Quienes me inspiran a seguir

viernes, 18 de mayo de 2012

Ahora y para siempre


Sentada en esa banca otra vez... Puedo observar tu rostro tranquilo, relajado, la mirada atenta en las líneas del libro que esta vez lees. ¿Qué será? ¿Romance o terror? ¿Fantasía o realidad? Sea lo que sea, leas lo que leas, observes lo que observes, sé que tu mente maquina algo maravilloso. Sé que dentro de ti, ideas hermosas se sujetan y entrelazan como finas cintas de suave seda, frágiles pero resistentes, posibles de cortar pero imposibles de desgarrar.

Alzas la vista y sonríes, el viento mece tus cabellos y tus ojos se encuentran con los míos. Me acerco a ti, tú susurras mi nombre, yo sonrío en respuesta, besando tu frente con todo el amor que puedo profesar en esa caricia. No puedo explicar este sentimiento sublime y eterno, efímero y real, simplemente no encuentro las palabras, estas no llegan a mi mente racional o a mis labios que no dejan de sonreírte mientras el brillo de reconocimiento se posa en tus ojos brillantes y vivaces.

—He recordado un poco más —dices, cerrando el libro con cuidado.

—¿En serio? —asientes con la cabeza en respuesta, sin dejar de sonreír— Estoy muy orgulloso de ti, Cassie...

Dejas el libro a un lado y buscas mis brazos, los cuales no soy capaz de negarte. Te abrazo con fuerza, casi con posesión. ¿Porqué te quiero tanto, si apenas te conozco? ¿Porqué tengo estas ganas locas de cuidar de ti, de no dejar que nada te lastime? Mi pequeña, frágil y dulce princesa, mi hermosa flor que se abre en primavera, la musa de los sueños más locos sin lujuria que un hombre pueda tener.

—Te amo, Aramis —susurras contra mi cuello, el viento vuelve a soplar.

—Y yo te amo a ti, Cassandra...

Y es cierto, te amo pero... Lamento que no sea de la manera en la que deseas. No puedo hacer nada contra eso, quiero decirte, pero no quiero forzar a tus recuerdos escondidos mucho más de lo que tú los fuerzas. No te dejes llevar por ese dolor, mi pequeña, quiero decirte. Mi niña, no es necesario que recuerdes el dolor del pasado ni mi rechazo, podemos quedarnos así para siempre, amándonos de esta sana manera que ninguno de los dos sabe describir.

—¿Estaremos siempre juntos, cierto? —preguntas con inseguridad, buscando mi mirada.

Tus ojos sinceros, brillantes, la luz en ellos me hace quererte incluso más de lo que quiero quererte, pero no puedo evitarlo. Quiero estar contigo... Como amigo, pero es algo que no volveré a decirte. No voy a lastimarte mientras pasas por este proceso, mientras buscas un nuevo y verdadero amor, uno imperecedero, uno que te merezca más que yo. Y yo no dejaré de buscar el amor en otras personas, en otras mujeres que no son tú pero, ¿sabes?... No podemos estar siempre juntos, así que me toca mentirte otra vez.

—Ahora y para siempre, mi niña...

1 comentario: