Quienes me inspiran a seguir

domingo, 12 de junio de 2011

Tiempo




Te me escapas como si fueras arena y sal, o gotas de lluvia, rocío de la mañana. Trato de tomarte entre mis manos trémulas otra vez para que hagas de las tuyas cuando me siento en control, volviendo a fluir si no es que más aceleradamente, entonces, desesperada porque no puedo hacer que te estés quieto miro al cielo, llorando o porque fluyes muy rápido o porque viajas muy lento. Me dices a veces: ¡Eh! ¡Niña! ¡Ponte de acuerdo!, y yo me largo a reír cuando te miro otra vez y pareces llevar cara de reproche.

-Amigo tiempo -te digo suplicante- ¿Porqué no puedes viajar a la velocidad que yo deseo?

Tú, al contrario de la imagen de reloj con piernas que tuve una vez en mi cabeza, cruzas de manera elegante tus piernas, acomodándote mejor en el trono dorado en el cual estás sentado, con la imagen del cuadro de Dalí de fondo. Tus cabellos largos y negros se mecen con la brisa, tu rostro afilado y cetrino, tus ojos almendrados y de un ébano profundo, la sonrisa torcida de labios finos, todo el conjunto es altivo. Cruzas tus brazos al igual que tus piernas, sonriendo de manera torcida antes de contestarme, con tu capa ondeando a los pies culpa de la brisa.

-Amiga mía -me contestas altivo, casi jocoso-. Si YO fuera a la velocidad que tú quieres, ¿cómo crees que debería actuar para los demás? -preguntas, sintiéndote poderoso ante la palabra "yo"- Ley pareja no es dura, querida.

Tienes razón. Me siento en el suelo frente a ti, comenzando a tomar mis tantos papeles que dejé regados, mis tantos proyectos sin acabar, sintiéndome miserable porque podría concluir si solo tuviera un poco más de tiempo.

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