Quienes me inspiran a seguir

lunes, 7 de noviembre de 2011

Lujos




Nuestras miradas se cruzaron en ese efímero instante en que, tras el escaparate, te escondías entre las joyas y me extendías con manos temblorosas aquel collar de diamantes. ¡Oh, tan hermosos! Mi mirada había sido capturada por su brillo, por su forma, el tamaño y su perfección absoluta, casi divina. Y tú no dejabas de observarme, o tal vez observabas mis accesorios brillantes, tan lujosos como yo.

—Usted es una mujer de lujo, sin duda —me dijiste al tiempo que envolvías la hermosa gargantilla en su cajita de seda y satén—. Y sin duda una mujer de lujo debe tener una joya igual de lujosa, una que represente todo lo que vale.

Y desee que hubieras mantenido la boca cerrada, pues un plebeyo como tú no tiene derecho a hablarle así a una prostituta con aires de duquesa.

¿Quién dijo que los lujos son solo de la realeza?

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