Quienes me inspiran a seguir

miércoles, 11 de enero de 2012

Princesa de Porcelana


Porque una palabra es importante, pero muchas... Muchas palabras hacen la diferencia.

Él creía firmemente en que ella valía la pena ser salvada, por eso tendía sus brazos hacia ella, para que se decidiera a saltar con confianza.

No puedo, me romperé... —sollozó ella, mirando el precipicio. No quería mirar al otro lado del mismo, porque temía alzar la mirada y darse cuenta que la voz no era más que una ilusión.

Mi princesa de porcelana... —la llamó él, viendo aquel cuerpo tembloroso de ella dudar en suaves espasmos, como si el frio viento le causara dolor— No te preocupes, si te rompes siempre podemos pegar las piezas de nuevo. Ven, salta...

Ella alzó la vista y lo vio, sintiendo el peso de la duda en su frágil corazón...

Y saltó.

Y él la aferró desde el otro lado en un abrazo tan cálido, que el hielo y el frio que la envolvían se desvaneció.

¿Ves que no fue tan difícil? —susurró él, contra su oído, escuchando esos mudos sollozos casi con su propio corazón en la mano.

Pero estoy rota ahora —gimió ella, mirando sus pedacitos regados por el suelo.

Podemos hacer algo con esto —él tomó el rostro de ella entre sus manos cálidas y le besó la punta de la nariz, arrancándole un sonrojo—. Tengo tiempo, mi princesa de porcelana...

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