rostro al cielo, sintiendo como mis lágrimas pujaban por salir de manera depredadora y voraz. No quería que me viera así, no esta vez, nunca más...

Una mano se apoyó al lado de mi cabeza en el muro y me encontré de lleno con esos ojos oscuros, esos ojos oscuros que me miraba de manera extraña. Me dieron ganas de soltar un sollozo, pero lo reprimí con todas mis fuerzas.

-Ya te dije que quiero estar sola -gruñí desviando la mirada. me sentí débil de pronto al no poder mirarlo a los ojos.

-No -aquella palabra, seguida de sus manos cálidas sobre mis mejillas, obligándome a mirarlo...

Y me perdí en sus ojos que brillaban intensamente, sintiendo como una lágrima se dignaba a escaparse para rodar por mi mejilla. Él la limpió suavemente con su dedo y me dejé atraer hacia su pecho, escuchando los latidos de su enloquecido corazón, cosa que me relajaba hasta el punto de sentir como si estuviese realmente drogada.

-Te odio -gemí aferrándome a él con fuerza.

-Eso no es cierto -refutó acariciando mis cabellos castaños-, tú me amas...

Realmente no lo odio a él, solo odio la manera en la que borra mi enfado con una simple y estúpida caricia.

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