Quienes me inspiran a seguir

jueves, 5 de enero de 2012

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Deja de llorar... Por favor, deja de llorar...

No importaba cuantas veces ella dijera aquellas palabras, él no la escuchaba. Y le desgarraba su muerto corazón la impotencia que pesaba allí dentro.

Ángel se arrodilló frente al altar, como cada día, acariciando su fotografía, y en su muerta garganta se formó un nudo que la dejó sin el aliento que necesitaba para poder continuar en el limbo entre la cordura y la pérdida total de su razón.

Sentía tanto haberlo abandonado, tanto...Pero ya no había vuelta atrás, porque ella estaba muerta y él moría en vida a cada segundo que pasaba. ¡Oh, cuanto anhelaba devolverle su felicidad!

Lo vio tumbado en la hierba, entre las flores, y se largó a llorar con él, con sus lágrimas etéreas, irreales, lágrimas que no existían pues no eran físicas, eran del corazón. Su corazón lloraba, y gritaba, y estaba en pena por él... Por la persona a quién más había amado y a quien más había lastimado.

Te amo, Ángel...

Edén se inclinó sobre el cuerpo dormido de Ángel, de SU Ángel y besó su frente, haciendo que él se removiera en sueños, en pesadillas. Acarició con una de sus inexistentes manos los cabellos de él, sus mejillas y, con el dolor de su alma, emprendió el vuelo.

Ese era el adiós definitivo, ahora solo esperaba que pudiera encontrar la felicidad y... Olvidarla.

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