Quienes me inspiran a seguir

miércoles, 15 de febrero de 2012

Feliz Anti Valentín



Ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas, con el alma hecha pedazos y el corazón en la mano. Él la observaba con el mismo dolor reflejado en sus ojos, la respiración agitada y el cuerpo tembloroso. Aquello los estaba destruyendo a ambos y no podían... No sabían cuál era la forma en la que debían acabar con eso.

—¿Porqué piensas en ella, Cassie? —preguntó el de pronto, tratando de alcanzarla. Ella retrocedió un paso, sintiendo como su corazón se rompía entre las manos que se aferraban a su pecho.

—¡Porque ella es tu novia! —exclamó tratando de sentirse indignada, ,más sintiéndose como si fuera una ramera— Ella es tu novia y te quiere, ella es parte de tu vida, ella es tú y tú eres ella. Eres de su propiedad y por mucho que te ame jamás seré lo mismo para ti, aunque trate con todas mis fuerzas de que eso pase...

—Pero yo te quiero... —susurró suavemente, sintiendo como las lágrimas de ella le partían el alma— No, no solo te quiero, yo te amo Cassie.

—¡Y yo te amo a ti, Aramis! ¡Te amo como jamás he amado a nadie! —a cada palabra su cuerpo parecía debilitarse, su mente destrozarse y su corazón morir lentamente. Trataba de ser fuerte, trataba de arrancar esos sentimientos de su corazón, trataba de dejar ese sentimiento lujurioso y prohibido en el lugar más alejado de su mente.

Pero era tan difícil...

—Mi niña, mi princesa —la llamó suavemente, volviendo a acercarse. Cassie retrocedió otro paso y chocó con la pared de ladrillos, quedando entre la la muralla y Aramis—. Amor, no te alejes de mi...

Y ella estaba allí de nuevo, volviendo a caer en sus brazos y en su amor prohibido. Sabía que esa noche al volver a meterse bajo las mantas volvería a llorar como una niña pequeña antes de dormirse tratando de encontrar la paz. Sabía que solo una hora después de poder conciliar el sueño despertaría gritando, con las pesadillas azotando su mente con cada vez más fuerza y con el sentimiento arraigado en su cuerpo de que era una persona horrible y miserable.

Pero no le importaba...

—No quiero alejarme de ti... —aceptó en un susurro, buscando el calor del cuerpo de él para encontrar así su propio calor perdido. Le amaba con tanta locura que era un sentimiento casi incoherente— Te amo más de lo que puedes imaginar, pero ella... Ella te ama y tú no me amas a mi de la forma en la que la amas a ella.

Esquivó los brazos de Aramis nuevamente, besó su mejilla de manera casta, un beso lleno de amor y cariño, y se alejó corriendo rápidamente. Él no la siguió, pero quiso hacerlo con mucha fuerza. Ella era importante para él pero tenía razón. No la amaba de la manera en la que ella quería y al final eso terminaría acabando y destruyendo la frágil amistad que habían forjado en esos pocos meses.

Y allí estaba ella ahora, mirando a su mejor amiga con las lágrimas rodando raudas por sus mejillas, tratando de no desmoronarse porque sabía que eso sería lo peor que podía hacer.

Que hermoso día de San Valentín había tenido...

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