Quienes me inspiran a seguir

jueves, 28 de agosto de 2014

Desgarro

«Días y noches regaladas, desperdiciadas quizá.
Sábanas desgarradas sin pasión, sólo con dolor.»

Rebecca se sentó, mirando a la gente pasar. El peso sobre su corazón aún no desaparecía y ella comenzaba a pensar que tal vez nunca se iría. Estaba comenzando a pensar que ese peso era el castigo perfecto por todo lo que había sucedido. Por su credulidad, por su inmoralidad sentimental.

Le vio en la distancia, caminando de manera despreocupada. De su brazo, otra hermosa chica caminaba. No era la misma de la última vez, ésta tenía el cabello negro. No recordaba que le gustaran tan bonitas, pero él siempre le había hecho creer que el físico en realidad no le importaba.

Menuda idiota había sido.

Lo que le había dicho hacía tanto tiempo, ¿cómo eran esas palabras? ¿De dónde habían salido? No lograba recordar y en ese momento no se sentía con las energías suficientes como para tratar de evocar un poco del valor que la había atacado esa vez. El valor y la rabia con el tiempo se habían transformado en un sentimiento tan amargo que apenas la dejaba dormir por las noches.

Había aprendido a desgarrarse por dentro para no gritar durante las pesadillas que la acechaban.

Había aprendido a romper su corazón una y otra vez para recordarse lo que él le había hecho.

Porque él la había desgarrado, y ahora no podía vivir sin ese sentimiento masoquista recientemente descubierto.

Rebecca se levantó de la banca, las manos en los bolsillos y el flequillo cubriendo su mirada en esa noche cerrada y fría. Pasó de largo la tabaquería, así como también obvió el hecho de que la garganta le quemaba por algo de alcohol.

En lugar de castigar su garganta, sus pulmones y su hígado, sólo siguió caminando.

Tal vez lastimar sus pies aliviaría un poco el dolor por haber desgarrado tanto su alma y su corazón.

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