Quienes me inspiran a seguir

lunes, 24 de enero de 2011

Si hubieramos vivido en estos tiempos II...

Al que se le ocurra preguntar lo mato ¬¬...





-Te amo... -me dijiste sin pensarlo dos veces y yo solo pude pensar un tosco "¿me estas agarrando?".

No, yo sabía que eras sincero, había podido percibir tus miradas desde los corredores de la escuela cada vez que me veías en mi entrenamiento de velocismo o natación, también había notado que tus labios cada vez que me besaban la mejilla ardían y que tu boca se acercaba cada vez más a la mía, ansiosa de contacto. Noté también que me abrazabas con más frecuencia, sin que yo te autorizara a ello, y es que la verdad eres el único hombre en quien confío ciegamente. A veces y solo a veces te tomabas el atrevimiento de entrelazar tus dedos con los míos cuando nos íbamos a la playa, donde sentados en la arena llorábamos como niños. Era nuestro momento especial...

Sacudí mi cabeza con fuerza y agaché la mirada, perdiéndome en esa arena blanca que más de una vez había recibido mis lágrimas. ¿Que hacer? ¿Que decir? "Philip... Eres mi mejor amigo, no puedes hacerme esto", eso es lo que quise decir, pero mis labios y mi corazón me traicionaron otra vez.

-¿Por qué? -escuché que alguien preguntaba.

No, no era alguien, era yo, solo que mi voz estaba tan grave y ajustada que apenas y había podido reconocerla. Pude ver como tu mano acariciaba mi largo cabello como tantas otras veces lo habías hecho, viajando primero por aquel mechón rebelde que me llegaba hasta los hombros antes de cambiar el rumbo y partir con tus dedos temblorosos hacia mi mejilla, sintiendo el calor de esta. Tu mano se deslizó hasta mi mentón y me hiciste levantar la vista, tus ojos estaban demasiado brillantes, demasiado temblorosos y demasiado empañados por las lágrimas que no querías dejar caer.

-Por que te amo... -fue tu sencilla respuesta, sencilla y algo extraña.

-Philip... -yo solo te hablaba con ese tono cuando quería una respuesta inmediata, tu suspiraste.

-A pesar de todo lo que piensas sobre ti, eres la única que lo ve de esa manera -contestaste llanamente antes de dejar ir mi rostro, metiendo tu mano al bolsillo de tu pantalón-. Todas las personas, en cada lugar al que vas te miran...

-No juegues conmigo... -mi mano había encontrado aquello que tanto buscaba en el bolsillo de tu abrigo. Cigarrillos.

Tu no fumabas pero me "controlabas el vicio", así decías tú. Odiabas que yo lo hiciera, por eso cada día me arrebatabas mi adorada cajetilla de cigarrillos y te la guardabas en el bolsillo. Ahora siquiera suspiraste y te agradecía profundamente que este no fuera de esos momentos de "ahora no". Encendí el cilindro con mano temblorosa, dándole una profunda calada, sintiendo el humo recorrer mi garganta, llegando a mis pulmones. Me relajé un poco antes de volver a mirarte, una lágrima resbalaba por tu mejilla... Me sentí como la mierda, asquerosa.

Solo limpié aquella escapista con el pulgar de mi mano libre mientras tu tomabas esa misma mano y la mantenías acariciando tu rostro. A veces te comportabas como "un cachorro asustado", de la misma manera en la que yo cada día me apoyaba en ti para no caer. Ahora veo tan lejano aquel día en el que nos conocimos, aquel día en el que yo era la guardiana y tú el protegido, aquel día en que te enseñé que las mujeres también podemos ser fuertes, aquel día en que nos hicimos amigos.

Alejé el contacto y me quedé allí, congelada, mirándote pasmada. "No...", dijo mi corazón cuando di un paso atrás, alejándome un poco más de ti. "No", esta vez fue algo más fuerte, tú tratabas de alcanzarme con una de tus manos pero apenas y moviéndote de tu lugar mientras yo seguía retrocediendo, sin dejar de mirarte. "¡No!", gritó más fuerte mi corazón cuando dejé caer la colilla, el cadáver de lo que fue mi cigarrillo a la arena mientras echaba a correr por la arena.

Te escuché gritar mi nombre de manera entrecortada, te escuché llamarme con un grito desgarrador, te escuché pedirme en un ruego que volviera. No estaba segura de si venías detrás de mi o no, tampoco quería averiguarlo, estaba confundida, alterada... ¿Por qué me dolía el corazón de tal manera? ¿Por qué lloraba como si esto no fuese bueno?

Grité, grité de terror y de dolor, de aquel dolor que no lograba comprender mientras tus brazos fuertes (sí, sabía que eran tus brazos, había aprendido a reconocerlos) me abrazaban por la cintura mientras tu rostro se escondía en mi cuello abrigado por el suéter de cuello alto.

-Te amo... -susurraste en mi cuello mientras yo me largaba a llorar otra vez, al igual que tantas otras.

Tú me volteaste y escondiste mi rostro en tu pecho. ¿Cuando habías crecido tanto? No lo sé... ¿Desde cuando eras tan fuerte? No me dí cuenta cuando pasó... ¿Por qué estaba tan aterrada? Ni idea...

Me dejé llevar por ese abrazo, mientras tus manos cálidas (siempre me parecieron cálidas) acariciaban mi cabello enmarañado a causa del viento. No sé como me habías alcanzado tan rápido llevando nuestras dos mochilas a cuestas y además, estaba el factor arena. "Ya no eres un niño...", pensé. "Ya no eres ese niño que necesitaba mi protección, ahora puedes cuidarte solo...".

Levanté mi rostro y me perdí en tus ojos negros, conmocionada por tus lágrimas y por las mías propias. ¿Desde cuando llorábamos los dos al mismo tiempo? Esto parece comedía romántica de mala calidad. "Me gusta esta comedía de mala calidad", escuché que decía mi corazón. Sonreí.

Tuve que ponerme de puntillas para alcanzar tus labios y recordé algo que una vez me dijiste, una vez en la que me viste caer a la piscina y quedé inconsciente porque me había golpeado la cabeza. "Beso sabor tabaco", me dijiste cuando estuve mejor, y es que esa mañana me había fumado una cigarrillo antes de entrar a la escuela. Estuve enfada contigo muchos días por eso, no quería que vieras los primeros auxilios como la oportunidad de besar a cualquier persona, pero como siempre lograste convencerme con una explicación rancia de mala categoría, como el queso hecho con gusanos.

No sé cuanto duró aquel roce de labios (ni siquiera podemos llamarlo beso), pero cuando nos separamos estábamos llorando con más fuerza. Volví a perderme en tu pecho mientras me susurrabas lo feliz que estabas, a pesar de siquiera saber que había sucedido.







El que sabe bien y el que no también ¬¬...

1 comentario:

  1. Me da miedo comentar esta tira con tanta amenaza xDD
    Pero me gustó y mucho :)

    ResponderEliminar