Quienes me inspiran a seguir

martes, 30 de octubre de 2012

Snuff


Autumn se congeló en su lugar, observando la escena con terror mientras su corazón desaparecía rápidamente. Pero más que eso, no podía hacer. Lo había intentado y de nada había servido. Le había amado con todas sus fuerzas y toda su alma, pero no era suficiente para él. No merecía a una inútil como ella. La sonrisa de él era demasiado grande para poder retenerla, su corazón demasiado puro como para poder abrazarlo junto al suyo, casi inexistente y manchado, mancillado. Se dio la media vuelta y comenzó a serpentear entre los árboles, tratando de alejarse todo lo rápido pero disimuladamente que pudo. Porque no podía soportar eso. Podía soportarlo todo menos eso.

Summer levantó la mirada hacia el linde del bosque al notar como las hojas que caían del árbol contra el que estaba apoyado soltaba sus hojas marrones sobre ellos. Y la vio justo en el momento que le daba la espalda.. El rostro de ella parecía tan imperturbable, tan sereno que no quería llegar a admitir que en el fondo ella pudiera estar sufriendo. Era más fácil poder verla sonreír que tener que soportar su llanto. Era más sencillo mentirse a sí mismo e ignorar todo lo demás. La herida en su pecho estaba sanando gracias a ella y a la nueva forma de ser que tenía para con él. No podían simplemente acercarse. Eran polos completamente opuestos.

Autumn corrió entre los árboles y de pronto Summer estaba corriendo tras ella, llamándola, pidiéndole que se detuviera. Pero ella se negaba a escucharlo. Continuaba corriendo, alejándose a las profundidades del bosque, de su bosque, del único lugar que ahora la hacía sentir segura. Pero... ¿Por qué el bosque no lo expulsaba? ¡No quería tener que enfrentarlo! ¡No todavía!

Summer logró alcanzarla, abrazándola con fuerza por la espalda, haciendo que su respiración acelerada chocara contra los salvajes cabellos de ella. Y la sintió inerte sobre sus brazos, laxa ante la caricia que dejó sobre su abdomen antes de dejarla ir. La obligó a voltear y vio en los ojos de ella palabras que querían escapar. Pero ella guardaría silencio, lo sabía.

Entierra todos tus secretos en mi piel
Vete lejos con tu inocencia
Y déjame con mis pecados
El aire que me rodea aún se siente como una jaula
El amor es solo un camuflaje
Que al final se asemeja a la rabia otra vez...

—No es lo que parece —susurró Summer, sintiendo que la perdía. Otra vez. Definitivamente—. Te amo... —dijo desesperado. Ella enfrentó sus ojos de otoño con los suyos, de verano.

Entonces si me amas, déjame ir —dijo Autumn con voz segura y los ojos brillantes—. Y vete lejos antes de que me entere.

—No... —gimió él, sintiendo como ella se escudaba en su mirada siempre firme e intensa— Te amo... Y tu me amas. Yo lo sé.

Mi corazón es muy oscuro para que me importe. No puedo destruír lo que no está ahí —continuó ella, destrozando con sus palabras todo lo que pudiera—. Así que déjame con mi destino. Si estoy sola no puedo odiar. No merezco tenerte... Mi sonrisa fue robada hace mucho tiempo. Si puedo cambiar espero nunca enterarme.

A pesar de toda la confusión plasmada en sus palabras, Summer pudo comprender el significado. Entendió que ella podía hacerse la tonta, pero no por demasiado tiempo. Y entendió que por eso ella había decidido simplemente marcharse, comenzando a cerrar cualquier entrada a su pedazo del bosque sin siquiera decir adiós. Autumn estaba cambiando, madurando, tratando de sanarse lo más lejos posible de todo y de todos. Incluyendo de él.

—Solo... Tratemos de ser amigos cuando estés mejor... —aceptó Summer, viendo como ella sonreía. Una sonrisa incluso más falsa que los químicos que usaban los humanos para hacer llover.

—Hasta siempre, Summer...

Summer sintió como una fuerza lo empujaba a través del bosque, arrojándolo directamente sobre el césped tibio de su lado de las estaciones. A su lado. Spring miraba el lugar del cual había salido con una sonrisa casi victoriosa. Siempre lo supo. Esas dos nunca iban a llevarse bien. Resignado, él se levantó y observó como el linde del bosque comenzaba a mutar, cerrando todas las posibles salidas o lugares en los cuales ellos siempre se encontraban. La tierra comenzó a quebrarse, separando al otoño de las demás estaciones.



—¡NO! —gritó Winter, viendo horrorizado como el río se dividía, una enorme pared de roca y árboles justo en medio de la corriente— ¡AUTUMN!

Pero ya era tarde, él lo sabía. Autumn perdonaba, pero no era tan fácil hacer que volviera a ser la misma que una vez fue. Se sintió estúpido, idiota por haber pensado que reteniéndola de esa baja manera a su lado podría asegurar su noble causa de amarla y adorarla incluso contra su voluntad. No... Autumn era demasiado indomable. Sobre todo para él.



Todavía presiono tus cartas contra mis labios
Y las guardo con cariño en partes de mi
Que saborean cada beso
No podría encarar la vida sin tu luz
Pero todo eso fue dejado atrás
Cuando te negaste a luchar...

Observó el caos que se alzaba a su alrededor. Los árboles contorsionados en extrañas y desiguales formas. La oscuridad que llenaba de pronto cada esquina, cada vuelta entre un arbusto y otro. La aspereza del césped que un día fue suave como el algodón en los pocos lugares en los que aún no desaparecía. Y en el centro de todo... La cabaña que ella y Summer habían construido. El recuerdo vivo de las cosas que habían hecho juntos incluso antes de ser algo más que amigos. Habían construido algo para ella, que dormía a la intemperie cada noche.

Summer siempre se había comportado como un príncipe azul...

Y ella siempre supo que los príncipes azules no existían. Y mucho menos para ella...

Entró en la cabaña y vio todos los retratos, las pinturas, las fotografías. Todo recuerdo junto a él. Y era hora de dejarlo ir.

Autumn se encaminó hacia un pequeño arcón del cual sacó un fajo de cartas atadas con un lazo. las pegó contra su pecho con fuerza, como si tratara de dejarlas allí para siempre y, mientras la primera lágrima se escapaba de su rostro, ella gritó. Y su grito atrajo a las raíces, que se alzaron alrededor de la cabaña, rompiendo y apretando como si fuesen serpientes que asfixian a su presa. Y Autumn se permitió llorar en medio de la destrucción, porque ya no quería hacer nada más hasta que los recuerdos desaparecieran por completo. Aunque ella sabía que los recuerdos jamás se iban...

Entonces ahórrate el esfuerzo, no te escucharé
Pienso que lo dejé muy claro
Tú no pudiste odiar lo suficiente como para amar
¿Se supone que fue suficiente?
Solo desearía que no fueras mi amigo
Entonces te podría lastimar al final
Nunca dije que fuera un santo...
Mi ser se desvaneció hace mucho tiempo...
Tuve que abandonar toda esperanza para dejarte marchar



Abrió los ojos sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones, sentándose de golpe sobre la cama y llevándose ambas manos al pecho mientras su acelerado corazón golpeaba contra las costillas. Todo le daba vueltas, una gran confusión estaba ahora instalada en su mente, su cuerpo se quejaba a cada movimiento, incluso ante el más pequeño, como si estuviera demasiado cansado y harto de mantenerse en la misma posición. Ella se llevó las manos al rostro y suspiró, tratando de controlarse, tratando de recordar aunque fuese quién era ella.

—¡Edén! —gritó una voz que le sonó familiar, demasiado familiar para su gusto.

Levantó la mirada y encontró a una joven de ojos tan verdes como las hojas de los árboles en verano acercándose a ella, con una enorme sonrisa y los brazos abiertos para apretarla contra su pecho. Y cuando esa joven la abrazó, no pudo evitar sentir que algo estaba realmente mal.

—¿Mabel...? —inquirió, el nombre llegando a sus labios incluso antes de poder contenerlo.

La joven se alejó del abrazo y observó a su amiga. Estaba tan alta y delgada, con el cabello tan largo y facciones tan afiladas y demacradas. No era la misma que una vez había sido, era como ver a otra persona. Incluso su mirada era distinta, más madura, más triste que antes de...

—Vas a recuperarte, ya verás... —susurró, sabiendo que probablemente ella no tenía idea que en realidad hablaba de una herida que no era física.

—¿Dónde está? —susurró Edén, haciendo que su amiga se tensara— Mabel, ¿dónde está Summer?

Edén observó fijamente la expresión contrariada de su amiga, sintiendo un nudo en el estómago por culpa de la confusión. Tuvo que obligarse a sí misma a hacer memoria, pero solo podía recordar momentos precisos. Una sonrisa, una puesta de sol, un árbol, una colina y... Él.

—Edén, tengo que hablar contigo —dijo Mabel, sabiendo que ahora que ella estaba despierta, esa charla no podía esperar.

Entonces destrozate tú misma contra tus piedras
Y escupe tu compasión en mi alma
Tú nunca necesitaste ninguna ayuda
Me vendiste para salvarte a ti misma
No escucharé tu vergüenza
Huiste lejos, eres la misma de siempre
Los ángeles mienten para mantener el control
Mi amor fue castigado hace mucho tiempo
Si todavía te importa... No me lo dejes saber


Fin de Autumn & Summer


P.S: Anthe... ODIAME.

2 comentarios:

  1. Sí te odiaré por ocho mil cosas!!!!!!!! :@ nah mentira no puedo odiarte, y menos si escribes tan bonetoo :B (Y no lo digo porque salga yo xDDD)
    Espero con ansias la siguiente parte de tú ya sabes qué :B No te demores porfa!!!

    Mabel (: (La real... supongo xD o en volá todos somos personajes de un literato loco que está encerrado en un manicomio .___. xD)

    pd: solo dormí tres horas, he ahí la razón de tanta incoherencia xD

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    1. ¿La siguiente parte de qué? ¿Cartas de Guerra? ¿Notas de Papel? ¡Aaaaaaaaaaah! ¡Eso de tener tantos cuentos!

      Y sí, supongo que eres la real, porque la otra Mabel ya me hubiera cortado en pedacitos y cocinado a la plancha xD!

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