Quienes me inspiran a seguir

lunes, 6 de mayo de 2013

Símbolos



Una blanca habitación se extendía frente a mí, tan blanca que parecía irreal. El techo, el suelo, las cuatro paredes pintadas completamente de blanco. No había puerta ni ventanas, tampoco una luz que la iluminara, más aún así parecía como si el techo no existiera y estuviera bajo los rayos de un ardiente sol. Tampoco mi sombra se alargaba desde mis pies, nada había que mancillara la blanca pureza de esa habitación. Y de pronto, en menos tiempo de lo que dura un parpadeo, la habitación estaba llena de símbolos. El techo, el suelo, las cuatro blancas paredes repletas de símbolos.

Y un pequeño que me daba la espalda.

Su cabello era corto y tan dorado y brillante como el sol. Vestía de un blanco impecable, al igual que estaban pintadas las paredes de la habitación. Sus brazos y piernas al desnudo poseían una luz casi plateada, similar a la de la luz de la luna. Él tampoco poseía una sombra.

Entre los pequeños y delgados dedos de su mano izquierda tenía un trozo de carbón, con el cual dibujaba los símbolos. Trabajaba con dedicación en cada trazo, sin emitir ningún sonido. Fue cuando me di cuenta que tampoco podía escuchar mi respiración ni los latidos de mi acelerado corazón, aún ante aquel silencio reinante, tan profundo como el océano.

Quise acercarme y preguntar, más mis pies permanecieron en su sitio como si estuviera anclada allí. Mis labios se movían, pero ningún sonido salía de mi boca.

Entonces, él me miró.

Me perdí en sus ojos verdes, tan claros y místicos que perdí el miedo que me carcomía desde lo más profundo de las entrañas. En sus ojos pude encontrar verdades absolutas y respuestas que aún hasta hoy no comprendo, pero no creo que eso en verdad me importe. Lo que de verdad me importa es que las respuestas que me dieron sus ojos aún no encuentran las interrogantes a la que pertenecen.

Hasta el día de hoy no puedo recordar su rostro, tampoco su tamaño y por completo su figura. Pero hay dos cosas que no puedo ni creo poder olvidar jamás: El color y la forma de sus ojos, además de la forma de los tres símbolos que quedaron, desde esa noche, grabados a fuego en mi memoria. Tanto los recuerdo que me es imposible dejar de dibujarlos.

Aunque aún me pregunto por qué cuando recuerdo todo esto, siento unos muy intensos y profundos deseos de llorar…

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