Quienes me inspiran a seguir

martes, 15 de marzo de 2011

15 de Marzo




Tomé las llaves del recibidor y salí corriendo de la casa, esperando caerme en una fosa y que nadie me encontrara hasta que acabara el día. Ni siquiera sabía porqué tomaba las llaves, siempre era mejor salir sin ellas, siempre era mejor perderse.

Mis amigos ya conocían mi ritual para este día. Levantarme muy temprano, hacer mis cosas tratando de pasar lo más bajo perfil que se pudiera, no contestar mucho y escuchar la música de mi mp3 muy pero que muy alto para no llegar a escuchar nada que no quisiera escuchar, lo que se daba a lo largo de todo el santo día. Realmente no sabría decir que es más agotador, si bien llevar un día así o imaginar... Definitivamente imaginar lo que pasaría si lo dejara pasar es la peor opción.

Dejé de correr cuando me di cuenta de que no estaba huyendo de nada, dejando reposar todo el peso de mi agotado cuerpo contra un muro cercano, respirando agitadamente y pasando mi mano por mi cabello de manera nerviosa. Un sonido junto a una vibración en el bolsillo de mi pantalón me distrajo y yo, pálida, tomé el móvil entre mis dedos temblorosos, mirando la pantallita brillante con inseguridad. Podía ver el nombre de mi mejor amiga allí, brillando en bonitas letras blancas en un fondo negro, negro como mi amargado corazón poco festivo. Con el dolor de mi alma le colgué y es que ella realmente... Realmente me daba miedo su reacción si llegase a contestar y a colgarle. No contestar siempre era mejor. No cruzar ninguna palabra.

Apenas guardé el móvil en mi bolsillo este comenzó a sonar otra vez, solo un par de veces con una melodía completamente distinta. Lo saqué despacio y leí la tan típica frase de "tienes un mensaje en tu bandeja de entrada" con las cejas alzadas al ver el emisor de dichas palabras. Suspiré antes de abrir el dichoso mensaje y comenzar a leerlo, poniéndome pálida a cada palabra... Más pálida de lo que normalmente soy.

Como pude apreté el móvil con todas mis fuerzas y eché a correr de vuelta a la casa, mis adoloridas extremidades quejándose hasta el infinito.

No tardé nada en realidad, creo que el temor me impulsó demasiado. Cuando llegué di las gracias a todo lo existente en este santo mundo por haber salido con llaves. Las metí dificultosamente en la cerradura y giré la manilla, colándome con celeridad en el interior. Mis ojos se abrieron desmesuradamente y mis manos, desgraciadamente no fueron lo suficientemente rápidas para cubrir mis oídos antes de escuchar el sonoro...

-¡Feliz Cumpleaños!

Ahora es cuando grito de terror, dejándome caer al suelo mientras muchas, demasiadas manos intentan apretarme en un abrazo...





-¡Mierda! -exclamo, poco menos que saltando de la cama.

Miro hacia todos lados, aún está oscuro, no ha amanecido. Suspiro aliviada y enciendo la pc con parsimonia, mirando de reojo por sobre mi hombro cada tanto, asustada.

Las personas pensarán que es estúpido que una persona le tenga tanto terror (porque sí, no es miedo, es terror absoluto lo que siento) al día de su nacimiento. Yo le temo, ¡y que tanto!

Me distraigo mirando la reciente información sobre los Annunaki y escuchando la música suavemente, llenando la habitación con tanta calma, como si tratara de tranquilizar al enloquecido corazón que golpea dentro de mi caja torácica. Me froto los ojos, algo cansada aún y entonces el móvil comienza a sonar, un sonido que se me hace casi casi sacado de la película Psicosis. Miro la pantallita brillante y abro el mensaje lentamente, algo curiosa y lejos extremadamente asustada.

¡Feliz no cumpleaños!
Oye, fea, iré a verte hoy
¿Juguemos wii un rato?
¡¡Llevaré pizza!!


Y no pude hacer otra cosa que reírme a carcajadas durante un buen rato...

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