Quienes me inspiran a seguir

sábado, 19 de abril de 2014

El fin de tus días


Ya estoy harta, harta de todo esto, harta de este amor enfermizo que siento por ti. Harta de este amor corrosivo que me atosiga día y noche, sin importar lo mucho que me aleje de ti y de ese destello azul que me enceguece.

Podría intentar simplemente superarte, y lo he intentado antes ya. Podría continuar tratando de arrancarte de mí así, con fuerza, con rabia, con odio y con dolor. Podría intentar mirarte a los ojos y decirte que no siento ni volveré a sentir nada por ti nunca más.

Pero no puedo hacerlo.

Al principio, Rigel, tú eras quien me seguía. Quien seguía mis pasos en este espacio sin gravedad, de quien huía constantemente para poder arrancarte de mi corazón pues sabía era lo mejor para ti. Estúpida de mí, siempre pensando en lo mejor para ti. Siempre pensando en ti, en tus necesidades de afecto, construyendo un maldito estúpido puente de razones para que te quedaras a mi lado, diciendo que en realidad tú eras quien se esforzaba por llegar a mí.

¿Te esforzaste alguna vez, Rigel? ¿Lo hiciste?

Yo era la idiota que miraba siempre en tu dirección, planteándose millones de preguntas sobre ti, sobre las estrellas que te rodeaban, sintiéndome avergonzada en la soledad de mi galaxia lejana. Yo era la que te decía que te fueras porque sabía, ¡sabía! que al final de todo, yo sería la única que saldría lastimada y que luego a ti no te importaría. Sabía que un día mirarías en mi dirección con lástima, negarías rotundamente luego de darme una esperanza y te irías.

Debí haberme ido antes de que entraras tan profundamente en mí.

Estoy segura que cuando esto acabe y pueda volver herida, pero viva a mi galaxia lejana, mirarás en mi dirección y te preguntarás: "¿Por quién estará intentado brillar?". Y querrás saberlo, imaginarás que es por ti, y puede que sea por ti, pero puede que no lo sea más.

Porque no quiero que lo sea más.

Estaba cayendo, Rigel. Y entonces llegaste tú, con tus canciones, con tus palabras bonitas y tus miradas comprensivas. ¿Era todo tu plan? ¿Era todo parte de una estrategia para que no pudiera olvidarte? ¡Porque ahora soy yo la que te persigue como una idiota, gritando, llamándote! Y cuando tú me seguías, estoy segura que solo tratabas de comprobar con tus propios ojos que la pequeña estrella torpe y opaca no fuera a lanzarse delante del primer agujero negro que encontrara. Y espero que estés contento, porque ahora regreso a mi galaxia con unas compañeras que no notaron mi ausencia, otra vez a mirarte desde la distancia, sin que te importe nada.

Igual que la primera vez que te vi.

¿Recuerdas quien unió los pedazos que quedaron de ti, Rigel? ¿Recuerdas quién estuvo allí para sujetarte cuando la estrella fugaz quemó todo a su paso cuando trataste de sujetarla? No, supongo que no lo recuerdas, pero yo lo recuerdo muy bien.

Y ya estoy cansada de recordarlo, Rigel. Estoy cansada de toda esta basura cósmica.

Voy a sacarte de mis días, para que queden sólo los tuyos. Tus días, en tu galaxia, lejos de mí. Muy lejos de mí y de este corazón amargado que no podrás volver a romper con tus acciones distantes y tus palabras ambiguas. Porque no volveré a caer ante tu siguiente "bonita". No volveré a caer rendida ante ti la próxima vez que me digas "aún te quiero". Creo que ya caí las veces suficientes, creo que ya di suficiente de mí incluso cuando, luego de preguntarte una y mil veces si irías tras otra estrella fugaz, ante tus negativas de que eso pasaría... sucedió.

No, no puedo manejar eso dentro de mis días, ni de mis noches.

Rigel, lo siento... pero este es el fin de tus días dentro de mi corazón. Ahora sí te arrancaré, con todo y de raíz. No volverás a crecer dentro de mí.

Se acabó.

Espero que esta estrella fugaz que persigues ahora no te lastime como lo hizo la anterior. Espero que seas feliz... pero yo ya no te haré reír con mis tonterías. Seguiré adelante sin ti, la energía no se me ha acabado. Voy a salir de este agujero negro y volveré a mi lugar. Voy a volver a ser la estrella que antes todos conocían, esa que brillaba con luz propia solo porque existía. Porque tenía un día más de vida. Volveré a ser esa.

Y quiero que sepas, Rigel, que jamás te odiaré. Pero así como no te odio, no te amaré más. No voy a amar a alguien que no me ama. No me haré esto.

Porque... porque tú me dijiste que nunca lo hiciera...

No hay comentarios:

Publicar un comentario