Quienes me inspiran a seguir

miércoles, 5 de enero de 2011

Princesa


Patee el aire con desdén mientras el cigarrillo era dirigido hacia mis labios, una profunda calada para calmar mis nervios mientras el aire frío de la media tarde me saludaba acariciando mis pálidas mejillas. Cualquiera diría que el frío le había ganado color a mis mejillas, pero no era así, no podía ser así solo por una razón. Mis mejillas estaban sonrojadas por ella. Acomodé la cazadora de cuero un poco sobre mis hombros antes de darle otra calada profunda al cigarrillo, buscando calma y serenidad. Pude vislumbrar una silueta que se movía impaciente a mi lado, nerviosa y ansiosa yendo y volviendo sobre sus pasos, acercándose y alejándose de manera que me daban ganas de golpearlo para que se mantuviera quieto a pesar de yo estar igual de nerviosa que él.

Me quemé los dedos y un poco los labios al darle una calada larga al cigarrillo, una aspiración tan profunda que el fuego llegó hasta el filtro para lastimarme. Maldecí por lo bajo antes de dejar caer la colilla al suelo y aplastarla contra mi bota mientras me quitaba la chaqueta. De pronto hacía mucho calor...

Una ráfaga fuerte me desacomodó el cabello haciendo que se me pegara en los labios brillantes de púrpura, la magia del labial ultra brillante. Acomodé los anteojos sobre el puente de mi nariz con suavidad a pesar de tener las manos tan temblorosas como cuando veía un payaso... Puaj, los odio. Volví a notar aquella sombra moviéndose a mi lado, desesperante pero tierna marcando el surco bajo sus pies que se abrían camino entre las personas que se empujaban. Encendí otro cigarrillo para tratar de calmarme.

De pronto una mano me golpeó la cabeza, un golpe tan fuerte que poco menos y quedé con la cabeza a la altura de mis rodillas. Miré enfurruñada esos ojos negros que me observaban con reprobación antes de volver a erguir mi cuerpo cual largo podía llegar a ser y volver a llevarme el cigarrillo a los labios como si nada hubiese pasado. Sonreí de medio lado antes de suspirar pesadamente, la ansiedad ya nos tenía vueltos locos.

Y allí estaba, una mano agitándose en nuestra dirección, su ondulado cabello bailando mientras corría hacia nosotros. Quise abrazarla pero se me adelantaron. Me molesté un poco pero observé la escena conmovida, me gustaba ver sus cuerpos juntos, para mi eran un cuadro perfecto. Una ve la hubo soltado yo dejé caer el cigarrillo con un gesto desinteresado antes de alzar mis brazos hacia ella, perdiéndome en el aroma que de sus cabellos emanaban.

-Te extrañamos, preciosa -susurré en su oído y la sentí temblar.

Y es que la habíamos esperado por mucho tiempo...

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