Quienes me inspiran a seguir

miércoles, 8 de agosto de 2012

Notas de Papel II [Siobhan]

Todos sufrimos por...
...Cuestiones de Amor

Ese Ansiado amparo que nunca llega. Ese método de auto-defensa que te hace impenetrable. Aquella muralla parecida a la de Berlín que separa tu alma del cuerpo. Todas aquellas instancias se desvanecen...

Sí. Porque estando a su lado tú eres otra. Te transformas en alguien que jamás has visto antes. Y eso te causa miedo. Tanto miedo que escapas hacia un rincón en donde crees tener todo controlado y, ridículamente, solo das a conocer otra faceta tuya, pues ella despierta tantas emociones como maquillaje tienes sobre tu mesita de noche.

Corres despavorida ahora que piensas en tus sentimientos. A pesar de todos esos años llevando a cuesta tanta sabiduría, jamás has estado tan cerca de rozar la línea. Lamentablemente, ya no puedes escapar. Te has enamorado como una estúpida. Sin darte cuenta has cruzado el camino izquierdo y has llegado a un callejón sin salida.

No sabes qué hacer, pues nunca habías estado perdida. Toda planificación se fue por el caño y no hay más que aire. No puedes caminar, no puedes ver, no puedes sentir. Solo puedes centrarte en ella.

¡Loca! Te sientes mentalmente enferma e incapacitada, y esa locura aumenta con cada gesto.

Lo sabes. Ella no te corresponde de la manera que tú deseas. Sin embargo, te da pequeñas señales, detalles que nadie más tiene contigo y eso te deja perpleja. Inadvertidamente, te da permiso para entrar, poco a poco. Y no muy convencida, tú le sigues la corriente, babosa, inútil, descerebrada.

El juego sigue. Tú sabes que estás experimentando con ácido, un líquido que se funde y deja huellas para toda la vida. No te importa. Ahora solo quiere abarcar más, y más, mucho más. Todo se hace poco. Las miradas, las sonrisas, los roces inocentes. Aquello ya no es suficiente. Ya no te importa apostar más de lo que tienes. No te importa invertir en una empresa sin lucro. Ella ganó. Ella te dominó. Sin saberlo, estás a sus pies. Ella en cambio lo sabe bien, y te utiliza como le place.

Hay un tiempo en el que te sientes conforme. Crees que no necesitas más de ella. Tienes su atención y su compañía. Dudas en seguir apostando, pues has ganado más de lo que creías. Y terminas perdiendo el interés. Ella se da cuenta y sin prisas vuelve a enganchar la cuerda a tu cuello. Firme, dura, domable. Y de pronto, deja de hacerte caso y comienza a soltarte, como si fuese ella quien está abandonándote.

Es gracioso, su plan resulta. Como si fueras paja seca te vuelves a encender y te sientes renovada, estúpidamente enamorada. Yo lo llamaría capricho, pero quién sería capaz de dudar en tu palabra. Después de todo, juras por tu madre que está en los cielos que la amas.

Ahora ya no ves un callejón sin salida, sino miles de caminos que están a tu merced. Lo que no sabes es que todos son falsos, ilusiones pasajeras que te harán chocar de lleno con una sólida pared. Pero qué más da. En estos momentos eres ciega, sorda y muda. Tus sentidos solo vuelven cuando ella se acerca, cuando te deja probar un poco más de ella.

Sientes su aroma, escuchas su voz, pruebas sus labios... Y no te basta con eso, pues pruebas cada mínimo rincón de su cuerpo. Excitada lo tomas, lo disfrutas, te haces de ella. Exploras en rincones olvidados y dejas que penetre en tu ser mientras la tocas como si quisieras desgarrar un pedazo de su piel, a la altura de su corazón, para alojarte entre sus músculos para siempre. Hasta ahí todo bien.

Ella lo hizo consciente, premeditadamente planeado. Eres la pieza principal de su juego de ajedrez, de eso no cabe duda. Te sientes más especial, más ciega. Además de no ver, tienes una capa sobre tu cabeza. Más estúpida.

Sigues experimentando sensaciones. A máxima velocidad doblas en las curvas y aprietas con fuerza el pedal que te llevará a la muerte súbita. El tiempo vuela. Piensas una vez más que todo está satisfecho, pero así como el tiempo, las verdades salen a la luz. Las vendas se caen y la muda, la ciega y la sorda se recuperan.

Te preguntas sobre la injusticia del mundo, reflexionas sobre el amor y el sufrimiento, te deprimes. Pasa un lapsus en el que estás perdida. Has desaprovechado tantas oportunidades por alguien que no valía la pena. Al menos eso dices ahora.

Mientes y odias, tratas de parchar la herida con una gran cantidad de sal, admites tu derrota y te avergüenzas. Te sientes idiota por caer en el encanto del enamoramiento y te repites que jamás volverá a suceder. Te curas, andas con más cuidado y caminas por los caminos reales con extraña paranoia. Ya no eres la misma, has cambiado, hay más murallas, más bloques que destruir para conocerte. Sin embargo, no son indestructibles. Y vuelves a caer.

El amor es así, te repites, y la persona a tu lado hace mayores esfuerzos por conquistarte. Al final lo logra, pero ya no es la misma experiencia que la vez anterior. Todo se vuelve complejo pues lo comparas con el pasado. Entras en cavilaciones y sales de ellas afirmándote de cualquier cosa.

Vuelves a sentir la seguridad y el amor correspondido, lo que se convierte en rutina. Haces un nuevo esfuerzo por no caer, por no resbalar en el camino y otra vez sientes que estás equivocada. Cierras los ojos, te obligas a ser muda y ciega. Sin embargo, vuelves a fracasar y te sientes frustrada, así que sigues desvariando entre lugares que no conoces.

Al final, cuando te das cuenta que ya no hay más camino que recorrer, sabes y estás consciente que todo lo que pasó en el trayecto sirvió para algo, que nada fue en vano y que, al final de cuentas, la vida es así.

Vacía o no, has llegado hasta allí. Sana o enferma, has evolucionado y aunque cueste aceptarlo, has crecido. Te has vuelto una mujer con ideales propios, que ha aprendido a amar sin diferencia de género. Has llegado a ser lo que querías. Has llegado a ser la mejor mujer del mundo...

Pues eres tú.


Dobló las hojas sin mucho cuidado al terminar de escribir antes de dejarlas sobre la mesa, junto a la taza de café y el cenicero rebosante de colillas de cigarrillos que la habían acompañado mientras esperaba que regresara, que la buscara, que apareciera frente a ella aunque solo fuera para mirarla, sonreír y llamarla "idiota". Una falsa ilusión que jamás se cumpliría, sabía en el fondo de su corazón. Pero diablos, la amaba con tanta locura que se sentía estúpida al no estar a su lado, mirándola jugar en su laboratorio, vistiendo esa hermosa capa blanca que se le veía tan...

Dio la media vuelta, ató su cabello en un nudo y salió de la casona, esperando que ella fuera la primera en leer su mensaje y esperando, también, que pudiera ser capaz de perdonarla por tenerla tan abandonada sin ella merecerlo. Pero la amaba, y era por eso que debía mantenerse lo más lejos posible de ella aunque fuera de momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario