Mabel
no podía creer lo que sus ojos veían, por lo que se obligó a parpadear un par
de veces solo para cerciorarse de que no era una ilusión. Y no lo era. La
muchacha frente a ella, con esa sonrisa tímida y ese porte avergonzado era real,
tangible. Junto a la muchacha, Ángel sonreía como si estuviera demente, como si
hubiera perdido el juicio. Y sintió que ella estaba a punto de perder el último
tornillo que le quedaba.
—Mucho
gusto, me llamo Cassandra —dijo ella sin dejar de sonreír—. Ángel me ha hablado
mucho de usted, estaba ansiosa por conocerla.
—Ajá…
—Mabel se obligó a salir de su trance cuando el timbre sonó.
—Debe
ser Ange —dijo Cassandra, saliendo disparada a abrir la puerta del departamento
de Ángel mientras el timbre sonaba con insistencia—. ¡Ya voy!
La
mujer de ojos verde botella no perdió ni un solo segundo, sabiendo que el
tiempo era valioso. Se acercó a Ángel en solo una larga zancada, le aferró el
brazo con fuerza y le susurró al oído todo lo bajo y controladamente que pudo.
—Dime
que no te las diste de doctor Frankenstein, por favor…
—Tampoco
es un vampiro, ni una ilusión, ni un clon —enumeró Ángel seriamente, viendo
como la amiga de su novia entraba en el departamento—. Aunque bien podría ser
la gemela perdida, ¿no lo crees?
—Muy
gracioso —Mabel se apartó de él solo para observar a la muchacha nueva que
entraba en la estancia, quedando con la boca abierta. Otra vez. Era igual a…
Pero no, seguramente era una muy mala coincidencia.
—Ángel,
Mabel —Cassandra abrazó a su amiga por sobre el hombro, sonriente—. Esta es mi
mejor amiga y compañera de universidad, Angélica. Ange, ellos son Ángel, mi
novio y Mabel, su mejor amiga.
—
¡El diablo existe! —gimió Mabel, viendo como “Angélica” se cruzaba de brazos y
la miraba con expresión huraña y altiva. Ángel estalló en una carcajada— ¡Eres
como sacada de FIPA! —gritó, señalándola con el dedo.
—
¿Siempre son tan raros, Cass? —inquirió la aludida, mirando a su amiga con una
ceja alzada. Cassandra rió de manera nerviosa— Y deja de señalarme con el dedo,
ni siquiera te conozco para que te des esas libertades conmigo. ¡Por Dios! Que
cada vez te buscas gente más rara para tener cerca…
—
¿Cómo tú? —Cassandra se encogió de hombros, sonriendo dulcemente.
—Si
sigues tentándome vas a tener que recordarme por qué somos amigas —amenazó,
dejando con la boca abierta a Ángel y Mabel—. ¿Y estos qué? Les van a entrar
moscas a lo que no cierren la boca.
—
¡Ange! —exclamó Cassandra, llamando la atención de su amiga, que se limitó a
resoplar.
—Ange
nada. Ahora entiendo porqué estás tan loca, con una mujer así cerca quién no lo
estaría —Angélica señaló a Mabel, que se cruzó de brazos, indignada.
—Por
lo menos no soy una niña que busca llamar la atención con palabras afiladas
—contraatacó la mujer, aún a pesar de continuar sorprendida por la escena.
—
¡Já! Seguramente hablas de Cassandra —Ange se encogió de hombros mientras su
amiga simplemente se dejaba caer en un sillón, enfurruñada—. Aunque debo
admitir que para ser anciana, no eres tan lenta.
—Y
tú no pareces del todo una niña inmadura que planea perderse en una orgia de
sexo, drogas y alcohol —agregó Mabel, sonriendo.
Había
pasado muchísimo tiempo desde la última vez en la que se había perdido en una
pelea verbal de aquellas. Lo había extrañado. Era como pelear contra sí misma,
algo que solo pasaba en su mente la mayor parte del tiempo. Se preguntó si
Cassandra podría, si acaso, ser un buen material para enseñarle a pelear con
las palabras pues estaba segura que si Ángel mantenía una relación con la
muchacha a largo plazo, tendría que aprender a apañárselas para no aburrirse
como una ameba. Miró a Angélica, que ahora discutía contra Cassandra, que
parecía a punto de llorar. No, no sería buen material. Lástima.
—Parece
que te la estás pasando muy bien —su mirada verde botella se clavó en Ángel,
que sonreía a pesar de que a su nueva novia parecían estarla masacrando
verbalmente.
—No
significa que apruebe lo que estás haciendo —suspiró, cruzándose de brazos otra
vez y tratando de camuflar sus palabras con la conmoción—. Edén no volverá y,
aunque esa niña se parezca físicamente a ella, no es ella. No es Edén, Ángel.
No trates de pensar que regresó porque no lo hizo.
Un
minuto de silencio y notó que Cassandra y Angélica miraban en su dirección
fijamente. En ese momento más que antes parecía que Cassandra reventaría en
llanto de un segundo a otro, mientras que Angélica tenía una mirada que le
recordó, sino al cien por ciento, a la mirada de su protagonista en Formas
Idiotas Para Amar.
—Ángel…
—titubeó Cassandra, apretando las manos en puños al parecer como iniciativa
para reprimir un ataque de histeria— ¿Quién es Edén?
Presiento que algo muy malo va a pasar entre Ange y Mabel, mira que las tipas tienen las de pelear demasiado xDDD
ResponderEliminarahahaha xD!
EliminarSupones bien~