Quienes me inspiran a seguir

miércoles, 8 de junio de 2011

¿No te gusta...? ¡Pues te jodes!




Bajé del automóvil rápidamente, lanzándome a los brazos de mis amigos en solo un segundo. Los gemelos me abrazaron con fuerza, saludándome con grandes sonrisas en sus rostros y yo me sentí bien allí, con mi amiga rubia tomando la mano de su novia con fuerza y él allí conmigo. Terminé de saludar al resto del grupo y entonces, cuando quise decir algo, una voz me interrumpió, haciendo que todos se tensaran, incluyéndome.

-¡A ti te quería pillar! -exclamó apuntándome, saliendo de la casa de mis amigos seguida de su novio.

-Barker -mascullé tratando de calmarme, sintiendo el arañazo en mi mejilla derecha arder- ¿Ahora que quieres de mi? -inquirí de mala gana, llevándome un cigarrillo a los labios.

-¡Mira! -volvió a gritarme, estirando su brazo hacia mi. Estaba vendado.

Alcé una ceja y los gemelos quisieron salir en mi defensa, más los callé antes de que dijeran nada, dando un paso al frente, plantándole cara con todo el fastidio y cabreo de la tarde transcurrida. ¿Quiere guerra? Guerra va a tener.

-Eso te lo buscaste tú sola, a mi no me eches culpa de tu estupidez -mascullé todo lo contenida que pude.

-¡Me tiraste al suelo! ¡Deberías pagar por esto! -gritó con rabia, dando un paso hacia mi.

-¿Y quién va a hacerme pagar? -pregunté con sorna- ¿Tú? No me hagas reír, niña -agregué con tono despectivo.

-Vi... -susurró Anna, soltando la mano de mi amiga pelirroja, más Gabriel la detuvo con un seña.

-Vi nada, ya me cansé de esto -bufé ahora más fastidiada al cruzar mi mirada con la de su novio, que parecía indeciso de a quien apoyar-. Escúchame bien esto, Barker, porque lo diré solo una vez. ALÉJATE DE MI VIDA. Déjame en paz y vete a joderle la existencia a alguien más mira que no tengo tiempo para ti.

-¿Ahora quieres que me aleje de ti? -cuestionó sonriendo con malicia- Que yo recuerde, fuiste tú quien me rogó durante meses que no te quitara mi amistad, ¿me equivoco?

-Eso fue una estupidez de mi parte -dije quitándole importancia al asunto-. Haber sabido la clase de persona que eras en ese tiempo, créeme que te hubiera mandado a la mierda mucho antes.

-Por lo menos yo no tengo que andarle mendigando amor a nadie, zorra -me dijo, ampliando la sonrisa. Eso había sido bajo hasta para ella.

-Barker... -amenacé solo con su nombre, crispando los puños hasta que se me pusieron los nudillos blancos.

-¿Qué? ¿La verdad duele? -prosiguió, regocijándose en mi dolor- Lamento que tengas una vida tan mierda, que no te quieran ni tus viejos, que tu abuelo se esté pudriendo cinco metros bajo tierra, que hayas perdido a tu mierda de hijo -siguió, dejándolos a todos de una pieza- ¿Qué no lo entiendes? ¡Mátate de una vez, le harías un favor al mundo!

-¡Ninoska! -la llamó su novio, sentí un jaleo a mi espalda, de seguro mi gemela favorita se peleaba en los brazos de alguien para ir a darle un buen golpe.

-¿Qué? -cuestionó ella, acercándose otro poco a mi- ¿Ahora te mordiste la lengua o eres pura boca? -me quedé en silencio, repitiéndome que no lo valía, que no hiciera nada estúpido- Lo sabía, ni siquiera tienes el valor para defender a un muerto que lo único que hacía era sentir lástima por ti...

Y esa fue la gota que rebalsó el vaso. Sentí en medio de mi rabia una lágrima rodar por mi mejilla y alcé la mano, estrellándola contra su mejilla con toda la fuerza que me fue posible reunir en esos segundos. Gabriel me abrazó por detrás y forcejee para soltarme de su agarre para ir a darle otro golpe, mientras el novio de Barker la sujetaba a ella para que no se aprovechara de la situación. Quería contener las lágrimas, quería que viera que sus palabras no me lastimaban, pero a cada movimiento en que trataba de soltarme del agarre de mi amigo más dolor sentía adentro, como una vieja herida sin sanar, infectándose lenta y dolorosamente.

-¡Vuelves a poner el nombre de mi abuelo en tu sucia boca y...! -exclamé, forcejeando con el agarre de mi amigo.

-¡¿Y qué?! -me retó, también forcejeando contra los brazos de su novio- ¡No tienes el valor para hacer NADA! ¡Eres una zorra calienta vergas! ¡El viejo de mierda que te crió debe estar revolcándose en su tumba!

No sé como lo hice pero me solté del agarre de Gabriel con tanta brusquedad que me dolieron los brazos ante el jalón. A pesar de lo que todos pensaban tomé mi morral del suelo, encendí un cigarrillo y miré por última vez a esa chica que dijo ser mi amiga más leal en los momentos tormentosos, di media vuelta y comencé a caminar, ahogando el llanto para cuando estuviera lejos. No sé durante cuanto tiempo caminé, pero mis pies me llevaron al muelle donde pasamos tanto tiempo juntas charlando y riendo luego de nuestras horas de escuela. Me senté en "nuestra" banca, junto mirando al mar y asesiné el cigarrillo con una última calada, dejando que cayera la colilla al suelo con gesto despreocupado. Acerqué las piernas a mi pecho y las rodee con mis brazos, hundiendo la cabeza entre mis extremidades, largándome a llorar como una magdalena cualquiera.

-Hija -escuché a mi lado, antes de que unos brazos fuertes me rodearan-. Ya... Ya pasó, tranquila...

Y grité, dejando salir toda mi frustración. Grité que estaba cansada, que no quería más guerra, que me dejaran en paz mientras una de las manos de mi amigo se enredaba en mi cabello, acercando más mi cabeza a su pecho, dejándome escuchar el latir de su corazón, que comenzó a calmarme lentamente. Me quedé así un buen rato hasta que mi respiración se hubo calmado por completo y las lágrimas estuvieron por fin contenidas, decidiéndome a alzar la cabeza. Gabriel me miraba con sus brillantes ojos verdes anegados en lágrimas, sintiendo mi dolor y le agradecí estar siempre allí para mi en lo más hondo de mi corazón.

-¿Que pasó luego? -me atreví a preguntar con un hilo de voz.

-Kari y Anna salieron tras de ti, pero te perdieron la pista -explicó alargándome un pañuelo-. Sabía que te encontraría aquí, pequeña...

-Gabo... -musité levantándome lentamente- Llévame a casa, por favor -supliqué tratando de no largarme a llorar de nuevo.

No dijo nada, solo se levantó y rodeó mis hombros con uno de sus grandes brazos, conduciéndome de vuelta a donde estábamos antes. De camino a su automóvil llamó a mis amigas, que al vernos llegar me rodearon en un abrazo apretado que logró calmarme lo suficiente para no echarme a llorar otra vez. No había no rastro de Barker y Will, lo cual agradecí profundamente. Me metí al auto rápidamente, bajé la ventanilla y encendí otro cigarrillo, sintiendo mi garganta arder de dolor más le resté importancia. Ya todo me daba igual...

Cuando llegamos a casa me encontré con Alexa, que me miró como si fuese un fantasma, más no dijo nada. Yo solo me digné a encerrarme en la habitación, colándome entre las mantas y volviendo a llorar en silencio hasta que me caí rendida ante el sueño producto del cansancio, culpa de las emociones contenidas ahora saliendo a flote. Recordé en la duermevela del sueño, en ese estado de semi inconsciencia lo que una vez me dije a mi misma luego de pasar una dificultad muy adversa.

-¿No te gusta...? -pensé aquella vez, muerta de frío culpa de la lluvia que mojaba mi cuerpo- ¡Pues te jodes! Así es la vida...

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