Quienes me inspiran a seguir

sábado, 22 de septiembre de 2012

Sombra de Invierno


Me levanto del suelo lentamente, tratando de enfocar la vista y apoyándome contra el tronco de un árbol para no caer. Tengo la vista desenfocada y me duelen las manos. Apoyo la espalda contra el árbol y miro mis palmas, notándolas arañadas y los antebrazos magullados. Observo el resto de mi cuerpo, curiosa. Las rodillas de mis pantalones están rotas, dejando ver los arañones de la piel. Mi ropa está desacomodada y no llevo zapatos, razón por la que tengo enredada alrededor del pie una especie de espiga extraña, pero que no duele lo más mínimo. Por último, alzo mi vista.

El bosque está cubierto de nieve...

¡Por el amor al otoño! ¡¿Dónde estoy?!

Doy un par de vueltas, sujetándome de los árboles secos y con sus ramas cubiertas de nieve. La nieve cae cuando el árbol se mueve, como tratando de despertar. No hay sol ni luna, no sé qué hora del día es.

—¿Hola...? —llamo, cuando tras de mi escucho el sonido de una rama seca quebrarse.

Una sombra se oculta de mi presencia, una sombra que soy capaz de notar con claridad a pesar de la espesura oscura de los árboles y el reflejo de los rayos de luz que no sé de donde provienen. Retrocedo un paso y otra sombra sale desde una ubicación diferente. Aterrada y sin importarme el dolor en mi cabeza y en mi cuerpo, corro. Sorteo de manera torpe los troncos caídos, choco a veces con los hombros contra uno que otro árbol, mis pies arden por culpa del frio polar que proyecta la nieve. Siento que la sombra se acerca, rápida y letal. Tengo miedo.

—Autumn —un susurro, un llamado, una voz gélida pero gentil llegando a mis oídos.

Me niego a escucharle, pues sé que nada bueno saldrá de esto. No quiero caer en sus garras, tengo miedo, no quiero que me alcance.

—¡Aléjate, por favor! —sollozo, apoyándome contra un árbol cuando estoy a punto de caer sobre la nieve— No me hagas daño... Por favor...

Una manos heladas rodean mi cintura y yo me tenso, cerrando los ojos muy apretados y casi tratando de fundirme con la corteza del árbol congelado tras el que traté de resguardarme para no caer sobre la nieve. Tengo miedo. Puedo sentir las manos de la sombra en mi cintura, tocándome con esa fría suavidad que me aterra, que me hace estremecer. La sombra empuja su aliento contra mi oído, lo que me arranca otro estremecimiento de frio y uno nuevo de terror.

—No te haré daño, Autumn... Jamás lo haría... —susurra su voz, ahora sus manos alcanzando las mías, entrelazando sus dedos con los míos.

Siento los labios de la sombra en mi cuello desnudo, sus manos ahora dejando las mías y acariciando mis brazos con la yema de sus dedos. No. Esto no está bien. No...

—¡No! —grito, sacudiéndome sus caricias y volteando a mirarlo, quedando entre él y el árbol.

No es una sombra... Sus ojos son de un celeste tan claro, tan etéreo que es como el color del cielo con sus nubes grises en invierno. Un largo cabello blanco cae hasta la mitad de su espalda, en suaves ondas como si fuera nieve moldeada, un desierto de nieve pulcra y blanca. Viste de blanco, contrastando con su piel pálida pero de aspecto saludable y hermoso.

—Tranquila, aquí nadie podrá hacerte daño —susurra la sombra blanca, apretándome contra sí en un suave abrazo—. Soy Winter y estás en mi bosque. No tienes nada que temer, yo estaré aquí cuidándote.

Cierro los ojos, me dejo llevar por las caricias que deja en mi cabello y, lentamente y sin prisas, las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas hasta manchar con su color como la lluvia de otoño su impecable traje blanco. Quiero detenerme, no quiero ser así de débil y, por sobre todo, quiero saber dónde estoy y qué pasó. Quiero saber quién soy y porque las sombras me persiguen. Sombras blancas, doradas y multicolores. ¿No pueden, acaso, ser sombras comunes? ¿No pueden ser sombras oscuras, para así no poder temerles tanto?

Autumn...

Un susurro en mi cabeza, impulsando más mis lágrimas. Es un susurro cálido, lleno de vida... Y sé que pertenece a la sombra dorada que se infiltró en mis sueños mientras estaba tendida sobre la nieve.

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