Quienes me inspiran a seguir

viernes, 8 de junio de 2012

Autumn & Summer


—¡Summer! —gritó con todas sus fuerzas, secando las lágrimas que rodaban por sus mejillas.

Llevaba meses recorriendo los bosques circundantes de aquel pueblo a ver si es que lograba encontrarlo, pero por mucho que gritara y por muchos viajeros a los que preguntara... Él simplemente parecía haber sido tragado por la tierra. Y ella sabía que no podía vivir sin él. No luego de haber conocido la felicidad a su lado de la manera en la que la había conocido. No podría continuar viva si no era capaz de perderse en la alegría que esos ojos significaban para ella. No podría vivir sin tener pesadillas si no era capaz de escuchar su risa y ver su sonrisa, la misma que él un día le había regalado para alejar la soledad de su alma.

—¡SUMMER! —volvió a gritar, con el cielo del color de la sangre llorando por ella y por el dolor que la desgarraba de adentro hacia afuera.

¿Cómo poder existir sin el eco de sus palabras a su alrededor? ¿Cómo poder sobrevivir sin el calor de sus brazos acunándola en las noches heladas? ¿Cómo poder mirar las estrellas o el sol sin sentir que faltaba su corazón, su alma y la mitad de su vida?

—Prometiste no dejarme... —sollozó, apoyándose contra el tronco de un árbol, la lluvia fría enmarcando la tristeza de sus ojos— Prometiste que siempre, a pesar de todo, lograría sentirte... Incluso si uno de los dos estaba muerto...

~~

Un profundo y agudo grito escapó de su garganta, un grito de dolor y desolación, de desesperación. Sus ojos miraban el techo, las vigas de madera expuestas para ella del color del roble, el cielo de la habitación pintado como si en verdad fuera real, como si tuviera vida. Logró controlar, con demasiada fuerza de auto control los músculos de su cuerpo para que dejaran de temblar y se sentó en la cama, secándose las lágrimas. Sentía deseos de largarse a llorar, de gritar incluso más, de arrojar todo a la basura para ir corriendo tras él y estar a su lado de una vez y para siempre...

El móvil comenzó a sonar y ella lo observó, curiosa y entristecida porque sabía que, fuera quien fuera, no era la voz que quería escuchar en esos momentos. El aparato dejó de sonar y ella se sacudió el frío que sentía arropándose de nueva cuenta en la cama y, cuando estuvo a punto de cerrar los ojos, el aparato volvió a sonar. Esta vez ella lo tomó con una de sus temblorosas manos frías y, dudando, presionó el botoncito verde, acercándose el aparato al oído.

Autumn, escúchame —dijo la voz desde el otro lado de la línea, sorprendiéndola.

—Summer... —ella gimió, sintiendo que las lágrimas otra vez pujaban por salir de sus ojos.

¿Porqué no contestas mis llamadas? —inquirió la voz de él, haciendo que un escalofrío le recorriera toda la columna a pesar de estar muy bien arropada en las mantas— ¿Sabes lo preocupado que estaba? ¡Imaginé millones de cosas y en todas y cada una de ellas, tú estabas bajo la lluvia! ¿Estás bien? ¿Tienes algo? ¿Necesitas que vaya a verte? Sabes que no me cuesta nada...

—Summer, no puedo con tantas preguntas —dijo ella con la voz un poco más controlada y respirando hondo para calmarse—. Si no contesto tus llamadas es porque tengo mucho trabajo. No tengo idea de la preocupación que sentías. Estoy bien, no tengo nada. No necesito que vengas... —terminó con una mentira, respirando hondo y esperando que él le creyera.

Sabes que puede llover con sol, Autumn —replicó él, haciéndola consciente de que no le había creído una palabra—. ¿Porqué no me dejas ir, nena?

—Porque no quiero que veas o sientas esta lluvia —terminó por suspirar Autumn, en un murmullo bajo.

Sabes que me encanta esa lluvia —la voz de Summer se notaba decidida y llena de amor y compasión, algo que la hizo sentir incluso peor consigo misma—. Voy para allá y lloverá con sol. No acepto un no por respuesta.

—Pero Summer, no puedes... —ella trató de decir, pero la comunicación se cortó dejándola con el eco de un "te quiero" en el corazón.

Dejó el aparato a un lado y suspiró, secándose las lágrimas que de nuevo habían hecho acto de presencia. Summer era tierno, atento y... Testarudo con T mayúscula. Ella podía confiar ciegamente en él, pero aún así era algo que la asustaba sobremanera. Quería poder ser capaz de devolverle la mitad de lo que él le había dado, pero mientras él era sol y entusiasmo, ella era frío, tal vez lluvia e inseguridad, un clima inestable que a nadie le gustaba.

Dirigió su vista a la ventana y observó hacia afuera el paisaje que se extendía, la madrugada haciéndose presente y, para su sorpresa, la lluvia se detuvo de golpe y el sol comenzó a hacer acto de presencia justo al tiempo en que llamaban a su puerta.

Summer siempre lograba que su día fuera estable y hermoso, tanto que llegaba a asustarla algunas veces...

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