Quienes me inspiran a seguir

jueves, 11 de agosto de 2011

Palacio




Siento tu brazo rodeando mis hombros en un abrazo cariñoso, suave y conciliador, tan etéreo como real, tan alegre como melancólico. Y es que esta fascinante vista es magnífica y yo, tonta, jamás pensé que llegarías tan lejos para ver la sonrisa salir de mis labios.

—Aquí lo tienes —dice él, señalando el basto terreno que encierran los altos muros de ladrillo—. Esas murallas son las más resistentes del reino, así nadie jamás volverá a lastimarte. Te protegeré, pongo mi vida en que lo haré. Vivirás feliz, llena de todo el amor que tanto anhelas, sentirás el calor de un corazón verdadero, que pide a gritos sentirse vivo...

Besa mis mejillas con una devoción digna de un lacayo prometedor y yo me siento enrojecer. No, esto no es lo que yo quería, esto no es lo que pedí. Enfrento su mirada con la mía, firme, posando mis manos en su rostro, haciendo que me mire fijamente a los ojos. Su brazo sobre mi hombro sale de allí, moviendo su mano a mi cintura, sujetándome como si yo fuese una pieza de cristal que se fuese a romper.

—No quiero un palacio, no quiero murallas, no quiero que me protejas con tu vida —le digo, con las lágrimas rodando por mis mejillas—. Solo quiero lo último que me haz ofrecido. El calor de un corazón, verdadero, que arde en las llamas del amor, que quiere quemarse hasta que ni las cenizas queden allí.

Poso mis labios sobre los suyos con tanta necesidad, que mis dedos se enredan en sus cabellos, mi cuerpo apegándose al suyo esperando hacernos unos. Él me rodea con sus brazos, fuertes y seguros. En sus brazos, contra su pecho, sé que puedo ser feliz.

—Te amo —me dice él, apenas rompe el beso demandante que he impuesto entre nosotros.

—Enséñame a amarte —le digo yo, enterrando mi rostro contra su pecho.

Acaricia mis cabellos y yo me doy cuenta que ya no sé nada. Que si sus brazos no me sujetan el suelo bajo mis pies desaparece. Que si él no existe en este mundo, yo no tengo razones para vivir. Que si sus ojos no me dicen la verdad, el mundo entero miente. Le amo... Y este palacio nuestro será testigo de este amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario