Quienes me inspiran a seguir

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Doppelganger



Mabel no podía creer lo que sus ojos veían, por lo que se obligó a parpadear un par de veces solo para cerciorarse de que no era una ilusión. Y no lo era. La muchacha frente a ella, con esa sonrisa tímida y ese porte avergonzado era real, tangible. Junto a la muchacha, Ángel sonreía como si estuviera demente, como si hubiera perdido el juicio. Y sintió que ella estaba a punto de perder el último tornillo que le quedaba.

—Mucho gusto, me llamo Cassandra —dijo ella sin dejar de sonreír—. Ángel me ha hablado mucho de usted, estaba ansiosa por conocerla.

—Ajá… —Mabel se obligó a salir de su trance cuando el timbre sonó.

—Debe ser Ange —dijo Cassandra, saliendo disparada a abrir la puerta del departamento de Ángel mientras el timbre sonaba con insistencia—. ¡Ya voy!

La mujer de ojos verde botella no perdió ni un solo segundo, sabiendo que el tiempo era valioso. Se acercó a Ángel en solo una larga zancada, le aferró el brazo con fuerza y le susurró al oído todo lo bajo y controladamente que pudo.

—Dime que no te las diste de doctor Frankenstein, por favor…

—Tampoco es un vampiro, ni una ilusión, ni un clon —enumeró Ángel seriamente, viendo como la amiga de su novia entraba en el departamento—. Aunque bien podría ser la gemela perdida, ¿no lo crees?

—Muy gracioso —Mabel se apartó de él solo para observar a la muchacha nueva que entraba en la estancia, quedando con la boca abierta. Otra vez. Era igual a… Pero no, seguramente era una muy mala coincidencia.

—Ángel, Mabel —Cassandra abrazó a su amiga por sobre el hombro, sonriente—. Esta es mi mejor amiga y compañera de universidad, Angélica. Ange, ellos son Ángel, mi novio y Mabel, su mejor amiga.

— ¡El diablo existe! —gimió Mabel, viendo como “Angélica” se cruzaba de brazos y la miraba con expresión huraña y altiva. Ángel estalló en una carcajada— ¡Eres como sacada de FIPA! —gritó, señalándola con el dedo.

— ¿Siempre son tan raros, Cass? —inquirió la aludida, mirando a su amiga con una ceja alzada. Cassandra rió de manera nerviosa— Y deja de señalarme con el dedo, ni siquiera te conozco para que te des esas libertades conmigo. ¡Por Dios! Que cada vez te buscas gente más rara para tener cerca…

— ¿Cómo tú? —Cassandra se encogió de hombros, sonriendo dulcemente.

—Si sigues tentándome vas a tener que recordarme por qué somos amigas —amenazó, dejando con la boca abierta a Ángel y Mabel—. ¿Y estos qué? Les van a entrar moscas a lo que no cierren la boca.

— ¡Ange! —exclamó Cassandra, llamando la atención de su amiga, que se limitó a resoplar.

—Ange nada. Ahora entiendo porqué estás tan loca, con una mujer así cerca quién no lo estaría —Angélica señaló a Mabel, que se cruzó de brazos, indignada.

—Por lo menos no soy una niña que busca llamar la atención con palabras afiladas —contraatacó la mujer, aún a pesar de continuar sorprendida por la escena.

— ¡Já! Seguramente hablas de Cassandra —Ange se encogió de hombros mientras su amiga simplemente se dejaba caer en un sillón, enfurruñada—. Aunque debo admitir que para ser anciana, no eres tan lenta.

—Y tú no pareces del todo una niña inmadura que planea perderse en una orgia de sexo, drogas y alcohol —agregó Mabel, sonriendo.

Había pasado muchísimo tiempo desde la última vez en la que se había perdido en una pelea verbal de aquellas. Lo había extrañado. Era como pelear contra sí misma, algo que solo pasaba en su mente la mayor parte del tiempo. Se preguntó si Cassandra podría, si acaso, ser un buen material para enseñarle a pelear con las palabras pues estaba segura que si Ángel mantenía una relación con la muchacha a largo plazo, tendría que aprender a apañárselas para no aburrirse como una ameba. Miró a Angélica, que ahora discutía contra Cassandra, que parecía a punto de llorar. No, no sería buen material. Lástima.

—Parece que te la estás pasando muy bien —su mirada verde botella se clavó en Ángel, que sonreía a pesar de que a su nueva novia parecían estarla masacrando verbalmente.

—No significa que apruebe lo que estás haciendo —suspiró, cruzándose de brazos otra vez y tratando de camuflar sus palabras con la conmoción—. Edén no volverá y, aunque esa niña se parezca físicamente a ella, no es ella. No es Edén, Ángel. No trates de pensar que regresó porque no lo hizo.

Un minuto de silencio y notó que Cassandra y Angélica miraban en su dirección fijamente. En ese momento más que antes parecía que Cassandra reventaría en llanto de un segundo a otro, mientras que Angélica tenía una mirada que le recordó, sino al cien por ciento, a la mirada de su protagonista en Formas Idiotas Para Amar.

—Ángel… —titubeó Cassandra, apretando las manos en puños al parecer como iniciativa para reprimir un ataque de histeria— ¿Quién es Edén?

2 comentarios:

  1. Presiento que algo muy malo va a pasar entre Ange y Mabel, mira que las tipas tienen las de pelear demasiado xDDD

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